OPINIÓN

Aguirre tendrá que esperar

Para mí que el entrenador del Mallorca se quiere ir, pero el empate ante el Barça le obligará a aplazar la mudanza

Todo el Mallorca orbita alrededor de un solo hombre, no hace falta ni nombrarlo.

Todo el Mallorca orbita alrededor de un solo hombre, no hace falta ni nombrarlo. / EFE

Matías Vallés

Matías Vallés

Ahora que la prensa deportiva está condenada a hablar infinitamente de Rubiales para enmendar sus deslices machistas, intentaremos concentrarnos en los avatares de un asunto que antiguamente motivaba a la sociedad como ninguna otra religión, un auténtico y olvidado partido de fútbol.

Qué tiempos, en que la competición deportiva no se jugaba en los despachos. Durante dos horas no pronunciamos la palabra Federación. Si esto es el Mallorca, sabes que perderá y que el incombustible Abdón marcará un gol. Por fortuna, solo se cumplió la segunda mitad de esta ley inapelable. Para relativizar a sus visitantes, basta con ocultar el liderazgo y recordar que el Barça está empatado con el Girona. Los azulgrana correteaban tan descoloridos como sus camisetas. Añoraban a Pedri, el mejor jugador lesionado del mundo, y puede que a De Jong, el mejor jugador congelado del mundo, antes muerto que despeinado.

Al empezar el partido, el Barça triplicaba en puntos al Mallorca, con la perspectiva de cuadruplicarlo al final del choque. Sin embargo, la mediocre alineación de Xavi solo demostraba que su rimado Gavi solo conserva las faltas mientras se desprende de los aciertos.

El Mallorca entero orbita alrededor de un solo hombre. No haría falta nombrarlo, pero se llama Muriqi por si Google tiene a gala multiplicar las visitas a este texto. Las virtudes goleadoras tangibles del kosovar apenas componen un mínimo porcentaje de sus intangibles. Enloqueció a la mediocre zaga del Barça, desbordó a Araujo con una solvencia que hasta ahora solo se permitía Vinicius el quejoso. El partido de Son Moix sirvió para entender el 0-2 del Barça-Celta en el minuto ochenta de la penúltima jornada. Un equipo de puertas abiertas.

Los barcelonistas serán goleados a placer por los gigantes del fútbol europeo, pero es su problema. El gran misterio de nuestro Mallorca es Javier Aguirre. Soy un adicto a sus ruedas de prensa, me admira su manera de dar la razón a todo el mundo desmintiéndolo. Para mí que este entrenador se quiere ir, que tiene planes muy alejados de la isla. La culminación de su tendencia centrífuga debía ser una doble derrota en casa con el Barça y el sábado ante el Rayo. El inesperado empate de anoche supondrá un ligero contratiempo en el nomadismo del técnico de ida y vuelta, pero la Liga es muy larga.

Por culpa del Barça, el partido fue tan lamentable que obliga a concentrarse en las cosas que no ocurrieron. Si Aguirre no acaba de quedarse, Sergi Darder no consigue llegar. El Mallorca atesoraba o desperdiciaba una fortuna en el banquillo. El jugador estrella de Artà debía ser el antiguo españolista, y el siempre infravalorado Abdón le ha arrebatado el protagonismo. El fichaje mallorquinista más caro de la historia no justifica diez millones con solo media hora sobre el césped.

Si desean entender la igualada alcanzada por un Barça vulgar, bastará con precisar que al menos tres jugadores mallorquinistas de anoche no deberían alinearse en Primera. Esta flagrante inferioridad de condiciones acentúa el mérito local. Y si un momento desafortunado del gigantesco Rajkovic costó el empate a uno, su pase directo a Muriqi se concretó en el dos a uno.

En efecto, el Mallorca juega por encima de sus posibilidades y se desempeña sin jugadores intermedios. De Rajkovic a Muriqi y tiro porque me toca. Si se añade la lesión de Maffeo, el Girona tiene más posibilidades de ganar la Liga que el Barça tristón. O dicho de otra forma, el Mallorca con Xavi ocuparía una posición todavía más precaria que en su actual configuración. Y un Barça entrenado por Aguirre tendría que inquietarse a diario por una posible mudanza del inquieto entrenador.

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