Incendios

El impacto intercontinental de los grandes incendios

La masa de partículas de los fuegos activos de Canadá alcanzó ayer Galicia y estará durante dos días

Masa de aire canadiense, ayer sobre Cíes.

Masa de aire canadiense, ayer sobre Cíes. / JAVIER TENIENTE

Coco Vecino

Entre Quebec y Vigo hay 4.845 kilómetros. Son exactamente los que ha recorrido la masa de aire cargada de partículas procedentes de los más de 400 incendios forestales que arrasan Canadá. Un trayecto similar al que realizan las aves migratorias y que pone de relieve la falta de fronteras en cuestiones medioambientales. Y que, en este caso, funciona como una alerta mundial.

Científicos como Mark Parrington (Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus – CAMS, en ECMWF, emisiones de incendios forestales y de fuentes antropogénicas y naturales, y su influencia en la composición atmosférica global para la Comisión Europea) lo ha dicho claro en su Twitter: esta es una muestra del impacto intercontinental de los grandes incendios. Algo similar sostiene la AEMET en su cuenta. “Lo que sucede en determinadas zonas del planeta puede acabar notándose en lugares muy distantes. En la imagen de satélite observamos cómo el humo de los incendios de Canadá alcanza la Península Ibérica. Más al sur, se aprecia el polvo en suspensión procedente del Sáhara”.

Pero, ¿cómo es posible que el ‘humo’ canadiense haya llegado hasta Galicia? Por las corrientes de aire. “Los grandes incendios forestales, como es el caso de los canadienses, generan nubes (denominadas pirocúmulos) que logran alcanzar altitudes que pueden llegar hasta los 10 km. A estas altitudes se encuentran con los intensos vientos asociados al jet stream, que es la corriente en chorro que se desplaza de este a oeste y es la que hace que este humo que se genera en otro continente cruce el Atlántico a gran velocidad y llegue a Europa”, indican desde la Consejería de Medio Ambiente.

El país norteamericano lleva semanas luchando contra el fuego desde que se declaró el primer incendio. Ese aire caliente cargado de monóxido de carbono, entre otros compuestos derivados de la combustión, son desplazados por corrientes de aire, similares a las que utilizan las aves en sus vuelos de larga distancia anuales. En el camino van perdiendo la concentración que tienen en el punto de origen, pero siguen siendo masas de aire con partículas contaminantes.

La Unión Europea ha observado este desplazamiento, así como la composición de estas masas de aire con los satélites de Copernicus, pero también a través de aviones comerciales dentro del proyecto IAGOS. Se trata de una infraestructura de investigación europea para observaciones globales de la composición atmosférica desde aeronaves civiles. Y a la que recientemente, se ha unido un avión comercial canadiense para recoger en tiempo real la composición de estas masas de humo y poder analizar sus efectos.

Así, mientras Canadá mantiene la alerta 5 en todo el país (significa que extinguir los incendios es prioritario y ha movilizado equipos y dinero, también de otros países, como bomberos españoles), Europa observa la llegada de la ‘nube’ a sus cielos y analiza científicamente su impacto.

El equipo de Calidad del Aire de MeteoGalicia asegura que “según el modelo Chimere y las medidas de las estaciones que hay en la Comunidad hay concentraciones bajas de partículas en Galicia y no afecta a la salud humana”. “Este humo (que estará hasta mediados de semana) está retenido en capas altas de la atmósfera, por lo que no se prevé que toque a nivel de superficie terrestre”, recalca la Xunta.

Sin partículas abrasivas pero menor visibilidad

Un vuelo regular Madrid-Vigo en línea comercial suele realizarse a una altura de unos 30.000 pies (9.000 metros) por lo que la bruma, formada por las partículas de los incendios forestales de Canadá afectan a la visibilidad de los pilotos. “El despegue y el aterrizaje son los momentos más sensibles, pero de ser necesario se pueden realizar apoyados en instrumental”, explica Luis, piloto comercial con 37 años de experiencia a bordo de aviones como Airbus 320, Airbus 340 o McDonnell Douglas DC-10. “En principio un incendio forestal no tiene que afectar al avión a no ser que se genere una gran masa de humo. Es distinto que el humo volcánico, que tiene partículas que actúan como cristales arañando el fuselaje y estropeando el motor, son corrosivas”, continúa el comandante.

“Pero este humo forestal sí puede afectar al sistema donde se recicla el aire, que es el que se respira en cabina”, añade. Y aclara que los pilotos reciben información meteorológica antes de cada vuelo, así como las posibles rutas alternativas, de ser necesario. “Arriba es difícil que afecte a la visibilidad, es una cuestión de aproximación al aeropuerto. Además, siempre podemos volar a otra altura más segura”, señala. No así en el caso de los helicópteros (Guardia Civil, Policía Nacional o vigilancia antiincendios), cuyo techo de vuelo es menor y una buena visibilidad es importante. Y recuerda un vuelo Guinea Ecuatorial-Madrid en el que el avión estaba completamente lleno de polvo por la calima que atravesaron como ejemplo. Ayer Peinador continuó con su actividad con normalidad.

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