Entrevista

Álvaro Bilbao, neuropsicólogo: «Hemos olvidado que a los niños hay que educarlos y que necesitan normas»

Más de dos millones y medio de personas siguen en redes los consejos de crianza basados en la ciencia del autor de títulos como 'El cerebro del niño explicado a los padres' (34 ediciones) o 'Prepárate para la vida'. Mañana dará un taller en Palma.

Álvaro Bilbao imparte un taller sobre educación en positivo mañana sábado en el Conservatorio de Palma.  | PLATAFORMA EDITORIAL

Álvaro Bilbao imparte un taller sobre educación en positivo mañana sábado en el Conservatorio de Palma. | PLATAFORMA EDITORIAL / redacción

Redacción

Más de dos millones y medio de personas siguen en redes los consejos de crianza basados en la ciencia del autor de títulos como 'El cerebro del niño explicado a los padres' (34 ediciones) o 'Prepárate para la vida'.

-Defiende la educación en positivo, ¿qué es exactamente?

-Una educación que se basa en enseñar a los niños normas y límites, pero desde el afecto y el respeto a sus necesidades de desarrollo.

-Se dice que estamos creando una generación de cristal porque nos quedamos solo con lo del afecto y ‘nos olvidamos’ de los límites, ¿está de acuerdo?

-Muy de acuerdo. Veo mucho en consulta, y los estudios nos lo dicen, que los niños sufren cada vez más de sobreprotección. Confundimos esa necesidad de afecto con no poner disciplina ni normas. Yo empiezo a hablar de educación en positivo y escribo 'El cerebro del niño explicado a los padres' para destacar la importancia de poner límites desde una perspectiva de una educación equilibrada. Hemos pasado de un modelo de educación en el que imperaban las normas o los paradigmas del adulto y se educaba a base de castigos y gritos, a una educación en la que se valora por encima de todo el afecto, y se ha perdido el foco y parece que se ha olvidado que a los niños hay que educarlos, de que su cerebro necesita normas.

-¿Qué es peor un exceso de autoridad o una falta de límites?

-El cerebro es un órgano muy complejo y lo que necesita el cerebro es educar de una forma equilibrada. Si no pones normas el niño crecerá con mucha falta de confianza, de no sentirse capaz de resolver problemas y de no controlar qué puede hacer y qué no y no respetar las normas sociales. Por otro lado, si no les das afecto, va a sentir mucha inseguridad. Y a cada uno de estos excesos o carencias se asocia a un tipo de trastornos. Los de nuestra generación hemos sufrido muchos trastornos de depresión, mucha ansiedad... Los niños de ahora están más expuestos a fobias, trastorno obsesivo compulsivo, inseguridad...

-La teoría de la educación en positivo suena fácil, la práctica no.

-Es muy difícil, sobre todo si no la has vivido en tu casa o no te has formado. Por eso escribo libros, hago cursos... La Academia Americana de Pediatría en el año 2018 recomendó a los pediatras animar a los padres a formarse en educación positiva porque se ha visto que es más beneficiosa de cara a la autoestima, la confianza y la prevención de problemas de salud mental. Muchas familias han oído campanas, pero no saben dónde buscar información o no hacen muchas cosas bien porque igual no lo han entendido o integrado bien.

- ‘A mí me educaron así y no he salido tan mal’, ¿qué replica?

-Si te han educado con un modelo más rígido seguramente has tenido muchas cosas positivas, porque tras la equivocación de un padre hay un instinto que es bueno. El grito para que el niño no haga algo te sale porque no puedes permitir que haga algo que es malo para él, y eso es bueno, pero la forma no es la más adecuada para que el niño aprenda, te faltan herramientas.

-‘Ante una rabieta no puedes ceder, el niño no puede ganar’. ¿Es adecuada esa visión de una lucha entre niños y padres?

