Opinión

Demasiada desigualdad

Larin pugna por un balón con Miranda

Larin pugna por un balón con Miranda / EFE

El fútbol es un juego de once contra once. Nada más equilibrado sobre el papel. Es el punto de partida, porque después aparecen circunstancias que anulan esta supuesta igualdad. De una parte, la calidad de los que saltan al campo. La presencia o ausencia de jugadores que desequilibran un partido es la que, normalmente, decanta el resultado. En el caso del enfrentamiento entre Betis y Mallorca hay una clara diferencia de valor entre las plantillas. Si encima esos jugadores que marcan la diferencia responden como se espera, las posibilidades del contendiente inferior disminuyen.

En el choque del Villamarín, el Betis tuvo ese jugador diferencial, Isco, que desde el minuto uno se convirtió en una pesadilla para el rival. Intuición, visión de juego, manejo de la pelota; el ex del Real Madrid lo tuvo todo, le bastaron apenas siete minutos para desequilibrar el choque con un pase que rompió el sistema defensivo del Mallorca.

Pese a todo, los de Aguirre no le perdieron la cara al choque y estuvieron a punto de devolver el empate en el marcador con el gol de Muriqi, que no fue legal por apenas unos centímetros.

La vuelta a la igualdad se hizo imposible por otra circunstancia que marcó el partido. El error arbitral de Ortiz Arias, que dejó al Mallorca con uno menos, después de una jugada en la que el autor del pisotón merecedor de un tarjeta no era Mascarell sino el bético Marc Roca, abortó cualquier reacción. La entrada de Darder aportó energía, calidad y esperanza, que duró hasta que Ayoze puso el 2-0, un muro insalvable para un equipo con diez.

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