El convento de Sant Jeroni se entreabre al público

Una treintena de personas visita el convento de Santa Elisabet en el marco de la exposición de los tapices de Gaudí hallados en su interior

Raquel Galán

Raquel Galán

«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.

El templo fue la primera parada de un recorrido muy esperado por los aficionados al patrimonio, la historia del arte y, por supuesto, los conventos de clausura, tan difíciles de visitar. Tras el fragmento interpretado por la soprano Pilar Rosselló, con Bartomeu Seguí al teclado, los 30 inscritos continuaron la ruta de la mano del guía y restaurador Pere Terrasa y conocieron el resto de la amplia planta baja.

No pudieron subir a la planta noble ni conocer las celdas de las religiosas, aunque era la primera vez en décadas que la orden de Sant Jeroni abría al público las puertas de uno de los conventos más importantes de Mallorca, que tiene el interés añadido del conflicto judicial entre las monjas y el Obispado por la propiedad del recinto del siglo XV.

La Federación Jerónima de Santa Paula ganó en los tribunales el pasado julio, pero la Diócesis recurrió, por lo que la disputa prosigue. «Pese a que la sentencia es muy contundente, hasta que no se resuelva en altas instancias no se pueden llevar a cabo proyectos más ambiciosos, por lo que la orden continuará con su labor de mantenimiento, ya que tiene la posesión civil», en palabras de Rosselló, que además de soprano es la abogada que está defendiendo a las Jerónimas.

Nueva visita el 7 de enero

También quieren «compartir con la sociedad mallorquina todo su arte y su carisma», añadió, por lo que han impulsado un programa de actividades que se inició el 24 de septiembre con el concierto de la prestigiosa organista catalana Montserrat Torrent. Continuó con la presentación del hallazgo en el convento de dos tapices inéditos de Gaudí. Se dieron a conocer el 21 de noviembre y las piezas están expuestas en Can Balaguer junto a otras de gran valor.

La visita de ayer comenzó allí y habrá una nueva el sábado 7 de enero. Antes se celebrará una conferencia, el 22 de diciembre, titulada Gaudí i les quaranta hores de Sant Jeroni: una sensibilitat barroca, a cargo de la experta en el artista catalán Maria Garganté. La exposición en el casal municipal permanecerá hasta el 28 de febrero.

Volviendo a Sant Jeroni, tras el canto de la Sibil·la en la iglesia con motivo del décimo aniversario de su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, los asistentes conocieron el claustro, el antiguo cementerio situado en el patio, el huerto y las columnas de la extinta sala capitular.

Están al aire libre y es lo único de esa parte del convento que no acabó derrumbado tras un bombardeo durante la Guerra Civil. Terrasa contó que allí estaban reunidas todas las monjas, pero huyeron de inmediato al refugio bajo tierra que tenían, excepto una que era ciega, por lo que una enfermera fue a buscarla y ambas murieron sepultadas por los escombros.

También explicó que, pese a que nunca llegaron a reconstruir la sala capitular, recuperaron sus baldosas de cerámica valenciana, muy valiosas. Y relató que, como en un principio había peligro de derrumbe del claustro, todas las hermanas fueron redistribuidas en distintos conventos temporalmente. Fue el único momento en que rompieron la clausura. Son algunas de las muchas anécdotas que el guía explicó a los curiosos asistentes de ayer al monasterio de Santa Elisabet.

Por último, visitaron la sala previa al torno y el refectorio, los lugares en los que se encuentra la muestra titulada De la terra al cel, una representación de las piezas de cerámica que utilizaban las enclaustradas en su día a día. La única vez que se había abierto al público anteriormente fue tras el concierto de Montserrat Torrent en septiembre. Los objetos están divididos por temas, como por ejemplo cerámicas para cocinar, comer, de decoración, higiene, devoción, enfermería, construcción, almacenamiento y hacer matances, entre otras.

Los dos elementos pictóricos que el restaurador explicó fueron los dos retablos del templo, ya que el resto de las obras se encuentran almacenadas en el monasterio de Sant Bartomeu. Ambos datan del siglo XVII, y el del altar es obra de Pere Joan Pinya y fue patrocinado por las hermanas Sureda, las grandes mecenas del convento.

Compraron incluso a la orden de Malta parte del terreno necesario para construir el presbiterio, tal como detalló Pere Terrasa. El otro retablo, el Sant Crist, es de Gaspar Homs Bestard, patrocinado por sor Maria Aina Castinell. Según el especialista, «fue muy original en su momento porque sustituye las columnas del primer cuerpo por ángeles atlantes que abren una cortina, elementos que luego se usaron mucho en la retablística mallorquina», destacó.

Terrasa fue quien se encargó en 2016 de realizar el inventario del convento, antes del traslado de todas las obras a Inca. En total suman alrededor de 800 piezas y, según explicó Pilar Rosselló, «han sido almacenadas conforme a las prescripciones técnicas del Consell de Mallorca y del Instituto de Patrimonio Cultural de España. Se trata de un traslado temporal porque las obras están vinculadas a la declaración del monasterio como Bien de Interés Cultural (BIC). Para preservarlas lo mejor posible, se optó por habilitar un espacio en Sant Bartomeu, ya que aquí no hay monjas», concluyó sobre el tesoro de Sant Jeroni.

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