Primera División

El viejo Mallorca sale al rescate

Solo un fichaje y futbolistas como Abdón, Antonio o Gio devolvieron la mejor versión de los bermellones esta temporada para empatar y y quedarse muy cerca ganar al Barcelona

Casi treinta millones de euros en traspasos se quedaron en el banquillo

Samú Costa y Antonio Sánchez presionan a Gavi, futbolista del Barcelona.

Samú Costa y Antonio Sánchez presionan a Gavi, futbolista del Barcelona. / LFP

Miguel Chacártegui

Miguel Chacártegui

Mejor malo conocido que bueno por conocer. Mejor jugadores con menos caché y ganas de correr que estrellas con poco sacrificio. Esto debió pensar Javier Aguirre a la hora de hacer la alineación ante el Barcelona. Un once que hizo pensar que entregaba las armas antes de comenzar, pero que le salió a la perfección. Fuera futbolistas recién llegados que no están dando el nivel como Sergi Darder y Cyle Larin y dentro jugadores de la casa como Abdón Prats y Antonio Sánchez.

La visita del Barcelona llegaba en el peor momento posible. Anímicamente el equipo estaba muy tocado tras Girona y la visita del vigente campeón hacía temer una nueva derrota dolorosa que hiciese que la continuidad de Aguirre estuviese en entredicho. Pero no ocurrió eso y se vio la mejor versión del Mallorca de todo el curso. 

El mexicano se refugió en lo que ya conocía y, amparado en las rotaciones en una semana de tres partidos, dio entrada a futbolistas de la vieja guardia. No renunció a los dos puntas con Muriqi y Abdón, una declaración de intenciones tras el fracaso de los cuatro centrocampistas. Gio como lateral y Maffeo por banda izquierda, con Copete de regreso tras lesión. Antonio –que cuajó un gran partido–, Samú y Dani Rodríguez en el centro. 

Solo un fichaje en el campo y el resto en el banquillo. Casi treinta millones esperando su oportunidad en un toque de atención muy claro por parte del cuerpo técnico. Porque los que jugaron rindieron a lo grande, levantaron a Son Moix y consiguieron rememorar los partidos de la temporada pasada. 

La entrada al encuentro, quizá motivados por el espectáculo pirotécnico previo y los más de veinte mil espectadores en las gradas, ya fue bueno. Más contundentes en cada acción, confianza con el balón y las líneas mucho más adelantadas. Pero sobre todo se vio intensidad y actitud. Ganas de pelear cada balón, de no dar una jugada por perdida e intención de hacer daño a la contra.  

La ocupación de espacios a la hora de presionar –al fin regresó la idea de molestar la salida de balón del contrario– fue mucho mejor y fruto de ello nació el primer gol. Mala entrega de Ter Stegen y Antonio, casi a la altura de los delanteros, fue el encargado de recuperar y asistir a Muriqi. Con las líneas más adelantadas, algo que se echó en falta en Girona, Muriqi no estuvo tan solo ante la defensa contraria.  

Y cuando tocó recular, siempre estaba la amenaza de salir a la contra. Hubo momentos de sufrimiento, en especial el tramo final de la primera parte con el gol de Raphinha, pero Abdón se encargó de resolverlo con un gol de listo en una jugada muy sencilla. Pero para que se diera, se necesitan dos atacantes. En partidos anteriores, Muriqi se hartó de peinar balones, pero como no había nadie, siempre acababa igual, con el equipo rival recuperando la pelota. 

Y el balón no quemó como en otras ocasiones. La posesión fue del Barcelona, sí, pero hubo acciones en las que los bermellones tuvieron personalidad para hacer circular la pelota desde atrás, saltando la presión de los blaugrana y demostrando que si quieren, pueden. 

Los nuevos no elevan el nivel

En la segunda mitad llegó el momento de los relevos. Y ahí se notó que hay futbolistas que no tienen aprendida la lección de que en este Mallorca no vale con ser bueno técnicamente, sino que también hay que correr. Y si no que le pregunten a Kang In Lee, que el curso pasado corrió como el que más a pesar de tener una calidad a años luz del siguiente. 

Darder y Larin sustituyeron a Abdón y Antonio y enseguida se notó la diferencia. Es cierto que el de Artà estuvo más peleón que de costumbre, incluso se permitió algún lujo, pero no presionó ni la mitad de lo que lo había hecho Antonio. Y Larin, que tuvo el tercero en dos ocasiones, seguro que aportará cosas, pero no ahora. Dolió ver a Muriqi presionar más que a él llevando 70 minutos más encima de partido. 

Ahora bien, de nada sirve el buen partido del Mallorca si no le da continuidad. Al final, un empate es un punto y la motivación extra de jugar contra un grande no se suele dar. El Rayo Vallecano es un hueso duro de roer. Y si debe jugar el viejo Mallorca para rendir al máximo nivel, que así sea.

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