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Bernardo Arzayus
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El bar Venecia fue antaño taberna de tramposos, jugadores de póker y contrabandistas, lo más parecido al Far West en Palma. Cuenta su propietario, Ramón Sánchez, que durante unos años cobijó a los estraperlistas que tiraban sacos de trigo y fardos de tabaco desde el tren de Sóller en marcha. “Aquí mismo vendíamos tabaco de contrabando, Winston”, asegura. A él mismo le pillaron con un cartón en el coche. “En realidad llevaba diez, alegué consumo propio”, recuerda. Los antecedentes de la actual casa de comidas en el barrio del Arxiduc deben contextualizarse en plena postguerra, cuando faltaba de todo y la picardía era virtud necesaria para subsistir. En según qué barrios y calles no había persona madura que no llevase en sus facciones el mohín de alguna privación.
El bar Venecia fue antaño taberna de tramposos, jugadores de póker y contrabandistas, lo más parecido al Far West en Palma. Cuenta su propietario, Ramón Sánchez, que durante unos años cobijó a los estraperlistas que tiraban sacos de trigo y fardos de tabaco desde el tren de Sóller en marcha. “Aquí mismo vendíamos tabaco de contrabando, Winston”, asegura. A él mismo le pillaron con un cartón en el coche. “En realidad llevaba diez, alegué consumo propio”, recuerda. Los antecedentes de la actual casa de comidas en el barrio del Arxiduc deben contextualizarse en plena postguerra, cuando faltaba de todo y la picardía era virtud necesaria para subsistir. En según qué barrios y calles no había persona madura que no llevase en sus facciones el mohín de alguna privación.
El bar Venecia fue antaño taberna de tramposos, jugadores de póker y contrabandistas, lo más parecido al Far West en Palma. Cuenta su propietario, Ramón Sánchez, que durante unos años cobijó a los estraperlistas que tiraban sacos de trigo y fardos de tabaco desde el tren de Sóller en marcha. “Aquí mismo vendíamos tabaco de contrabando, Winston”, asegura. A él mismo le pillaron con un cartón en el coche. “En realidad llevaba diez, alegué consumo propio”, recuerda. Los antecedentes de la actual casa de comidas en el barrio del Arxiduc deben contextualizarse en plena postguerra, cuando faltaba de todo y la picardía era virtud necesaria para subsistir. En según qué barrios y calles no había persona madura que no llevase en sus facciones el mohín de alguna privación.
El bar Venecia fue antaño taberna de tramposos, jugadores de póker y contrabandistas, lo más parecido al Far West en Palma. Cuenta su propietario, Ramón Sánchez, que durante unos años cobijó a los estraperlistas que tiraban sacos de trigo y fardos de tabaco desde el tren de Sóller en marcha. “Aquí mismo vendíamos tabaco de contrabando, Winston”, asegura. A él mismo le pillaron con un cartón en el coche. “En realidad llevaba diez, alegué consumo propio”, recuerda. Los antecedentes de la actual casa de comidas en el barrio del Arxiduc deben contextualizarse en plena postguerra, cuando faltaba de todo y la picardía era virtud necesaria para subsistir. En según qué barrios y calles no había persona madura que no llevase en sus facciones el mohín de alguna privación.
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