65 años de la tragedia aérea de Alfàbia

El 2 de mayo de 1959 un avión bimotor con destino a Viena que había despegado de Son Bonet tres minutos antes chocó contra la montaña. Ninguno de los cinco tripulantes sobrevivió

Todavía hoy, 75 años después, hay restos del avión cerca de la cima de la Serra de Alfàbia.

Todavía hoy, 75 años después, hay restos del avión cerca de la cima de la Serra de Alfàbia. / D. M.

En los próximos días se cumplirán los 65 años de un accidente aéreo que ocurrió cerca de Sóller. La cima de la Sierra de Alfàbia, a pocos metros donde hoy están las antenas de televisión, fue el lugar de impacto de un avión comercial debido a la escasa altura que cogió la aeronave a la hora de cruzar la zona montañosa de la Serra. Decenas de sollerics y bunyolins, alertados por la explosión que originó el accidente subieron hasta la Serra y fueron de los pocos testigos que corroboraron lo que horas antes había ido de boca en boca.

Según los datos obtenidos de la organización internacional Aviation Safety Network, el accidente se produjo a las 21:12 horas de la noche del 2 de mayo de 1959 cuando un avión que había despegado de Palma chocó contra la cima de la Serra. Sólo hacía tres minutos que había partido desde el aeródromo de Son Bonet en dirección a Viena después de descargar a los turistas que venían a pasar unos días de vacaciones en Mallorca.

El bimotor Douglas C-47A-1-DK pertenecía a la compañía Austria-Flugdienst y ninguno de los cinco tripulantes que viajaban en el avión sobrevivió a la tragedia. Murieron los pilotos y azafatas que regresaban a su país de origen.

Un joven, sobre una parte del fuselaje del avión accidentado.

Un joven, sobre una parte del fuselaje del avión accidentado. / D. M.

La causa que provocó el accidente fue la insuficiente altura de la aeronave. La Aviation Safety Network explica que la Serra está a 3.300 pies de altura (mil metros de altura) pero el avión siniestrado se situaba a sólo 3.000 pies (914 metros) en el momento del impacto con la montaña. Se desconoce la causa que propició tan fatídico error humano. También explica cómo el avión despegó después de estar una hora y media en Palma para repostar y hacer la puesta a punto para volar en dirección a Viena. Era el vuelo FL90 que iba a realizar el avión con matrícula OE-FDA en dirección a Austria que tan solo duraría apenas unos pocos minutos.

El choque del avión con la montaña se produjo en la vertiente de Bunyola, pero la violencia del encontronazo hizo que muchas piezas del avión quedaran esparcidas en un amplio radio, por lo que algunos trozos del fuselaje fueran a parar en la cara de Alfàbia que está orientada hacia el valle de Sóller. La fuerza del impacto y el hecho de que el avión había despegado hacía pocos minutos con los depósitos de combustible llenos a rebosar hicieron que ningún miembro de la tripulación sobreviviera a la tragedia.

Fue un accidente, por otra parte, que provocó un profundo susto entre los sollerics que aquella noche atestiguaron del impacto. Vieron una gran bola de fuego en lo alto de la Serra, tal y como lo comentaron algunos testigos que recordaron la tragedia que les quedó grabada en su cabeza. Uno de los primeros en llegar fue el hoy desaparecido fotógrafo solleric Joan Deyà, que tomó imágenes de la dantesca escena que se halló pocas horas después con cuerpos destrozados y completamente carbonizados. Subió con su moto. Las fotos que tomó con su cámara no pudieron ser publicadas. En días sucesivos al accidente mucha gente subió hasta la Serra de Alfàbia para contemplar la escena del accidente y algunos incluso tomaron fotografías de los restos de la aeronave. Todavía hoy, 65 años después, se conservan algunas piezas del avión siniestrado.

Una imagen de la aeronave accidentada en la Serra, antes de la tragedia.

Una imagen de la aeronave accidentada en la Serra, antes de la tragedia. / D. M.

El accidente de este avión, uno de los más graves de la navegación aérea en Mallorca, sirvió para que poco después se instalaran unos potentes focos para hacer visible el carenado de la cordillera. La instalación se realizó coincidiendo con el montaje de las torres de telecomunicaciones.

El único testigo del accidente fue José Manuel Iglesias, un hombre de 36 años que por aquel entonces trabajaba en la estación de Telefónica instalada en la cima de Alfàbia. Aquella noche estaba de guardia junto con otro compañero y vio como un ala del avión siniestrado pasó sobre su cabeza y uno de los recuerdos más amargos que le dejó la tragedia fue el olor a carne quemada. 

Diario de Mallorca, en la crónica de aquel suceso, escribió: «Al llegar a la cumbre el espectáculo era sobrecogedor. En lo más alto del pico y en la explanada que existe frente a la estación radiotelegráfica se veían esparcidos en una gran extensión restos triturados y calcinados del aparato, humeantes todavía muchos de ellos. Poco más lejos, se hallaban los cadáveres destrozados de los desgraciados ocupantes del avión».

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