Más que un bar normal (VI)

Ramón Sánchez, el motor del bar Venecia en Palma: “De las timbas de póker hemos pasado a hacer paellas para medio barrio”

Cobijó a los estraperlistas de postguerra que tiraban sacos de trigo y fardos de tabaco desde el tren de Sóller

Con la reforma en 2015, el establecimiento del barrio de Arxiduc reforzó su oferta gastronómica y el juego se terminó

VÍDEO: Así es el bar Venecie de Palma

Bernardo Arzayus / M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

 El bar Venecia fue antaño taberna de tramposos, jugadores de póker y contrabandistas, lo más parecido al Far West en Palma. Cuenta su propietario, Ramón Sánchez, que durante años cobijó a los estraperlistas que tiraban sacos de trigo y fardos de tabaco desde el tren de Sóller en marcha. “Aquí mismo vendíamos tabaco de contrabando, Winston”, asegura. A él mismo le pillaron con un cartón en el coche. “En realidad llevaba diez, alegué consumo propio”, recuerda.

Los antecedentes de la actual casa de comidas en el barrio de Arxiduc deben contextualizarse en plena postguerra, cuando faltaba de todo y la picardía era virtud necesaria para subsistir. En según qué calles de Palma no había persona madura que no llevase en sus facciones el mohín de alguna privación.

Peret en el bar

El barman del Venecia ha visto pasar por sus mesas a malhechores, “algún narco también”, muchos jugadores de cartas, “pero también han pasado por aquí el fiscal o jueces como Florit o Castro y muchos militares retirados”, atestigua Sánchez, que se hizo cargo del bar varios años después de que su tío Juan falleciera. Jura que también pisó el Venecia la leyenda de la rumba Peret, “por aquí venían gitanos catalanes”.

Bar Venecia - Bares normales de Palma

Bar Venecia - Bares normales de Palma / B. Arzayus

Arriba España

El primer dueño de esta cantina hoy emblemática que mantiene la misma fachada que el primer día fue un matrimonio de Sant Elm. El local ya era una realidad en 1934. “Era conocido como Arriba España, pues enfrente se ubicaba una de las sedes de la Falange”, indica. Tras la guerra, empezó el contrabando, “el Venecia fue su punto de encuentro”, abunda Sánchez, “es lo que siempre me han contado”. Después tomó las riendas una pareja de Llucmajor, Joan y Margalida, “y después mi tío Juan Ruiz, que era el encargado y se quedó con el negocio”. Corría 1983, pero la muerte le sobrevino muy pronto. Tres años después su sobrino Ramón se hacía cargo.

Bar Venecia - Bares normales de Palma

Bar Venecia - Bares normales de Palma / B. Arzayus

Menú casero de dos platos por 12 euros

¿Y qué no ha sido el Venecia? También fue club ciclista y acogió el primer billar a tres bandas con calefacción de Palma. Diversión nunca le ha faltado. Ajedrez, parchís, dominó… “Este lugar siempre ha sido como un bar de pueblo en Ciutat”, considera el actual propietario. Un sitio lleno de vida muy solicitado para hacerse un buen menú del día de dos platos, vino y casera, agua o refresco y postre incluidos por doce euros.

Bar Venecia - Bares normales de Palma

Bar Venecia - Bares normales de Palma / B. Arzayus

Reforma integral en 2015

Desde que irrumpieran la tele y luego las redes sociales, las partidas fueron aflojando y el cambio definitivo llegó con la reforma integral en 2015. “El juego se terminó”. Y la oferta gastronómica fue ganando peso en este establecimiento de barra larga y pantalla grande para los futboleros. De las nocturnas timbas de póker, “donde se jugaban hasta la mujer”, pasamos a hacer paella los domingos. “Ahora la hago para medio barrio”, sonríe. Los viernes es el día de bocata de calamares. Y la carta es extensa, “estamos trabajando mucho el tema de las carnes”, comenta. Y siempre están los llonguets o los platos combinados. “La paella del domingo es un clásico, has de llamar el viernes si quieres tener sitio”, explica a este diario Antoni Mut, cliente del Venecia desde los ochos años, ahora tiene 77. “Mi padre tenía un taller mecánico aquí cerca, en la calle Rosselló i Caçador”, cuenta mientras sorbe cucharadas de un plato de sopa del bollit.

Antes de la gran rehabilitación, Ramón confiesa que aún encontró cajas repletas de barajas de cartas. “Mi tío las revendía a clientes que venían por la tarde a jugar a pinacle”, recuerda.

El futuro

El futuro del Venecia no permanecerá en la línea sucesoria de Ramón. “Mi hijo estudia en Barcelona una carrera y siempre ha dejado claro que no desea esta vida, siempre me ha visto algo alejado de la familia por el trabajo”, confiesa. “La juventud prioriza otras cosas, es otra generación y lo comprendo”, dice, no sin notársele en los ojillos un brillo que denota escozor.

Además de la terraza del establecimiento, uno de esos patios traseros que muchas fincas del Eixample atesoran, el Venecia tiene otro secreto: “Al final del bar había un subterráneo. Un historiador que escribe sobre refugios antiaéreos vino aquí y también me preguntó si sabía algo de una historia sobre unas monedas de intercambio”, quién sabe si también relacionadas con el contrabando o el comercio no reglado.

'Carpe diem'

Dicen que siempre necesitamos al menos 15 años para disfrutar tardíamente de lo que nos acaba de ocurrir, seguramente porque la felicidad, como algunas remotas enfermedades, tarda todo ese tiempo en cursar. El Venecia es uno de esos bares que hay que observarlos a diario, a ver si todavía están en su sitio, y deben disfrutarse a lo carpe diem, como si fuera el último día, siempre que se presenta la ocasión.