Diccionario de verano
Abuelos. Seres de mucha edad a los que se les lleva de vacaciones siempre y cuando cobren pensión y cuiden a los niños.
Alegría. Es alergia, disléxico.
Amigo. Conocido que tiene un barco.
Amor. Que te unten la tostada.
Aperitivo. El vestíbulo de la felicidad.
Ayuntamiento. Lo que deberían conceder a algunas familias una vez que han colocado la jaima, tres sombrillas, la mesa, las sillas, siete toallas y las neveras. Si conocen a la familia de al lado y se juntan, procede constituirse en Mancomunidad.
Beach club. Piscina comunitaria con pretensiones donde corre el champán y el cliente al recibir la cuenta.
Bicicletas. Pues para no ser para el verano, ayer casi me atropella una.
Botox. Hay mucho retraso si es por Correox.
Cenita. Cena pantagruélica.
Cervezas. Un día es un día. Y así llevamos desde junio.
Chiringuito. Extinguido hace años, se trataba de un modesto y entrañable establecimiento cerca de la orilla que ofrecía cerveza y pescado a buen precio. Los lugareños a veces lo llamaban merendero.
Decoro. Se prohibe ir a las camisetas sin torso.
Espeto. Julio Camba aconsejaba un vaso de vino por cada sardina. Y se podía comer diez de una sentada. Duró 77 años. No repitan esto en sus casas. Si acaso, en el restaurante previa consulta al (sumiller) especialista.
Estío. Y yo su sobrino.
Gambas. Infantería de la mariscada. Los carabineros son la policía y las nécoras, los tanques.
Gazpacho. Fuente de discusión. Las palabras mágicas que desatan las hostilidades: a mi madre le salía mejor
Gimnasio. En septiembre me apunto. Fijo.
Helado. Así es como te quedas cuando te dicen el precio de los espetos
Hotel. Todo inducido.
Jueves. Viceviernes.
Melón. El amigo que no capta, tras una semana, que ha de irse ya de tu apartamento en la playa.
Niño. Artefacto de pequeñas dimensiones con tendencia al movimiento y a los caprichos. Las molestias que ocasiona se mitigan entregándole el móvil.
Novela. Libro de seiscientas páginas que llevas y traes cada día a la playa. Acaba el verano y aún estás en la página diez sospechando del mayordomo.
Paella. Tarda cuarenta minutos.
Picoteo. Lo que comes mientras esperas la paella, que al final tarda una hora.
Sangría. Hay ingleses que creen que bebemos eso a diario desde hace siglos. No se explican por tanto cómo perdimos la batalla de Trafalgar.
Siesta. Abdicación de uno mismo de unos veinte minutos. No confundir con siestón, que tal y como aconsejaba Cela ha de ser de al menos dos horas con pijama y orinal.
Sol. Astro que vamos buscando para, una vez encontrado, evitarlo con una sombrilla.
Surfero. Término demodé para designar a un señor cachas que está bueno con independencia del deporte que practique. Si practica el surf se le puede llamar Redundancio.
Torrevieja. Alicante.
Uve. Te veo doble, wapa.
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