Un juez sanciona a una trabajadora de Emaya por una falsa denuncia de acoso
La mujer se quejó a la empresa del conductor del camión de la basura y se demostró que todo lo que contaba era un invento
La denuncia por acoso sexual que presentó una trabajadora de la empresa municipal Emaya contra un compañero resultó ser falsa y ello ha tenido repercusiones disciplinarias. Por esta mentira la mujer ha sido sancionada con dos meses de suspensión de empleo y sueldo, y pese a que intentó que un juez declarara ilegal esta decisión disciplinaria, ha conseguido todo lo contrario. El magistrado ha confirmado la legalidad de dicha medida laboral que, por otra parte, la trabajadora ya ha cumplido.
A finales del año 2018, un trabajador escribió una denuncia al departamento de Recursos Humano de Emaya. Denunciaba que dos compañeras lo estaban acusando falsamente de acoso sexual, injurias y maltrato laboral. Lo hacían difundiendo falsos bulos por la plantilla contra él, rumoreando que era un acosador sexual. Además, intentaban convencer a otras trabajadoras de la empresa para que se unieran y le denunciaran.
La empresa reaccionó de inmediato. Se tomó declaración a varios empleados, que se posicionaron a favor del compañero que denunciaba esta campaña de rumores en su contra. Todos apuntaron hacia una compañera, que inició esta campaña porque no se sentía a gusto trabajando con el conductor del camión de basura y pretendía que le apartaran del destino.
El técnico que investigó estos hechos recomendó que, ante el mal ambiente, se procediera a una nueva distribución de los destinos. La empresa, a partir de ese momento, abrió un expediente disciplinario contra la trabajadora que había iniciado esta campaña de rumores contra su compañero, al que tildaba de acosador sexual.
Al darse cuenta del problema que tenía esta trabajadora decidió presentar una denuncia formal contra el conductor del camión de recogida. Esta vez sí le acusaba formalmente de acoso sexual y solicitaba que se adoptaran las medidas necesarias para que estos episodios no se repitieran.
La empresa decidió paralizar el expediente disciplinario y abrió una investigación por un presunto caso de acoso sexual. Y fue de esta manera cuando se constató que los hechos no eran ciertos. Ni había el más mínimo indicio de acoso, ni laboral, ni mucho menos sexual. Los compañeros salieron en defensa del denunciado. Dijeron que su comportamiento era normal, ya que siempre se había mostrado respetuoso con sus compañeros de trabajo.
Por tanto, la conclusión de la llamada comisión antiacoso de Emaya no podía ser otra que señalar que la denuncia de la empleada era falsa, con el único objetivo de perjudicar gravemente a un compañero.
A partir de ese momento se reactivó el expediente disciplinario y se decidió imponerle dos sanciones por faltas muy graves. En la primera por transgresión de la buena fe y maltrato de palabra a un compañero. La otra sanción fue por fraude y abuso de confianza. La sanción por ambas faltas fue de 60 días de suspensión de empleo y sueldo. Además, se le imponía un cambio de destino, de tal manera que no volvería a coincidir con el compañero al que había denunciado falsamente de acoso. Este cambio también tuvo sus consecuencias en el sueldo.
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