10 años del 29S | ¿Dónde están las camisetas verdes?

El aniversario de la histórica manifestación contra las políticas de Bauzá coincide con la vuelta del PP al Govern. El sector está desmovilizado, pero en alerta ante nuevos actores como Vox

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Más de 100.000 personas salieron a la calle por la educación. Los padres apoyaron una huelga de profesores que dejó a sus hijos sin clase tres semanas. La sociedad se volcó y se logró una caja de resistencia con más de 700.000 euros. Hoy, cuando se cumplen diez años de la histórica manifestación del 29 de septiembre de 2013, los logros de la marea verde parecen irreales, pero se dieron y tuvieron importantes consecuencias, empezando por el descalabro electoral histórico del Partido Popular. 

El aniversario coincide con la vuelta al Consolat de Mar de un Govern del PP, aunque el panorama es algo diferente. Esta vez no lo preside un José Ramón Bauzá con mayoría absoluta, sino una Marga Prohens apoyada (y condicionada) por Vox. Esta vez no hay, de momento, recortes a la vista y tanto la propia Prohens como el conseller de Educación, Antoni Vera, insisten en que esta legislatura se caracterizará por el diálogo y el consenso. Las camisetas verdes siguen en el fondo de algún cajón (algunos profesores de varios institutos sí las recuperaron el curso pasado para protestar contra la LOMLOE), pero ¿volverán de forma masiva?

Algunos de los protagonistas de aquella lucha admiten que el panorama es distinto. Hace diez años se dio «un cúmulo de despropósitos», como los recortes (con mil profesores menos, centros educativos literalmente en números rojos y sin dinero para comprar folios, sin becas de comedor...); la falta de diálogo o directamente «el talante represivo» del Govern Bauzá (con cuatro directores expedientados y normas como la ley de Símbolos); y la reducción de las horas de enseñanza en catalán por la aprobación del Tratamiento Integrado de Lenguas (TIL).     

 La desmovilización o «parálisis» actual del sector educativo en comparación con 2013 es evidente «y preocupante». Así lo ve Iñaki Aicart, uno de los portavoces de la Assemblea de Docents, el movimiento de base organizado al margen de los sindicatos que convocó la huelga indefinida (como también hicieron STEI y CCOO, con los que compartieron camino). 

«Durante el verano de 2013 se nos criticaba y decían que la huelga no era buena idea, pero veníamos de un año de mucha frustración, trabajamos mucho, jugamos bien nuestras cartas, no nos creímos lo de que era imposible, y lo conseguimos», resume.    

¿Qué dejó la movilización? Tuvo un papel decisivo en las elecciones de 2015 (con el hundimiento electoral del PP y la llegada al poder de la coalición de izquierda liderada por el PSOE) y otorgó un status diferente a los temas que afectan a docentes y familias, señala Cristina Conti, presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos FAPA: «La movilización educativa tumbó un Govern», recuerda, «ahora en general se nos tiene más en cuenta y se da más importancia a los temas de educación». No olvidar que el primer sector que recibió en audiencia Prohens en el Consolat de Mar (como hizo también en su día Francina Armengol) fue el educativo. 

Algunos de los integrantes de la marea verde ocuparon cargos en el nuevo Govern, como Antoni Morante, que pasó de representar a los directores de Secundaria a ser director general de Planificación, Ordenación y Centros. ¿Cómo fue esa transición? «En estos cargos, lo primero que has de gestionar es la frustración: han mejorado muchas cosas pero otras han quedado por el camino y algunos se han quedado decepcionados», indica Morante, que advierte de que aunque el nuevo equipo prometa diálogo «varios integrantes ya estaban en el Govern Bauzá y no han renegado públicamente de sus políticas».  

Otra consecuencia de la protesta es que pasó a ser un movimiento de propuesta con la creación de Illes per un Pacte, plataforma que trabajó durante años para alcanzar un pacto educativo. No se logró. Sí contribuyó a la aprobación de la Ley autonómica de Educación, pero ésta no obtuvo consenso (sí, por el catalán) y votaron en contra PP, Vox y Ciudadanos. Asimismo, fruto del trabajo impulsado desde la Assemblea y tras muchos años de espera, hace poco ha iniciado su camino el Colegio de Docentes de Balears.  

Otro efecto derivado de aquellos años fue que se espoleó el movimiento sindical. La irrupción de la Assemblea planteó otra manera de organizarse y acabó derivando en la aparición de dos nuevos sindicatos: Alternativa y UOB.

 Biel Caldentey, que en 2013 era secretario general del STEI-i, indica que efectivamente tras el movimiento asambleario había «cierto desencanto con el modelo sindical» (aunque también cree que algunos integrantes tenían sus intereses particulares para crear nuevos sindicatos), pero en definitiva se queda con « la actitud unitaria» que mantuvieron las organizaciones implicadas. El otro sindicato que convocó la huelga fue CCOO. Antoni Baos, entonces responsable de la Federación de Enseñanza (también pasaría a ocupar un alto cargo en Educación), recuerda que la protesta «consiguió apoyo de todos los sectores, que también estaban sufriendo recortes».  

CCOO y STEI desconvocaron la huelga tras firmar el primer Acord Marc con el conseller socialista Martí March, en septiembre de 2015. La Assemblea tardó más: desconvocó en febrero de 2016 y finalmente se desactivó en diciembre de 2017. ¿Hay algún indicio de reactivación? Aicart dice que no, aunque cree que la posibilidad «siempre está» (y en la caja de resistencia, que custodia la OCB, quedan 180.000 euros). 

El sector así se mantiene vigilante ante cuestiones como la aprobación de los presupuestos (donde se verá si hay recortes) o la política lingüística, marcada por el acuerdo firmado entre PP y Vox y algo que «puede tensionar» mucho. Conti menciona el proyecto de Oficina Lingüística del partido de ultraderecha y su propuesta de sancionar a los responsables de administraciones públicas («como podrían ser los directores de centros educativos», indica) si no utilizan el castellano en sus informaciones. 

Rosa Deyà cree que «hay motivos» para seguir reivindicando y, al margen de si está el PP y Vox o quien sea, moverse para «defender lo público». Ella fue una de las impulsoras de la Plataforma Crida, creada en 2012 en defensa de «una educación pública de calidad, inclusiva, equitativa, laica y en catalán». Crida fue «la primera chispa» y ahí nació la camiseta que se convirtió en el símbolo de la lucha: «La ciudadanía a veces no es consciente del poder de transformación que tiene».

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