Un partido que no pasará a la historia, Ricard

El Mallorca-Celta disputado ayer no pasará a mi particular memoria como el primero en un remodelado por completo Son Moix, sino como el de la última crónica de un partido de los rojillos escrita en Diario de Mallorca por Ricard Cabot, jefe de deportes de este diario y compañero de cabecera durante treinta años. Tampoco merece especial recuerdo por el fútbol creado, un poco más de lo mismo a lo que nos tiene acostumbrados este equipo, que tampoco figurara entre los mejores de la historia. Convendrá conmigo Ricard, incluso, que ninguno de los que ayer llevaban en la camiseta el escudo del Mallorca figurará entre los cien mejores jugadores de este emblemático club, con nombres como Etoo, Valerón, Ibagaza, Roa, Stankovic y un largo etcétera. Tampoco el fútbol que nos propone el sistema de Aguirre mejora, ni iguala por asomo al que se practicó cuando el inquilino del banquillo rojillo, fue Luis, Cúper o Manzano.

Dirán los que se consuelan que si hubo un equipo que mereció el triunfo, por intención, por perseverancia y por ambición, fue el Mallorca, pero eso en fútbol no vale del todo. Lo que cuentan son los goles, y de esos los de Javier Aguirre solo fueron capaces de marcar uno, por mucho que el canadiense Larin tuviera media docena de oportunidades claras. Y menos mal que fue capaz de culminar una, posiblemente de las menos claras. El Celta poco hizo para llevarse un botín de Son Moix en una tarde de celebración, que en fútbol no suelen acabar bien, incluso a veces mal, como muestra el centenariazo del Real Madrid, por citar un ejemplo. El gol de Aspas, que se encontró un balón perdido en disputa por Maffeo, fue de lo poco que hizo el equipo de Benítez. Se nota que al equipo gallego le falta confianza, de ahí su puesto en la tabla.

Lo único positivo que nos queda, además del punto, es que ya le tenemos ganado el golaveraje particular al Celta. Algo es algo, no Ricard.

Una fiesta del RCD Mallorca que llega al alma

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