Lletra menuda

Subvención a patinetes y bicicletas eléctricos: el resbalón de estimular el peligro

Patinetes en Palma.

Patinetes en Palma. / B. Ramon

Llorenç Riera

Llorenç Riera

El sobresalto va ganando espacio a fin de disponer de calles más anchas para poder deslizarse en ellas a plena satisfacción. Cuando las quejas por el riesgo acreditado que suponen los patinetes en la vía pública van en aumento, surgen movimientos para ponerlos «a raya» y los traumatólogos de Son Espases dan la señal de alarma ante el alto número de fracturas que deben tratar por accidentes con este transporte, va el Govern y proclama una línea de ayudas para fomentar la micromovilidad eléctrica. Lo hace al amparo del impuesto sobre Estancias Turísticas. Ahora los turistas pagan para que nosotros podamos ir en patinete. No era eso. Sí, también incluye a las bicicletas, pero del llamado espíritu de la norma se desprende con claridad que aquí prima el vehículo sin pedales de equilibrio frágil, que de este modo logra espacio de dominio en los despachos de la Administración que debería domesticarlo.

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Solo desde la efervescencia y el nerviosismo electoral oportunista que todo lo desvirtúa puede entenderse semejante patinazo. El Govern resbala en su afán de contentar al personal con lo inmediato y fácil. Para las bicicletas se necesitan más carriles bici seguros y de trayecto práctico y para los patinetes control de obligado cumplimiento con una normativa clara capaz de proteger por igual al viandante y al conductor. Debe ser una convivencia posible. Otra cuestión importante. En tiempos de inflación y alquileres desbaratados, el patinete no es un bien de primera necesidad imprescindible para la movilidad urbana. Deberemos entender pues que el Govern ha alterado el orden de utilidad atribuible a todas las subvenciones públicas para que estas puedan cumplir con el fin que les es propio.

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