Lletra menuda: Sin inventiva capaz de superar el mal gusto

Llorenç Riera

La inocencia de los quintos del Pla y de los ayuntamientos que les alientan y subvencionan de forma implícita llega a unos niveles que les imposibilitan para dignificar con diversión y creatividad unas mal llamadas inocentadas que solo son mal gusto, carencia de referentes y agresión al patrimonio colectivo.

Si lo que se repite cada madrugada del 28 de diciembre es el reflejo de los recursos y del compromiso colectivo confiable a las generaciones futuras, será difícil abandonar el pesimismo.

Los quintos que ya no hacen la mili ni saben lo que fue, se han convertido en los niños de papá de unos alcaldes que quieren ganárselos a cualquier precio, aunque sea el de la excesiva tolerancia. Todo menos caer en el desgaste político. Por eso los han convertido en ciudadanos malcriados a los que todo les está permitido.

Los quintos no dignificarán su denominación hasta que no dejen de tratar al pueblo de sus fechorías como a un juguete roto en el que se puede manipular el tráfico, ensuciar la calle a lo grande o adulterar iglesias y monumentos.

Cabe esperar mucho más de unas generaciones que se suponen formadas.

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