Opinión

Mi pregunta no huele mal, míster

Javier Aguirre, en el Mallorca-Cádiz.

Javier Aguirre, en el Mallorca-Cádiz. / EFE

Sebastià Adrover

Sebastià Adrover

Javier Aguirre se enfadó con un servidor tras el empate ante el Cádiz porque le formulé textualmente esta pregunta: «¿Siente que el domingo ante el Alavés es una final para usted?». La nefasta dinámica de una sola victoria en catorce jornadas, el hecho de que los aficionados todavía no hayan visto ganar a su equipo en Son Moix, sobre todo después de que el Mallorca se mostrara incapaz de tumbar a un pésimo Cádiz en un duelo señalado en rojo por todos, la convertían en adecuada.

No es una cuestión original, ni mucho menos, ya que en el fútbol está todo inventado y el Premio Pulitzer no pasa por ahí, pero era justo lo que conversaban miles de mallorquinistas cabreados por haber asistido a la enésima decepción de su equipo. Pero al mexicano, con más de quinientos partidos dirigidos en Primera Divisióny una trayectoria en el fútbol internacional al alcance de muy pocos, no le gustó lo más mínimo. Podría haber tirado de la diplomacia que tanto domina, lanzar balones fuera, o responder con un simple «no», pero apostó por atacar al periodista desde las entrañas e ir a lo personal. «¿Te atreves a preguntarme, con esa alegría que te caracteriza, por mi futuro en la fecha catorce? Tu pregunta me huele mal, no me parece que se la hayas hecho a alguien que no sea yo», soltó indignado. Y es curioso que mostrara sorpresa alguien que muchas veces presume ante los micrófonos de su enorme experiencia. No dudó en regodearse durante tres minutos de lo injusta que era esa pregunta, pero confieso que no me ofendió que lo hiciera, no me sentí agraviado porque vi claro que era el discurso de un entrenador impotente ante la situación del equipo.

Las enormes expectativas generadas en verano, también gracias a su brillante gestión del curso pasado, algo que me he cansado de destacar, unido al histórico desembolso de 24 millones de euros en fichajes, le han hecho mucho daño. Está siendo incapaz de dar con la tecla y eso le pone muy nervioso. Lo único que me molestó es que me atribuyera unas malas intenciones ocultas por ponerle sobre la mesa un tema que está en la calle, por mucho que quiera mirar hacia otro lado. Y es cierto que bajo su dirección el Mallorca lleva más de cincuenta jornadas sin entrar en descenso, pero usar eso como único argumento es insultar a la inteligencia del mallorquinismo, desesperado por ver reaccionar a su equipo antes de que sea demasiado tarde. Ojalá este domingo los bermellones superen al Alavés y la clasificación de Primera asfixie un poco menos, pero en el caso contrario no dude de que desde este diario se le preguntará, con el respeto de siempre, lo que considere oportuno. Es nuestro trabajo. Usted preocúpese del suyo.