Cuatro turistas franceses alojados en una celda en Lluc: "Hemos pasado tres noches, esto es un monasterio, no hay lujo y lo recomiendo"

Philippe, Carole, Colette y Jacky se han hospedado en la zona de es Porxet, en el santuario

Están realizando un viaje familiar en la isla

"Nos ha encantado la Serra, es maravillosa", asegura Carole, después de hacer senderismo por la Tramuntana

Carole, Philippe, Colette y Jacky, turistas franceses hospedados en una de las celdas, ayer en Lluc. | DM

Carole, Philippe, Colette y Jacky, turistas franceses hospedados en una de las celdas, ayer en Lluc. | DM / redacción

Redacción

Salen cargados de maletas y mochilas, entre el ir y venir de ciclistas en la plaza del santuario. Hoy es su último día en Lluc. «Es la primera vez que venimos a Mallorca y nos ha gustado mucho», explica Carole, una turista francesa equipada con prendas deportivas. «Hemos venido tres días a andar por la montaña y luego nos vamos a la costa», añade. Junto a ella, esperan pacientemente Colette y Jacky. Poco después se suma al grupo Philippe. «Él habla mucho mejor español», se disculpa la mujer.

Todos ellos son franceses. «Somos tres hermanos y estamos haciendo un viaje familiar. Hemos venido a caminar por la Serra. Nos ha gustado mucho. La Tramuntana nos ha sorprendido. No nos pensábamos que fuera tan bonita la montaña», comenta Philippe.

«Nos ha encantado la Serra, es maravillosa», asegura Carole con una gran sonrisa. «El santuario es un encanto, sobre todo a partir de la tarde, cuando la gente se marcha y todo se queda tan tranquilo, tan en silencio», añade.

Philippe coincide con ella: «Nos ha gustado mucho Lluc. Hay un momento muy especial al atardecer cuando este lugar se queda casi vacío. Nosotros llegamos aquí el lunes a las once de la noche. Había una paz y un silencio impresionantes. Esto para mí supone que esta zona tiene un nivel muy alto».

Ciclistas, en el corazón espiritual de la isla

Su descripción contrasta con la multitud de bicicletas que entran y salen del complejo religioso a las diez de la mañana. Decenas de personas se han apeado de los autocares y se dirigen hacia una zona anexa para celebrar un encuentro con las asociaciones de personas mayores de la part forana de Mallorca. Antònia viene de Sineu, Maria, de Santa Margalida. Proceden de 19 localidades de la isla. El santuario está en ebullición.

Los cuatro turistas franceses se disponen a dejar su celda de forma definitiva. Esperan con su equipaje en la zona de es Porxet, ajenos a la polémica de esta semana cuando se ha conocido que que el Obispado de Mallorca explota ilegalmente como un hotel la hospedería de Lluc y las celdas de es Porxet como apartamentos de alquiler vacacional.

«Hemos pasado tres noches aquí, esto es un monasterio, cuando uno viene aquí ya sabe lo que es, no hay lujo y yo lo voy a recomendar a mis amistades y conocidos», apunta Philippe.

«Los precios en el santuario no son muy caros si los comparas con otro establecimiento para dormir en la isla. Alojarse en Mallorca resulta muy caro», reconoce el ciudadano francés.

«Nos tuvieron que cambiar la habitación porque había hormigas, pero el trato fue muy correcto, no hubo ningún problema con el cambio. Este lugar es precioso. Se lo voy a recomendar a mis colegas cuando regrese a Francia, la verdad es que vale mucho la pena», insiste Philippe.

Una habitación sin ventana

Carole detalla que las celdas tienen lógicas limitaciones y no son como habitaciones exclusivas de hotel. «Mi habitación no tenía ninguna ventana, pero la de ellos sí. Y el cuarto de baño tiene una muy pequeñita», comenta.

Jacky es aficionado al ciclismo. «Él creo que volverá pronto a la isla, porque ha cogido varios mapas de carreteras para ir en bicicleta. Esta zona es ideal para practicar deporte», señala Philippe. Mientras tanto, un grupo de ciclistas alemanes se fotografía frente al santuario.

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