Muere en Palma la actriz Maruja Alfaro a los 93 años de edad

Tuvo su propia compañía de teatro, Zanoguera-Alfaro, participó en un centenar de montajes y fue muy aplaudida por su papel de doña Obdúlia en 'Mort de dama'

Redacción

La actriz Maruja Alfaro, una auténtica institución del teatro, ha fallecido en Palma a la edad de 93 años. Aplaudida por el público y premiada en numerosas ocasiones, dedicó su vida al teatro, llegando a participar en un centenar de montajes.

Una figura histórica de la escena mallorquina

Nacida en Barcelona en 1930, inició su carrera con la compañía de Marcos Redondo en 1947, con zarzuelas como Katiuska o La dolorosa. Su primer recuerdo teatral se remonta a cuando contaba nueve años, cuando "un bailarín y coreógrafo de la compañía de Celia Gámez me enseñó a bailar claqué y me montó dos bailes para lanzarme como una estrella infantil; pero a causa de la guerra no pudimos comprar zapatos, y menos las chapas que se precisan para que suene mejor el claqué. Fin de un sueño que no me causó ningun trauma. Mi madre fue tajante: primero el colegio", recordó a este diario en una entrevista concedida hace unos años.

Con el tiempo ingresó en el grupo de teatro de Obrers Catòlics y posteriormente en la compañía Illa d’Or y Majòrica. Fue cofundadora de la Agrupació Bellver y del Grup de la Assistència Palmesana, del que fue directora de escena, escenógrafa y actriz. Tuvo su propia compañía, Zanoguera-Alfaro, con su esposo, el productor Antoni Zanoguera, y a lo largo de su carrera trabajó con grupos teatrales como la compañía de Xesc Forteza, Teatro de Buenos Aires o Iguana Teatre.

Maruja Alfaro con Pep Melis

Maruja Alfaro con Melis / Torrelló

Albert Boadella, Leona di Marco, Fernando Vegal o Marcos Portnoy fueron algunos de los profesores y directores que marcaron a una actriz que se consieraba "bastante auto didáctica" y que se enriquecía con cada montaje. Entre 1982 y 1992 estrenó diez obras de teatro, como La se'n duen a les quatre, de Joan Vilacases; Cavallet quan eres jove, de Joan Mas; o Allò que tal vegada s'esdevingué, de Joan Oliver 'Pere Quart'.

Uno de sus grandes papeles se lo dio Mort de dama, el montaje teatral sobre la novela homónima de Llorenç Villalonga. Encarnó a doña Obdúlia y será recordada por sus interpretaciones de 1981 y 1998, bajo la dirección de Pere Noguera, en el Teatre Principal de Palma. "Tengo bastantes trabajos que destacaría pero hay un personaje muy importante en mi carrera que es de Mort de Dama, el papel de dona Obdúlia (repetido veinte años después). Debo decir, no obstante, que para mí no hay papel malo, ya que en todos encuentro satisfacción construyéndolos".

Con Pere Noguera repitió en otras dos obras, representadas por Turmeda Teatre: Les alegres casades de Windsor, de Shakespeare; y Desbarats, de Llorenç Villalonga.

Con la compañía Xesc Forteza participaría en Téntol! És una guerra femella, Trilogia, Majòrica 81 y Balearicus 96, todas escritas y dirigidas por Xesc Forteza. En 1992 se subió a las tablas con La importància de ser Frank, de Oscar Wilde, dirigida por Pere Fullana para Iguana Teatre.

Con el músico Joan Bibiloni participó en la grabación de Ses Rondalles mallorquines, en 24 casetes y discos del sello Blau.

'Una hora i cinc minuts amb en Pau' fue uno de sus últimos trabajos, en 2015, un monólogo en forma de diálogo de la que era autora y que interpretó Vivian Caoba. Necesito "hacer llegar aquello que imagino y me conmueve, a quien desee leerme", confesó a este diario ante un estreno que se produjo en el Teatre de Santanyí.

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Siempre se refirió a Palma como "un paraíso", sobre todo la Palma del pasado, cuando "podías dejar las llaves de la casa en el cerrojo tranquilamente. No existía la prisa. Y Mallorca, sin la especulación, era una isla maravillosa". Fue precisamente en Ciutat donde se inició en el mundo del teatro, a la edad de 17 años.

La zarzuela fue otra de sus pasiones, formando parte de obras como Los claveles de José Serrano, Gigantes y cabezudos, de Manuel Fernández Caballero o Doña Francisquita de Amadeu Vives.

Siempre enamorada y a la caza de personajes que "sean de verdad, creíbles" y como dicen los teatreros, "que tengan carne", Alfaro, como tantos otros compañeros de su generación, sufrió el rechazo de la censura. "En tiempos de Franco, la censura la sufrimos todos. Se censuraban frases enteras, en algunas obras, y según qué actitudes sobre el escenario".

Entre sus galardones destaca el Premi Ramon Llull, obtenido en 2001.