Opinión

Real Sociedad-RCD Mallorca | La Opinión de Matías Vallés: El Mallorca estará en Arabia Saudí

Real Sociedad - Mallorca

Real Sociedad - Mallorca / Juan Herrero

Matías Vallés

Matías Vallés

Jugar contra la Real Sociedad no es un partido, es una escalada. Calculábamos escépticos a qué distancia de la cima se quedarían los mallorquinistas sin oxígeno. Sin embargo, la presión inicial bermellona y el desbarajuste vasco nos obligaron a reajustar la brújula. Si la montaña no va al Mallorca, el Mallorca conquista la montaña. A penaltis, si es necesario.

Una vez cada cuarto de siglo, el Mallorca accede a la final de Copa, una vez cada veinte años gana en Anoeta, la conjunción de ambos prodigios en una sola noche suena a embrujo de Harry Potter. La semifinal ya es un pasado triunfal, con la final de Sevilla de mero trámite. Lo crucial es que el mallorquinismo estará en Arabia Saudí como embajador del fútbol en la Supercopa. Después del embajador mallorquín del tenis, ya solo falta encontrar un embajador de la ensaimada. 

Aguirre siempre elige el camino más difícil, por lo que preparó un equipo para la segunda mitad, con las figuras en el banquillo. Al igual que Jesucristo en las bodas de Caná, el mexicano también reserva el buen vino para el final del banquete. El Mallorca definido por Muriqi tiene como talismán a Pichichi Abdón, protagonista del único remate con intención de ambos semifinalistas en la primera mitad. Añadan al descansado Darder redimido por su penalti, y sugieran a la gerencia que efectúe una redistribución de la masa salarial.

El gol de Gio trastocó los planes de Aguirre, que quería clasificarse por cero a cero

El entrenador del Mallorca no tenía prisa por irse a cenar. Se había planteado ganar las semifinales y la final de Copa sin molestarse en marcar ni un solo gol. Por tanto, el magistral cabezazo de Gio al inicio de la segunda mitad desbarató los planes de Aguirre, que confiaba en mantener el cero a cero hasta los penaltis. Larin pudo rematar, pero la falta de costumbre y de remate le aconsejaron desviar un balón que hubiera hallado más fácil acomodo en la red. Pronto hubo que resignarse al empate de Oyarzabal, para tranquilidad del mexicano con x de empate.

Nadie condenará al Mallorca por falta de atrevimiento. En cambio, la Real acobardada y decepcionante imploró los penaltis desde el primer minuto. Confundió al rival mallorquín con el partido de vuelta ante el Paris Saint Germain, que puede darse por clasificado a los cuartos de la Champions.

La Real estaba tan predispuesta a la tanda de penaltis, que se le concedió uno de prueba en la primera mitad. Por fortuna, el impasible Greif detiene penas máximas con la parsimonia de quien come palomitas en el cine. Era otra prueba de que la Real padecía la tensión acumulada de la semifinal.

El Mallorca es un equipo corriente que ha disparado su voltaje en la Copa, la Real se empleó por debajo de sus posibilidades. Su desempeño viene sintetizado en la hiperactividad estéril de Kubo, una víctima de la sobreexposición que lo hace tan cargante como esas personas que se desviven por agradar. Parece que trabajan sin cesar, cuando solo están cambiando las cosas de sitio.

Las opciones antes de empezar la eliminatoria eran de 90-10 para la Real. El Mallorca doblegó esa diferencia abismal hasta un 50-50 durante el partido de vuelta, y la disparó a un 3-5 para los bermellones en la tanda de penaltis. Un equipo con tendencia perdedora se reconcilia por primera vez esta temporada con una afición entregada muy por encima de la recompensa recibida. El objetivo final consiste en exportar la democracia a Arabia, sin olvidar que el objetivo secundario de mantener la Primera todavía no está logrado.