-La idea de fondo es buena, no ceder, pero hay que entender bien por qué, poniendo el cerebro como punto de partida. Y no es por ganar autoridad, es para que el niño aprenda. Si ponemos una norma, hay que hacerla respetar, si nos mantenemos firmes será más fácil para el niño entender las cosas que no le hacen bien. Si cambiamos de opinión le generamos confusión, ansiedad, rabietas más largas o un poquito más intensas. Un estudio muy reciente muestra que cuando un niño comete un error y el adulto se lo hace ver de forma tranquila y sin culpabilizarle, la corteza cingulada, la parte del cerebro que aprende de los errores, introduce esa información y lo aprende, mientras que si le hacemos sentir culpable, deja de aprender. La neurociencia confirma que una educación tranquila y centrada en que el niño aprenda sin sentirse culpable o asustado es muy beneficiosa para su desarrollo.

-En una sociedad acelerada, competitiva e hiperconectada 24 horas... ¿es más difícil educar con equilibrio?

-Nuestros padres en general estaban más presentes. Yo ahora veo a muchos adolescentes que ven a sus padres por la mañana, se van al instituto y nos los vuelven a ver hasta las siete de la tarde. Hay mucho tiempo de soledad, que está muy relacionado con el suicidio en la adolescencia. Luego, que tus hijos te hablen y tú estés mirando el móvil, que tengamos siempre mil planes que hacer... veo a muchos padres que quieren educar en positivo, pero los fines de semana siempre están con amigos, pasando de un plan a otro... y también es importante hacer familia, cenar juntos, tener tiempo para escucharnos... todo eso muchas veces es más trascendente que si una vez se te ha escapado un grito.

-En 2016 se hizo viral un titular suyo, una frase hoy muy repetida pero entonces no tanto: «Los niños no deberían usar pantallas hasta los seis años». ¿Hay ahora más evidencia científica para refrendar esa postura?

- En esa época se pensaba que el hecho de que un niño deslizara el dedo por una tablet era una muestra de que era muy inteligente. Yo llevo trabajando muchos años con rehabilitación cognitiva y siempre hemos descartado utilizar programas por ordenador porque sabemos que tienen un impacto mínimo o incluso negativo en la rehabilitación neuropsicológica de los niños. El niño aprende a través de la comunicación social, del refuerzo de un adulto... y aprende muy, muy poco o nada con las pantallas.

-¿Por qué?

-Para empezar se produce un efecto desplazamiento: todo tiempo que tu hijo está con una pantalla, no está corriendo, no está leyendo, no está hablando con un amigo cara a cara, no está peleándose con su hermano y resolviendo sus problemas de una manera más o menos adecuada.... Así, los niños aprenden menos. Y, por otro lado, hay un efecto en la motivación: las pantallas nos motivan tanto desde fuera que hacen que nuestra motivación intrínseca disminuya. Entonces, si a un niño le dejas un puzzle y una pantalla, va a elegir siempre la pantalla porque le llama más la atención por los sonidos, la velocidad de los estímulos es mayor... y el cerebro siempre va a preferir algo con estímulos más intensos.

-¿Metemos en el mismo saco la ‘tablets’ y el móvil que la televisión?

-Yo siempre he diferenciado pantallas interactivas como puede ser la tablet, el videojuego, la consola o un móvil, y una pantalla que no es tan interactiva como puede ser la televisión. De hecho, vamos, yo te digo que cuando nació mi segunda hija y mi hijo mayor tenía dos años, le ponía los dibujitos de Rayo McQueen para poder cambiar a la otra... hay que sobrevivir. Pero fíjate, desde los años 80 tenemos muchos estudios que ya nos demuestran que un mayor uso de la televisión, que es la pantalla menos interactiva y desde mi punto de vista, menos prejudicial, ya está muy relacionado con menos capacidad de atención, peor rendimiento académico y problemas de comportamiento, está estudiadísimo y comprobadísimo. Entonces, con moderación.

-Si solo pudiera dar un consejo a unos padres primerizos, ¿cuál sería?

-Lo me dijo un vecino un día que me vio muy agobiado: con los hijos el tiempo pasa y todo el tiempo que no aproveches no volverá. Lo más importante es que los padres se sienten en primera fila de la vida de sus hijos y disfruten, luego saldrán las dudas sobre la crianza y la dificultad de los límites y los conflictos, pero, oye, si crean una buena relación con sus hijos, los disfrutan y se sienten bien vinculados, todas esas cosas se van a ir resolviendo por sí solas o irán encontrando las respuestas.

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