Descubren dos dragones únicos en la iglesia de Montesión de Palma

Las pinturas murales del siglo XVI que han salido a la luz en el templo de la orden jesuita son inéditas en Mallorca y escasean en la península

Una de las pinturas murales del siglo XVI recién halladas

Una de las pinturas murales del siglo XVI recién halladas / Pere Terrasa

Raquel Galán

Raquel Galán

Dos dragones se esconden en Montesión. Puede que haya más, aunque los feligreses de la iglesia palmesana de la orden jesuita no los encontrarán. Están ocultos tras un retablo barroco pintados en los nervios constructivos de la bóveda de crucería de una de las capillas laterales.

«Estaba en la grúa observando la policromía de la bóveda y coloqué el teléfono móvil detrás del retablo para ver con la cámara qué había, debido a que no se puede acceder, y me pegué un susto tremendo cuando apareció de pronto el ojazo de un dragón». El descubrimiento del restaurador de arte Pere Terrasa es único en Mallorca.

Como dice el historiador Marià Carbonell, «su importancia radica sobre todo en que las pinturas murales con la figura de un dragón son un tipo de decoración que se desconocía en las iglesias de las islas y no es nada habitual en la península».

El singular hallazgo fue creado en el último cuarto del siglo XVI, según la datación llevada a cabo por los especialistas, y además de un ojo de cada dragón (están de perfil), se aprecian nítidamente las orejas, la nariz y una enorme boca con larga lengua de fuego y colmillos amenazantes.

Equipo interdisciplinar

«Miden un metro o un poco más y fueron pintados durante la primera fase constructiva de la iglesia. Están casi perfectos, pese a que no han sido retocados», como destaca el restaurador. Salieron a la luz por casualidad durante el trabajo de un equipo interdisciplinar para llevar a cabo los estudios previos y la redacción del proyecto de conservación y restauración de la iglesia de Montesión.

Carbonell, que ha realizado el informe histórico-artístico junto a su colega Concepció Bauçà de Mirabò, explica que los dragones están en la capilla de San Joaquín, también llamada de la Familia de la Virgen, y «son serpentiformes, es decir, tienen la forma alargada de una serpiente, adoptando la curvatura del nervio estructural de la bóveda».

Son los primeros que se ven en Mallorca y ahora pueden sumarse al poco más de medio centenar catalogados en la península. «Si uno contabiliza la cantidad de iglesias que hay de la Edad Media y Moderna, miles en todo el Estado, estas 54 pinturas murales de dragones encontradas son muy pocas», según compara.

Pere Terrasa y Alfredo Claret, de la empresa de restauración Xicaranda, en Montesión

Pere Terrasa y Alfredo Claret, de la empresa de restauración Xicaranda, en Montesión / B. Ramon

Simbología ambivalente

Un dragón serpentiforme puede tener «una connotación negativa, ya que la serpiente es en la Biblia la representación del diablo», tal como recuerda el historiador. Sin embargo, «es posible que en este caso adopte un sentido positivo, debido a que la ubicación en la que han sido pintados, sobre las cabezas de los fieles, como si les cobijasen, podría considerarse un conjuro de protección contra el mal, es decir, con un significado apotropaico», detalla.

La empresa de conservación y restauración de bienes culturales Xicaranda, con Terrasa y Alfredo Claret al frente, es la responsable del proyecto de la importante iglesia de Montesión, fundada en 1571, y los profundos estudios previos realizados durante dos años se han basado en la nave central y la capilla de San Alonso, donde está enterrado el primer santo de Mallorca.

Sin embargo, el extraordinario descubrimiento de las pinturas murales llevan a Pere Terrasa a asegurar que en el futuro estarán a la vista. «Estoy convencido de que los dragones podrán ser admirados por parte del público. No se ha abordado el tema, ya que todavía no estamos en esa fase. Hay que acometer una restauración global, en la que los hallazgos estarán incluidos, por supuesto».

Otros murales

Además, el conjunto pictórico de la capilla de San Joaquín muestra otro mural en la bóveda, junto a los dragones, consistente en una decoración de líneas geométricas simples y formas gallonadas, que alternan rojos y azules, tal como señala el informe. Se trata de un dosel o baldaquino, aparentemente, «acabado en una cenefa negra con motivos calados que imitan un bordado». Asimismo, «unas pequeñas catas realizadas en la plementería más cercana a la nave permiten observar que el repinte moderno esconde una decoración pictórica anterior, quizás un celaje».

El equipo interdisciplinar que dirige Xicaranda, integrado por restauradores, historiadores del arte, fotógrafos, técnicos en 3D, delineantes, químicos y geólogos, aún tiene un ingente trabajo por delante, que llevará años, aunque el resultado será una iglesia de Montesión rehabilitada y con la iconografía originaria de nuevo a la luz, incluidos los dragones.

Más hallazgos: Los querubines avanzan una misteriosa escena

«La iglesia de Montesión aún esconde muchos misterios», dice la historiadora Concepció Bauçà de Mirabò. Habla del otro gran descubrimiento junto a los dragones murales del siglo XVI: Han hallado varios querubines pintados en grisalla ocultos tras la tela del arco mayor, por lo que «será muy interesante descubrir qué escena acompañan, ya que seguro que forman parte de un mural que ahora no vemos». La especialista firma junto a Marià Carbonell el informe histórico-artístico de los estudios previos del proyecto de conservación y restauración del templo y creen que estos inesperados angelotes que han salido a la luz podrían pertenecer a una escena de una gloria celestial. Lo más probable es que dichos motivos daten de la primera mitad del siglo XVIII y que formen parte del programa decorativo que se desarrolló al inicio de la centuria. 

Junto a los querubines han detectado diferentes elementos ornamentales, como guirnaldas de flores y frutas, aunque será necesario retirar la tela pictórica más moderna, que representa la glorificación de San Ignacio de Loyola, para desvelar el mural completo, que mide 42 metros cuadrados, según el restaurador Pere Terrasa, quien encontró la grisalla. «En el momento en que veamos cuál era la escena total de las pinturas hasta hace poco escondidas, cambiará la visión que teníamos de la iglesia, ya que el aspecto será muy distinto», tal como avanza la historiadora. Y «puede que entendamos mejor el significado del conjunto, entre el arco mayor y las bóvedas».

En este segundo caso, Bauçà de Mirabò hace referencia a los murales ya conocidos, de los que han estudiado en profundidad el significado de las narraciones y de nuevo han realizado diversos descubrimientos: «Las escenas de las bóvedas se habían identificado hasta ahora con la vida de San Ignacio, concretamente con el tema del santo que recibe los dones del cielo, pero el tema es otro: Los medallones explican distintas visiones que tuvieron algunos de los santos más conocidos de la Orden de los Jesuitas, un tema muy típico del Barroco en España [...]. Pensamos que el discurso total destaca la parte mística de la Compañía de Jesús a través de sus santos», indica.

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