Fútbol

Real Mallorca: Ocho minutos fatales

El mallorquinismo vivió entre la decepción, euforia y rabia el tiempo entre el gol de Lucas Boyé y la anulación del de Muriqi en el loco final de partido ante el Elche en Son Moix

Munuera Montero pone orden justo antes de ver las imágenes del VAR con las que anuló el tanto del Mallorca.

Munuera Montero pone orden justo antes de ver las imágenes del VAR con las que anuló el tanto del Mallorca. / Cati Cladera

Sebastià Adrover

Sebastià Adrover

Una montaña rusa de emociones con el peor final posible. Los últimos ocho minutos del partido del Mallorca ante el Elche tuvieron de todo, pero el desenlace para los bermellones no fue el que aparecería en las películas más típicas de Hollywood (0-1). Porque entre el gol de Lucas Boyé y el de Muriqi, posteriormente anulado por Munuera Montero a instancias de Medié Jiménez en el VAR, se vivieron sentimientos entre la decepción, la euforia y, por supuesto, la frustración. Pero mejor ir por partes.

El panorama ya no tenía buena pinta en el tramo final. Los pupilos de Javier Aguirre estaban cuajando una mala segunda parte, a merced de un colista que estaba convirtiendo al portero Rajkovic en un héroe. El meta serbio había realizado intervenciones de mucho mérito, de esas salvadoras, en un Son Moix que incluso llegó a protestar por la falta de decisión de los suyos para buscar el triunfo. Hasta que pasó algo que se veía venir y que enmudeció el estadio. Los ilicitanos se pusieron por delante con un gol de Boyé, que se aprovechó de una pantalla que le hicieron a Galarreta, su marcador, para quedarse solo y rematar a la primera un gran centro de Gumbau. Era el minuto 88 y todo apuntaba a que la gran racha del Mallorca en casa, con cinco victorias seguidas, se iba a cortar ante un adversario que no había ganado como visitante en toda la Liga. Cosas del fútbol.

Sin embargo, a los rojillos solo les quedaba intentar a la desesperada evitar quedarse sin nada. Con más corazón que cabeza, algo habitual en estos casos, apretaron para obrar el pequeño milagro. Pero no había manera, más por su desorden que por habilidad defensiva del Elche. No obstante, este equipo ya ha demostrado a lo largo de este curso que jamás hay que darlo por muerto. 

Por eso en el minuto 96, un pase de Raíllo al corazón del área encontró la bota de Muriqi para desatar la locura. Ese gol era más una alivio que una alegría, pero al menos servía para no perder. Un punto es un punto, decían en las gradas. Incluso el delantero kosovar hizo el gesto del ‘Pirata’, el más esperado por los hinchas más jóvenes, con la complicidad de una grada entregada. El problema es que los jugadores franjiverdes no paraban de protestar al colegiado y nadie entendía el motivo. Hasta que Medié Jiménez le instó a que fuera a ver la jugada por un manotazo de Maffeo a Raúl Guti en el inicio de la jugada. «No puedo correr con las manos pegadas al cuerpo», recordaba el lateral del Mallorca tras el partido. Lo sorprendente es que en esa misma jugada el trencilla le estaba dando la ley de la ventaja a pesar de ser presionado con falta por el propio Guti antes de la acción analizada. 

El barullo que se montó entre los dos banquillos fue monumental, había mucho en juego. Unos querían evitar caer ante el último y los otros darse un baño de autoestima tras tantas decepciones. Munuera Montero se preocupó de no estar presionado por nadie a la hora de visualizar las imágenes. Y cambió el destino del choque. La rabia se adueñó de Son Moix porque decidió anularlo y también del cuerpo técnico. «Esto es una vergüenza», le gritó Toni Amor, ayudante de Aguirre, al árbitro andaluz, que le expulsó de inmediato. El juego se reinició apenas unos segundos hasta que pitó el final y del 1-1 se pasó al 0-1. Un bajonazo en toda regla tras ocho minutos fatales.