Más de cien niños diabéticos de Baleares, atendidos en clase el pasado curso

Las enfermeras de los centros de salud próximos se desplazan para inyectarles o manipular su bomba de insulina hasta que son autosuficientes

Tras la diabetes, la epilepsia es la patología más asistida

De izquierda a derecha, Escarrer, Marina Ovejero, enfermera gestora de Salud Mental, y Marilen Sansó, de CoorEducaSalut. | IB-SALUT

De izquierda a derecha, Escarrer, Marina Ovejero, enfermera gestora de Salud Mental, y Marilen Sansó, de CoorEducaSalut. | IB-SALUT / IB-SALUT

I. Olaizola

I. Olaizola

Más de cien escolares con diabetes fueron atendidos el pasado curso 2022/23 en sus propias aulas para conseguir que puedan disfrutar de una escolarización lo más normalizada posible y que la enfermedad no condicione su desarrollo curricular así como que incida lo menos posible en su bienestar físico y emocional, el principal objetivo del servicio CoorEducaSalut.

Su coordinadora Mercedes Escarrer aporta datos de Mallorca referentes al pasado curso académico.

«El año pasado coordinamos la atención de un total de 194 niños escolarizados. 101 de ellos eran diabéticos; 27 epilépticos; 22 alérgicos con riesgo de anafilaxia (reacción generalizada, de instauración rápida, que puede ser grave y, en algunos casos, incluso mortal); 14 que padecían cardiopatías congénitas ante las que hay que estar vigilantes por el riesgo de una muerte súbita, 3 con asma y otros 25 con otras patologías que necesitan de intervención profesional entre las que se encuentran los sondajes urinarios o los menores que han de llevar bolsas de colostomía (recipiente exterior para recolectar las heces)», desgrana.

Ella y sus dos enfermeras gestoras de casos que le ayudan en esta ingente labor (ver imagen que acompaña esta información) de coordinar hasta tres servicios diferentes de atención al menor escolarizado, son las encargadas de movilizar al personal sanitario del centro de salud más cercano a la escuela donde se encuentra el menor necesitado de asistencia.

«La diabetes es, con diferencia, la patología que más atendemos. Mandamos a las enfermeras del centro de salud más próximo para que inyecten o manipulen la bomba de insulina que lleva el menor o, simplemente, para que le realicen las pruebas de glucemia (medición de azúcar en sangre) que precisen», detalla.

Intentan en la medida de lo posible ir educando al alumno en el manejo de la enfermedad crónica que le acompañará el resto de su vida, pero esa enseñanza que le llevará a la independencia en el control de la patología está marcada por la edad y la madurez del propio niño.

«A veces dejamos en manos del tutor la puesta de insulina pero cuando se van a una excursión escolar solemos avisar al centro de salud más próximo al lugar de visita», añade Escarrer subrayando que ya hay niños que a los ocho años son completamente autosuficientes.

134 desfibriladores instalados

También se congratula la pediatra coordinadora de estos programas de que desde el inicio del programa CoorEducaSalut (curso 2016/17) ya se han instalado 134 desfibriladores en aquellos centros educativos con alumnos que padecen cardiopatías congénitas con riesgo de muerte súbita.

«Y personal sanitario de los centros de salud se desplaza a las escuelas para impartir al profesorado formación en su uso así como en las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) vitales mientras llegan los servicios de emergencias», añade.

Que también se debe velar por la salud de los alumnos en las escuelas donde pasan gran parte del día y que se está trabajando en ello queda constatado por la creación de las comisiones de salud que ya son obligatorias en cada centro escolar desde el curso 2020/21, cuando se instauraron con el objeto de controlar los contagios por covid en las aulas para evitar una mayor difusión vírica.

«Por lo general, están formadas por el director de la escuela, un profesor, normalmente el de Educación Física, personal sanitario del centro de salud próximo y, a veces, miembros de las Apimas (Asociaciones de Padres y Madres). Y han venido para quedarse», concluye Escarrer.

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