Extraoficial

Prohens se saturó con una encuesta interna de sus votantes

La presidenta Marga Prohens conoce desde antes de ser elegida la indignación de sus electores por el continuo colapso en las autopistas.

La presidenta Marga Prohens conoce desde antes de ser elegida la indignación de sus electores por el continuo colapso en las autopistas. / DM

Redacción

«¿Qué pasa ahora, Prohens se ha hecho del GOB o de qué va esto?». El abanderamiento por parte de la presidenta del Govern del peliagudo debate sobre la masificación turística -el quid de esta legislatura- ha cogido con el pie cambiado a la oposición, sobre todo por el anuncio de rebajar el techo de crecimiento de plazas en Mallorca acordado por el Pacto. La izquierda no se cree un cambio de discurso del PP balear y lo achaca exclusivamente a las presiones de los hoteleros: «Además de las protestas por el colapso de playas o el centro de Palma hay muchos clientes indignados porque pierden el vuelo por llegar tarde al aeropuerto y luego les escriben reseñas negativas». Los propios empresarios «ven que si no se hace algo, les juega en contra».

En el Govern no niegan la influencia obvia de los hoteleros, pero de ninguna manera admiten que estén detrás del nuevo relato. Para encontrar la respuesta al giro dado por la cúpula del PP hay que remontarse a noviembre de 2022. Marga Prohens recibe los resultados de una encuesta preelectoral sobre sus posibilidades para derrotar a Francina Armengol. Más allá del reparto de escaños que le daba la mayoría con Vox, el sondeo interno incluía varias preguntas sobre cuestiones generales.

«¿Cuál es para usted el principal problema que tienen los ciudadanos de Baleares?». Y ahí vino la sorpresa. Entre las tres preocupaciones más importantes destacaba la saturación, la sensación de agobio ante la elevada presencia de personas en verano, los colapsos en las carreteras y determinados enclaves. La masificación, en definitiva.

La terna se completaba con la falta de seguridad ciudadana y la dificultad para acceder a una vivienda, la otra gran asignatura también para esta legislatura. Se realizaron unas 1.500 entrevistas, lo que arroja una muestra significativa. Pero lo realmente llamativo e inquietante fue que la saturación también era percibida como uno de los tres principales problemas para los encuestados que se declaraban votantes del PP. Prohens tomó nota enseguida, y cuando en mayo de 2023 las urnas la catapultaron al Consolat fue consciente de que tarde o temprano debería abordar los límites a la llegada de turistas.

El momento ha llegado; el fenómeno no es nuevo sino heredado, pero alcanzará su clímax este verano con protestas en la calle y desafía directamente a la actual presidenta de Baleares. Tras un año en el poder Prohens ya se sabe asentada y se ha mentalizado de que debe afrontar el problema.

En el inminente aniversario juega a favor de la líder del PP la escasa incidencia que al parecer tendrá la segregación lingüística en las aulas. Una quincena de centros concertados son los que han pedido implantar el plan de Vox contra la lengua propia de las islas, falta saber si algún público también lo respalda. Son más de los esperados por Educación, pero infinitamente menos de los previstos. En cualquier caso, Prohens se salva de la guerra por el catalán y puede centrarse en ‘desmasificar’.

Los atascos, el reto más inmediato

La oposición no espera ninguna medida de calado, «Prohens solo vende humo, no hará nada». Por el momento la presidenta ha movido ficha para que la saturación no la arrolle convocando la mesa que en su día deberá proponer medidas «valientes» y anunciando una macroencuesta, esta sí dirigida a toda la ciudadanía. El Govern sabe que no tiene capacidad de respuesta por sí solo ante la magnitud del problema. En el Consolat siguen al detalle el pulso social, especialmente tras la asamblea del viernes en Sineu que ya ha planteado una manifestación simultánea en las cuatro islas o más drástico aún, el colapso de Son Sant Joan.

A la espera de acontecimientos, el desafío más urgente es tratar de minimizar la saturación diaria en los accesos a Palma y al aeropuerto. En el presente contexto nada hay más democrático que un atasco en la autopista, que sufre igual la gente del PP que de izquierdas. El hecho de que los populares también gobiernen el Consell de Mallorca, competente en la red viaria, puede contribuir a encontrar alguna que otra iniciativa conjunta que alivie el hartazgo de los conductores.

Taltavull y las bicicletas

La semana se despide con otro actor destacado en la controversia sobre la masificación. Monseñor Sebastià Taltavull ha guardado un férreo silencio ante la inspección turística que ha aflorado que el Obispado explota ilegalmente Lluc como hotel. Sorprende el mutismo episcopal cuando todavía resuenan sus críticas a la avalancha de ciclistas en la carretera que conduce al santuario y que tan bien conocen los vecinos de Caimari y Selva.

Hasta Més per Mallorca, que tiene en Lluc su refugio identitario, ha tenido que afear al obispo la desmesura en la explotación de 268 plazas. Llama poderosamente la atención que Taltavull censure los problemas derivados de la elevada presencia de ciclistas a la vez que el santuario se promociona turísticamente en internet como un «alojamiento cycling friendly». De hecho, la principal clientela en estas fechas en lo alto de la montaña son los cicloturistas extranjeros que espantan a los mallorquines en busca de tranquilidad.

La inspección de Turismo ha sentado mal en el clero, hasta el punto de que el propio presidente del Consell se arrepiente de que la hayan realizado sus inspectores y solo busca cómo salir ahora del entuerto. Llorenç Galmés también se negó a valorar lo ocurrido el miércoles en un acto en el santuario. Por el contrario Prohens sí dio la cara, y eso que el tema no es de su competencia. Con todo, la presidenta es plenamente consciente de que un Govern del PP no puede clausurar el alojamiento histórico de Lluc, por lo que deberá buscar una salida legal... y mínimamente estética.

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