«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Un pasillo y estancias en la primera planta, que no fue visitada en el recorrido realizado ayer.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Una visitante hace una foto al claustro, cuyo patio era el antiguo cementerio.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Cerámica con la representación de una estación del Via Crucis.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Más visitantes ayer en Sant Jeroni.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Pilar Rosselló y el organista Tomeu Seguí.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
La exposición de objetos de cerámica ‘De la terra al cel’.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Una zona del extenso jardín.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Sant Jeroni se entreabre al público.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Sant Jeroni se entreabre al público.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
Sant Jeroni se entreabre al público.
Manu Mielniezuk
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.
«Cerrad los ojos e imaginad que estáis en Nochebuena cien años atrás», propuso el cicerone. Y el canto de la Sibil·la empezó a escucharse en la habitualmente desierta iglesia de Sant Jeroni acompañado por su valiosísimo órgano del siglo XVIII. Ocurrió ayer a mediodía durante la visita organizada por las Jerónimas al convento de Santa Elisabet, sin monjas desde 2014, ya que las cuatro que habitaban el recinto medieval se trasladaron al de Sant Bartomeu, en Inca, debido a su avanzada edad.