Una quincena de concejales de Vox en Mallorca se rebelan contra la dirección del partido

La mitad de regidores de la part forana sopesan abandonar el partido en bloque después del debate de investidura de Feijóo si no cambia el talante de la dirección

El ascenso de Fulgencio Coll a vicepresidente de la formación en Baleares, la "gota que ha colmado el vaso"

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

En plena crisis entre PP y Vox por la cuestión lingüística, se abre una nueva encrucijada en la ultraderecha por la amenaza de escisión. El ascenso del líder de la formación en Cort, Fulgencio Coll, como vicepresidente del partido ha prendido la mecha de una incipiente rebelión interna en los municipios de la part forana, entre los que existe un malestar generalizado con la cúpula de Vox. De hecho, una quincena de concejales de distintos pueblos sopesan dejar el partido en bloque después del debate de investidura de Feijóo, tras una etapa de "ninguneo" y "abandono" por parte de la dirección.

Así lo explican a este diario varios de los regidores que ahora, tras el nombramiento de Coll también como responsable intermunicipal de todos los concejales (la "gota que ha colmado el vaso", aseguran), se plantean pasarse al grupo mixto en sus respectivos ayuntamientos por las desaveniencias con varios de los miembros del núcleo duro de Vox. Alegan estar disconformes con la directiva y su "juego de poderes", pero no con la ideología del partido, a la que siguen siendo leales "a pesar de todo".

La dirección nacional y la cúpula del partido en Baleares, liderada por Patricia de las Heras, ha logrado poner coto hasta ahora a las tensiones generadas entre dos corrientes, una más liberal y otra ultraconservadora, que comparten siglas bajo el nombre de Vox. Con todo, las diferencias entre la línea de Jorge Campos y la de Fulgencio Coll han salido a la superficie y las voces disidentes afines al primero, ahora diputado en Madrid, se multiplican en la part forana. Critican la imposición de una dirección "autoritaria" y "dictatorial" que veta a los concejales a la hora de tomar decisiones y que los relega a un segundo plano. Algunas voces incluso acusan de "contratar a dedo" a antiguos miembros del extinto Ciudadanos, en lugar de apostar por promociones internas en la formación.

También denuncian la falta de apoyo del Comité Ejecutivo Provincial (CEP), un órgano interno que representa a toda la cúpula y al que se acaba de incorporar Coll, y afirman que tiene abandonados a los concejales desde antes de las elecciones. Las campañas de los comicios autonómicos, explican, se tuvieron que organizar en muchos municipios con los recursos de los propios candidatos, frente a una dirección distante que "no les ha respaldado" ni siquiera en casos de agresiones físicas a algunos de ellos.

Según explican, hace cerca de un año que la formación ha ido mudando la piel hasta dejar al descubierto las costuras del ala dura del partido, que además de "censurar" a los disidentes, ha colocado en último escalón de la jerarquía a los concejales. Como ejemplo, con la entrada de Coll y su número cinco en Cort, Sara Cerdó, al grupo de WhatsApp de la organización Intermunicipal, la nueva política pasa por silenciar a los regidores, que ahora no pueden intervenir ni enviar mensajes.

Los concejales díscolos señalan a los perfiles con mayor peso en el partido, como Pedro Bestard, Sergio Rodríguez, María Vidal, Agustín Buades o María José Verdú, de orquestar la reorganización para imponer su dirección, repartirse los roles y cerrar filas en torno a un núcleo hermético. Este diario ha intentado sin éxito recabar su versión sobre un supuesto cisma interno al que, como mucho, quitan importancia o incluso aseguran que desconocen.

Sin embargo, de los 30 regidores que tiene Vox en la part forana, cerca de la mitad planean firmar un comunicado conjunto en las próximas semanas anunciando su salida de Vox si no cambia el talante de la dirección: "Hemos tenido que dar la cara frente a simpatizantes y afiliados que han notado lo que está pasando", lamentan.

Contando los concejales de Ciutat, Mallorca tiene un total de 36 ediles de Vox. Por descontado, Palma es afín a la dirección, al igual que algunos municipios como Llucmajor, Marratxí o Bunyola. Entre el resto de pueblos corre un malestar enquistado por un giro de timón "déspota" y "poco democrático" que amenaza con escindir el partido desde dentro.

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