Cursos para propietarios, veto a la cría y polémica por las colonias felinas

Expertos de la isla valoran positivamente la norma en tramitación, pero discrepan en el método de control de los gatos asilvestrados

Tomàs Camps, veterinario.

Tomàs Camps, veterinario. / B. Ramon

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

La Ley de bienestar animal que tramita el Congreso de los Diputados considera por primera vez a las mascotas como «seres sintientes» y las dota de una especial protección. También prevé cursos de responsabilidad para propietarios de animales, la prohibición de venderlos —y exhibirlos— en tiendas, el veto total a la comercialización de especies exóticas y la prohibición de la cría y cesión o venta entre particulares. Hay además dos puntos muy polémicos: la exclusión de los perros de caza de la ley, que ha enfrentado al PSOE y a Podemos; y la gestión de las colonias felinas.

«La ley en sí ya es una iniciativa muy importante porque tenemos una legislación de bienestar animal muy dispersa. Hace años se transfirió las competencias a las comunidades y cada una legisló de manera diferente. La ley de Balears es de 1992», introduce Manuel Molina, presidente de la Asociación balear de Abogados por los Derechos de los Animales.

Miquel Capó, biólogo.

Miquel Capó, biólogo.

«Es positivo reconocer que los animales son seres sintientes y por eso la persona que quiere adquirir uno tiene que realizar un cursillo. Se ha criticado mucho, pero tener un animal conlleva unas cargas y responsabilidades muy importantes», subraya este experto.

Sin embargo, lamenta que de momento el texto deje fuera a los perros de caza. «Hay una discusión importante porque el PSOE los ha dejado fuera y también a los mal llamados perros de trabajo. Es completamente erróneo porque los perros son perros, se dediquen a lo que se dediquen, y por tanto deben ser protegidos de la misma manera. Y es un precedente peligroso que se les proteja en función de si son domésticos o no. Los cazadores dicen que ellos se preocupan de su bienestar. Si es así, ¿por qué se oponen a que la ley les proteja?», se pregunta Molina.

Tomàs Camps es presidente del Grupo especial de comportamiento de la Asociación de Veterinarios de Pequeños Animales. En noviembre, el mallorquín intervino en una comisión del Congreso de los Diputados para ofrecer su evaluación de la ley. «Cubre los aspectos básicos: se obliga al titular del animal a asegurar que tenga una buena nutrición y salud física; regula por primera vez la selección genética de razas desfavorecidas por malformaciones físicas y obliga a los titulares a aportar un confort al animal», valora este veterinario quien, en todo caso, expresa su preocupación por cómo se desarrollará la ley una vez aprobada.

Manuel Molina, abogado.

Manuel Molina, abogado.

Tomàs Camps es presidente del Grupo especial de comportamiento de la Asociación de Veterinarios de Pequeños Animales. En noviembre, el mallorquín intervino en una comisión del Congreso de los Diputados para ofrecer su evaluación de la ley. «Cubre los aspectos básicos: se obliga al titular del animal a asegurar que tenga una buena nutrición y salud física; regula por primera vez la selección genética de razas desfavorecidas por malformaciones físicas y obliga a los titulares a aportar un confort al animal», valora este veterinario quien, en todo caso, expresa su preocupación por cómo se desarrollará la ley una vez aprobada.

Aplaude la prohibición de vender perros y gatos en tiendas porque «tienen unas necesidades que un establecimiento es muy difícil que pueda cubrir», señala. «El periodo de socialización de un perro va de las tres semanas a los tres meses. La comercialización suele abarcar ese periodo y puede que a la larga ese animal desarrolle problemas de comportamiento, que conducirá al abandono o a la eutanasia», señala.

Y considera que el texto va en la buena dirección cuando propone regular las colonias felinas con el método CER [captura, esterilización y reintroducción]. «Hay estudios que dicen que los gatos tienen un impacto muy importante en cuanto a la reducción de la biodiversidad del entorno en el que viven. Y el sistema CER busca reducir el número de gatos que hay en la calle porque no se reproducirán. Así que con el tiempo las colonias acabarán desapareciendo. Y lo supervisará un comité científico que evaluará los resultados. Ahora no hay ningún control y los gatos campan a sus anchas», manifiesta.

Molina se expresa en la misma línea: «Es la manera de acabar con la colonias de un modo ético; si los esterilizas, dejarán de reproducirse y esa colonia acabará desapareciendo porque mueren sin dejar descendencia. Pero cuando en algunas ciudades, incluida Palma, se ha cometido el error de capturarlos y eliminarlos, al cabo de poco tiempo en la misma colonia había docenas de gatos porque son muy prolíficos».

Sin embargo, profesionales de la Biología y de las Ciencias Ambientales discrepan y apuestan por la eliminación de las colonias para proteger la biodiversidad. «Son un problema muy grave, más aún en unas islas. En Formentera se ve muy claro, donde los gatos son un problema muy serio para la sargantana endémica, que está en peligro de extinción. Las ven y juegan con ellas hasta que se mueren, siguen su instinto. Sabemos que no pocas especies han desaparecido por la convivencia con los gatos», advierte Miquel Capó, doctor en Biología e investigador de la Universidad Politécnica de Madrid en temas de biodiversidad.

«Está contrastado científicamente que el CER no funciona a largo plazo. Si esterilizas al animal y lo reintroduces no se reproducirá, pero habrá un efecto llamada porque en ese espacio siempre habrá comida. Así que habrá una aportación de animales constante», indica.

«No quiero que parezca que queremos que se maten gatos. Pero nos preocupa la biodiversidad y el CER actúa a largo plazo, así que en Formentera ya se habrá extinguido la sargantana. Es una responsabilidad humana solucionar un problema que los humanos hemos causado», añade este experto, que por lo demás valora positivamente la ley.

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