El arquitecto Antoni Gaudí dejó a principios del siglo pasado su impronta en la catedral de Mallorca, pero también en otras obras menores diseminadas por la isla. Asiduo del monasterio de Sant Jeroni de Palma, para las monjas Jerónimas diseñó unos tapices de pequeño formato desconocidos hasta ahora y que el restaurador Pere Terrasa ha localizado, dos en el propio convento, y otro más en manos de un particular. Estos hallazgos se mostrarán este viernes en Can Balaguer, en la exposición 'Gaudí i les 40 hores', que se mantendrá hasta el 28 de febrero. 

«Dentro de los cajones también hay maravillas, cosas más pequeñas, cosas que sin estar en este contexto no tendrían importancia, pero que cuando vas abriendo un cajón y otro... lo que habías expurgado del primero empieza a tener sentido», ha relatado este lunes Pere Terrasa sobre su trabajo. El restaurador encontró dos de estos pequeños tapices guardados entre casullas y otras prendas textiles religiosas, metidos en un gran arcón en el convento de Sant Jeroni, en febrero de 2016, cuando inventariaba los bienes de la orden de las Jerónimas. No los identificó como obras de Gaudí, pero le llamaron la atención y decidió enviarlos al convento de Sant Bartomeu, en Inca, donde se estaban guardando los bienes de las religiosas. «La verdad es que estuvieron un par de días sobre la mesa donde trabajaba, esperando a ver qué hacía con ellos, si los ponía con la colección o no... Y un día los puse, más que nada por la entidad que tenían, porque se veía un trabajo y una intencionalidad», ha recordado.

Fue leyendo el libro Antonio Gaudí. Mi itinerario con el arquitecto, del escultor Joan Matamala, estrecho colaborador del arquitecto catalán, cuando Terrasa ató cabos y pensó que aquellas piezas podrían ser obra del conocido arquitecto, intuición que le llevó a ir a Inca a medianoche para ver de nuevo los tapices. «No podía esperar a la mañana porque me parecía algo grande y que había pasado por mis manos sin darme cuenta», ha contado el conservador, quien posteriormente confirmó su sospecha con la experta Maria Garganté, comisaria también de la exposición en Can Balaguer.  

Los tapices son de vivos colores, están hechos con diferentes telas, como la pana y el terciopelo, con partes bordadas y montados sobre cañamazo. En uno se lee INRI y en el otro, según Terrasa, hay unas letras que podrían corresponder a un anagrama de Cristo. Ambos tienen la forma sacramental en el centro y están inspirados en la liturgia de las cuarenta horas que Jesús estuvo en el sepulcro. Y son idénticos a los que se describen en el libro de Matamala.

Según dejó escrito este escultor, y ha comentado Terrasa, en 1912, Gaudí creó estos tapices a petición de las monjas de Sant Jeroni, que querían renovar los damascos que utilizaban los días de la liturgia de las cuarenta horas. El arquitecto les aconsejó emplear retales de tapicería, más baratos que la seda. Y así lo hicieron, con ayuda de una bordadora, hermana de un carpintero que trabajaba en la sillería de la Seu. El nombre de esta mujer sigue siendo una incógnita, pero era profesional, ha destacado el restaurador.

El libro de Matamala describía un tapiz más y fue localizado en una colección privada, que creó el sacerdote Guillem Puigserver Munar, quien formó parte del séquito del obispo, vivía en el Palau Episcopal, igual que lo hacía Gaudí, y fue director espiritual de religiosas. «Después de más de cien años se volverán a juntar estas tres piezas», ha resaltado Terrasa.

En la presentación de estos tapices también han participado Pilar Rosselló, asesora jurídica de las Jerónimas, la priora del Monestir de Santa Elisabet de Palma y presidenta de la Federación de los Monasterios de Monjas de la Orden de San Jerónimo, Natividad Sanz, quien ha intervenido por teléfono, Maria Garganté, a través de un vídeo, Antoni Noguera, regidor de Cultura, y Miquel Àngel Contreras, coordinador de este área. 

Tanto Rosselló como Sanz han remarcado que la cesión temporal de estos tapices y de otras piezas inéditas que se mostrarán en la exposición de Can Balaguer responde a su intención de «cuidar y custodiar» el patrimonio. Además, la letrada ha manifestado su esperanza de que con esta colaboración con el Ayuntamiento «quede zanjada la insidia» contra las religiosas. Cabe recordar que las monjas y el Obispado han litigado durante años por la propiedad del convento, que en primera instancia ha sido reconocida a las Jerónimas.

El área de Cultura de Cort ha indicado que en la exposición se mostrarán un total de 15 piezas del monasterio y se reproducirá el montaje que se realizaba en Sant Jeroni para las cuarenta horas. 

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Can Balaguer expone tres tapices inéditos de Gaudí en Mallorca