Opinión

Minuto 91. La pregunta inevitable que mosquea a Aguirre

Al entrenador del Mallorca le cambia el rostro cuando se  le cuestiona por su continuidad, como si no fuera con él, cuando los pésimos resultados invitan a decisiones drásticas

Javier Aguirre, con el balón en las manos, el sábado en el Metropolitano.

Javier Aguirre, con el balón en las manos, el sábado en el Metropolitano. / Efe

Ricard Cabot

Ricard Cabot

"Me sé un poco la historia», fue la respuesta, breve y sin opción a réplica, de Javier Aguirre cuando fue preguntado en la sala de prensa del Metropolitano por si temía por su puesto después de la derrota ante el Atlético de Madrid y los escasos nueve puntos del equipo. Sin opción a réplica porque se levantó raudo de la silla para dar por finalizada su comparecencia ante los medios.

Si hay algo que moleste al mexicano es que le pregunten por su futuro y que se cuestione su continuidad al frente del Mallorca. Le cambia el rostro, como si la pregunta no fuera de lo más pertinente teniendo en cuenta la ridícula puntuación del equipo. En una Liga normal, estaría en plazas de descenso, y solo la presencia de tres conjuntos peores, por raro que parezca, le mantiene momentáneamente a salvo. 

Aguirre debería meditar

si su permanente discurso condescendiente con los jugadores perjudica más que beneficia. Lo único que consigue es que sus futbolistas se sientan muy cómodos, sabiendo que, por mal que lo hayan hecho -y el sábado hubo más de uno- toda la culpa será de su entrenador. Lo dejó claro una vez más el sábado: «La responsabilidad sola y máxima es mía. El culpable de la derrota soy yo», dijo, exculpando a los jugadores.  

Además de adjudicarse la autoría de la derrota

haría bien Aguirre en explicar por qué, desde el minuto 1, Gio pasó un calvario delante de Lino; por qué Valjent no da un centro decente; por qué Copete deja rematar con tanta facilidad a Griezmann en la acción del único gol del partido; por qué a Antonio Sánchez se le apagan las luces en cuanto se acerca al área rival; por qué Darder no acaba de dar la talla; por qué Dani Rodríguez se empeña en batallas personales que no conducen a nada; o por qué su empeño en dar minutos a Amath, antes que a Llabrés, cuando hace tiempo que ha demostrado que no tiene calidad para jugar en Primera. Pese a todas estas carencias, Aguirre cuenta con mimbres más que de sobra para estar mucho más arriba en la tabla. Un equipo con Rajkovic, Raíllo, Darder y Muriqi -la columna vertebral- debe y puede jugar más y mejor. Los argumentos para justificar las cada vez más insoportables derrotas se están agotando. 

Empieza hoy una semana decisiva

con las visitas del Cádiz y Alavés, dos rivales directos por la permanencia. Todo lo que no sea sumar los seis puntos colocará a Aguirre en una posición prácticamente insostenible. Y en este caso, y muy a su pesar, tendrá que volver a escuchar la pregunta inevitable que tanto le molesta: «¿Teme por su continuidad en el banquillo del Mallorca?».

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