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Juan Martín Rodríguez: «La Guardia Civil se integró muy pronto en Mallorca al incorporar a agentes de la isla»

«En el siglo XIX había muchos hurtos, robos y asesinatos; los hombres solían llevar armas blancas y de fuego»

El sargento mayor Juan Martín Rodríguez, autor de ‘La Guardia Civil en las Islas Adyacentes’.

El sargento mayor Juan Martín Rodríguez, autor de ‘La Guardia Civil en las Islas Adyacentes’. / X.P.

Xavier Peris

Xavier Peris

Jubilado tras 44 años de servicio en la Guardia Civil, la mayor parte en Mallorca, el suboficial mayor Juan Martín Rodríguez se dejó llevar por su interés por la historia y descubrió que no había ninguna obra sobre los inicios de la Guardia Civil en Mallorca. Tras bucear durante tres años en hemerotecas y boletines oficiales ha publicado La Guardia Civil en las Islas Adyacentes (1846-1936), un recorrido por el primer siglo de la Benemérita en Balears.

Nos situamos en el 20 de septiembre de 1846. ¿Cómo fue la llegada a Mallorca del primer contingente de la Guardia Civil?

Obedece sobre todo al interés del fundador de la Guardia Civil, el duque de Ahumada, que pretendía distribuir efectivos del recién creado cuerpo por toda España. Estaba formado por un teniente y 24 guardias, que llegaron al puerto desde Barcelona en el paquebote El Mallorquín tras dos días de travesía.

Veinticinco hombres para dar servicio a toda Mallorca.

A toda Balears. Se da la circunstancia de que el teniente al mando era un mallorquín, Pedro José Sancho, miembro de una familia noble de Artà. Y el hecho de que viniera él fue una decisión también del duque de Ahumada, que quería que la Guardia Civil se integrase rápidamente en la población. Y qué mejor manera que poner al mando a un hombre nacido en esta tierra.

¿De dónde venía este hombre? ¿Era militar?

Cuando llega aquí tenía 46 años. Con 16 se había alistado como soldado en el regimiento Almansa. En la época era normal que los nobles que no eran los primogénitos siguieran la carrera militar o la eclesiástica. Participó en la primera guerra carlista, donde por méritos de guerra ascendió a subteniente, y luego ya de capitán lo encontramos en el regimiento provincial de Barcelona. Y cuando se funda la Guardia Civil solicita el pase.

Era capitán pero llegó aquí como teniente.

Porque los militares cuando ingresaban en la Guardia Civil bajaban un grado. Era un sacrificio, que se compensaba con el prestigio de formar parte de un nuevo cuerpo militar que en la época era muy atractivo.

Era el único mallorquín del cuerpo.

Sí, pero a los pocos años ya hubo aspirantes mallorquines. La gente se dio cuenta del gran servicio que prestaba la Guardia Civil en la protección de los ciudadanos. Y empezamos a tener guardias de Mallorca.

¿Tenían problemas para entenderse con los mallorquines?

Sí, en los primeros años había problemas de entendimiento, porque los primeros guardias provenían de la península y aquí en el campo todos hablaban mallorquín. El hecho de que en pocos años ingresaran guardias mallorquines contribuyó a que se fueran integrando.

¿Qué requisitos se les pedía?

Ser licenciado del Ejército con buena conducta, soltero o viudo sin hijos, y saber leer y escribir. Esas fueron las primeras exigencias, que dado el nivel de analfabetismo de la época, eran altas.

¿Qué armas utilizaban?

Era un armamento adaptado a sus necesidades, porque a veces tenían que recorrer largas distancias para realizar sus servicios y patrullas a pie. Llevaban un fusil, una espada y una pistola.

¿Cuál era la situación social de la Mallorca de entonces?

Balears era un territorio eminentemente agrícola, que registraba hambrunas en los periodos de sequía, lo que provocó una gran emigración, sobre todo a Argelia y a Sudamérica.

¿Y cuáles eran los principales delitos a los que se enfrentaban los guardias civiles?

Aquí ya no había la problemática de bandolerismo que podía haber en Andalucía, pero había muchos hurtos y robos, sobre todo de productos del campo. Y había muchos asesinatos, casi siempre relacionados por cortejos. Dos hombres que pretendían a la misma mujer y acababan matándose. Era una sociedad violenta. Los hombre solían llevar armas blancas y había muchas armas de fuego, que muchos habían traído a su regreso tras la independencia de las colonias de América. La Guardia Civil fue muy elogiada por la función de protección que prestaba, por ejemplo, durante las fiestas populares. Antes de que los mozos entraran en los bailes hacían una requisa de armas blancas.

Portada del libro: La Guardia Civil en las Islas Adyacentes, del sargento mayor Juan Martín Rodríguez.

Portada del libro: La Guardia Civil en las Islas Adyacentes, del sargento mayor Juan Martín Rodríguez. / xavier peris. palmaXavier Peris

¿Dónde estaban instalados aquellos primeros guardias?

En conventos obtenidos de la desamortización. Primero en Sant Francesc, y cuando resultó dañado por un terremoto en 1851 se trasladaron a la Mercè, que también tenía una cárcel. De allí pasaron la calle Frailes, cerca de Sindicato. Luego a la barriada Bons Aires, en General Riera. Allí se instaló en 1929 el cuartel que estuvo en funcionamiento hasta la construcción de la actual comandancia.

¿Y cuándo se extendieron a los pueblos?

En aquella época el coste de los inmuebles donde se instalaba la Guardia Civil corría a cargo de los ayuntamientos. Pero los alcaldes no eran tontos y sabían que les compensaba ceder una casa para tener en el municipio un acuartelamiento de la Guardia Civil que velase por la seguridad. En 1847 ya se crea un puesto en Andratx, y pocos años después otro en Llucmajor, hasta extenderse por toda la isla, y también a Menorca y Eivissa.

¿Cuales son los incidentes más destacados de la época?

A finales de 1847, poco después de su llegada a Menorca, se produce el asesinato de dos guardias civiles a manos de unos cazadores furtivos que habían detenido. Los asesinos escaparon de la isla. Se marcharon a Estados Unidos, a Nueva Orleans, y nunca volvieron. Estos guardias fueron los primeros caídos en acto de servicio en las islas. Por otro lado, también hago mención de lo que denomino los garbanzos negros, como el caso de dos guardias que en 1879 mataron a dos mujeres e hirieron a otra y a un hombre para robarles en Llucmajor. Fueron sometidos a un consejo de guerra y fusilados en el foso de la muralla, en la Porta de Jesús de Palma.

Me ha llamado la atención el título de su obra, esa denominación de Islas Adyacentes. Es una visión muy centralista.

Es la denominación de la época, que viene de finales del siglo XVIII. Es la visión que se tenía desde Madrid, claro .

¿Qué conclusión ha sacado de su investigación?

Pues que a la Guardia Civil aquí siempre se la ha querido mucho. Dedico un capítulo a elogios y críticas, y hay muchos más elogios que críticas. La ciudadanía siempre ha agradecido la labor callada de la Guardia Civil.

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