Agricultura en Mallorca | Consejos para recuperar la fertilidad de las tierras

El joven agricultor Joan Antoni Servera es el impulsor de ‘Boiet orgànic’, un proyecto que busca la recuperación de la fertilidad de unas tierras prácticamente asilvestradas

Biel Capó

Biel Capó

En la tierras de los antiguos dominios de Son Boiet en Artà, Joan Antoni Servera, un joven agricultor manacorí, afincado en el municipio artanenc, está llevando a cabo el proyecto Boiet orgànic, una recuperación de las tierras que sus antepasados cultivaron hasta la llegada del turismo. Después de muchos años de abandono, Servera, con la ayuda de su mujer, ha iniciado el proceso para recuperar la fertilidad de estas tierras, prácticamente asilvestradas, así como los arboles que un día fueron sustento de sus antepasados como almendros, olivos, algarrobos o encinas, entre otros, que conjugan en un espacio de biodiversidad con especies propias de la vegetación del Parc de Llevant como son palmitos, madroños o mirtos.

‘Boiet orgànic’ es un proyecto busca la recuperación de la fertilidad de las tierras

‘Boiet orgànic’ es un proyecto busca la recuperación de la fertilidad de las tierras / Biel Capó

Sus actuales dominios, después de llegar a acuerdos con vecinos de estas tierras, ya son de once hectáreas, unas ya van produciendo, mientras que trabaja en la recuperación de otras. Con la limpieza y poda de los arboles de las parcelas realiza un biotriturado que esparcido en la tierra le permite aumentar la flora bacteriana y mejorar la estructura de los microorganismos, además de ayudar a la infiltración y retención del agua por lo que un metro cuadrado de esta tierra puede acumular dos mil doscientos litros de agua al año.

Otra manera de ayudar a la fertilidad de la tierra es el carbón, que genera con quemas muy fuertes y continuas dentro de unos recipientes de hierro, que una vez que ha conseguido tener una alta temperatura ahoga con tierra consiguiendo así que el carbono que se genera en la quema no se revierta a la atmósfera, sino que quede capturado en la tierra como un abono, algo parecido, explica Servera, con lo que hacían nuestros antepasados con los formiguers.

Estas labores requieren que en temporadas se tenga que contratar a personal, lo que hacen a través de empresas que trabajan en inserción social como es Estel de Llevant.

Rentabilidad

La rentabilidad ha de llegar del fruto de sus plantaciones, de aquí, la importancia que las variedades de las nuevas plantaciones sean de las que mejor se adapten al clima y al cambio climático. En este sentido cuenta con la ayuda de la Associació de Varietats Locals. La rentabilidad llega por una parte, de la comercialización de productos como el aceite de oliva, la propia aceituna, también de la elaboración de una crema dulce, untable, para repostería a base de almendra y algarroba y de la comercialización de la bellota, que este año la ha vendido recién cogida llegando a recolectar, en una sola encina, unos ochocientos kilos de bellota dulce de la variedad Campaneta y de cuyo ejemplar espera poder llegar a recoger una tonelada. La próxima temporada espera poder comercializar también una crema untable, semejante a la que consigue de la almendra y la algarroba, creada a partir de la bellota dulce.

Otra parte de la rentabilidad son las visitas guiadas que ofrecerá a visitantes y turistas para que puedan contemplar la variedad de paisaje que ofrece la Mallorca del policultivo, previo a la llegada del turismo, y conocer y ver en primera persona cómo se cultivaban en Mallorca las variedades de cultivo que había y también que tomen consciencia de por qué si al acudir al supermercado encuentran un aceite ecológico y recogido a mano, como es su caso, es mucho más caro que los convencionales. En esta visita también se podrán degustar productos de temporada de la tierra u otras delicias gastronómicas locales.

Un ejemplo del éxito que puede llegar a tener este proyecto es que entre las muchas pequeñas parcelaciones de tierras que cultiva después de llegar a acuerdos con sus propietarios que las tenían abandonadas, se encuentra un ciudadano alemán que construyó en la zona su vivienda en la década de los noventa y donde hasta el momento reside. Fue este propio vecino que al conocer el proyecto de Joan Antoni Servera, le pidió unirse, por ello, ha cambiado el césped por olivos, que ahora le cuida, adaptándose así a la variedad de la vegetación local, al clima y al cambio climático.

La rentabilidad es importante, pero también «poder demostrar que no hay que vender las tierras, hacer agroturismos, no todo son casas vacacionales, la agricultura tradicional es rentable», esgrime Servera.

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