Recuperar el antiguo túnel del tren de Palma: un reto «difícil» pero no imposible

El trazado, que en su día fue un refugio antiaéreo, está en un estado de conservación «excepcional» pese a la falta de mantenimiento

El tramo que Cort quiere abrir, de 575 metros, es el más largo y va desde el Parc de la Mar hasta la plaza Major

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

Un tren de mercancías lo atravesó durante más de treinta años y quedó cegado en el año 1965 por enormes tapones de ladrillo, metal y hormigón que impiden el paso. Son los 1.262 metros más desconocidos de Palma: los del antiguo túnel del tren que se inauguró en el año 1934 y recorrió el centro de la ciudad por el subsuelo, desde la plaza de España hasta el puerto de Palma. Después de 58 años olvidado, Cort ha anunciado que quiere recuperar un tramo (el más largo, de 575 metros), para rehabilitarlo y abrirlo a los ciudadanos como parte de un centro de interpretación de Palma, es decir, un museo que en el que se explicará de manera interactiva la historia de la ciudad.

Es un reto «muy difícil», pero no imposible, dice Tomeu Fiol. Conoce muy bien el túnel porque durante la Guerra Civil esta infraestructura se convirtió en el refugio antiaéreo más importante de la ciudad, con capacidad para albergar a unas 30.000 personas en caso de bombardeo. En su libro Atles dels refugis antiaeris de Palma, en el que resume más de dos décadas de trabajo de campo sobre este patrimonio subterráneo de Ciutat, Fiol describe las múltiples aperturas y puertas laterales que se construyeron en distintas calles para que los ciudadanos accedieran al sonar la alarma antiaérea. En su obra ha podido documentar hasta 11 entradas, por ejemplo desde la iglesia dels Caputxins, la plaza del Banc de s’Oli, la calle del Call o la de Can Pont. Son vestigios del trazado ocultos por toda Palma y que pasan prácticamente desapercibidos, como la enorme boca sur del túnel (la única que se conserva de todo el recorrido), a día de hoy cerrada a cal y canto, en el Parc de la Mar. De hecho, la puerta de la muralla por donde accedía y salía el ferrocarril está presidida por un escudo de piedra con un tren de vapor esculpido que rememora su pasado.

Precisamente allí se da cita este diario con Fiol, una de las personas que mejor conocen el recorrido incluso desde dentro. El túnel, explica, quedó seccionado en tres partes al construir los aparcamientos municipales de la plaza Major, Olivar y el de plaza de España. El tramo que el Ayuntamiento de Palma quiere rehabilitar y abrir a los ciudadanos es el de mayor longitud, que recorre el subsuelo desde la plaza Major hasta el Parc de la Mar. Aunque el túnel ya no tiene vías, está en un estado de conservación «excepcional», comenta Fiol, teniendo en cuenta que en más de medio siglo no ha habido ningún mantenimiento ni limpieza.

A lo largo del recorrido se conservan todavía los pequeños huecos que se construyeron para que los operarios se refugiaran cuando pasaba el tren, además de una serie de placas que indican en qué calle se ubica ese punto del túnel y a qué profundidad. Las paredes, detalla Fiol, tienen un aspecto ennegrecido que recuerdan que por allí circuló un tren movido por una máquina de vapor, y en algunos puntos del trazado las filtraciones de agua han formado pequeñas estalactitas con el tiempo.

Intentos de robo

Está por ver hasta qué punto se conserva el túnel en su estado original y todas las curiosidades que esconde, por ejemplo los boquetes que abrieron hace decenas de años delincuentes que querían llegar a domicilios privados con la intención de robar. De hecho, como respuesta a los intentos de robo, algunos propietarios llegaron a reforzar la construcción con muros de hormigón en la parte posterior del trazado. En Palma todavía quedan varios inmuebles, sobre todo palacetes en el casco antiguo, que conservan una puerta tapiada que da acceso al túnel. Además, pese a la cantidad de barreras que impiden el paso, a partir de los años setenta este túnel sirvió de refugio para personas sin techo. A día de hoy todavía hay enseres, como colchones, sillas y mesas que pertenecen a personas que pernoctaron allí, especialmente en puntos cercanos a las entradas.

«Es un proyecto muy ambicioso y lo ideal sería conservar al máximo todos los elementos de la infraestructura», considera Fiol: «Hay mucho trabajo para adecuar el túnel, ponerlo en condiciones y que sea seguro», apunta. «Aun así, es una gran oportunidad para recuperar un patrimonio olvidado», añade. El proyecto todavía está muy verde y se conocen pocos detalles, pero Cort ya ha anunciado que el primer paso será adquirir, mediante compra o expropiación, los trece locales comerciales de las galerías de la plaza Major que ahora ocupan el espacio en el que se creará el centro de interpretación.

Esta es, precisamente, una de las mejores noticias para ARCA, una de las asociaciones que, junto a Amics del Ferrocarril, lanzó por primera vez la idea de recuperar el antiguo túnel y ha reivindicado en múltiples ocasiones que se ponga en marcha. «La última vez que lo pedimos fue en la gerencia de Urbanismo, con el cambio de calificación de los locales comerciales de las galerías a uso sociocultural. Advertimos que era una muy buena oportunidad para recuperar el túnel y la idea recibió el visto bueno de todos los grupos políticos», celebra la vicepresidenta de la entidad conservacionista, Àngels Fermoselle.

«La boca del túnel está en el tercer sótano del aparcamiento de la plaza Major. Tiene que estar conectada verticalmente con las galerías, pero eso hubiera sido imposible si fueran espacios privados. La adquisición de los locales ha sido una muy buena decisión del Ayuntamiento», matiza. Fermoselle también señala el «aceptable» estado de conservación del túnel y considera que no cabe el escepticismo: «No tengo ninguna duda de que hay capacidad de sobra para llevar a cabo el proyecto por difícil que parezca. Si hemos sido capaces de soterrar las vías de un tren, lo somos para recuperar el uso de un túnel», insiste la vicepresidenta de ARCA, una entidad que ya ha impulsado multitud de proyectos de conservación del patrimonio como este.

Ahora, continúa Fermoselle, es importante plantear un centro de interpretación de la ciudad «que no esté orientado únicamente a extranjeros», sino que sea atractivo también para los residentes: «El museo tiene que ser educativo, cultural y entretenido para todos», comenta la responsable de cara al concurso de ideas que prepara el Ayuntamiento de Palma para la reforma de la plaza Mayor, sus calles aledañas, como Ramblas, Sindicat o Sant Miquel; y las galerías comerciales.

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