Lletra menuda | La elevación de la protesta

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Cuando, semanas atrás, los Indignats de la M-10 cortaron la carretera, desesperados por el contagio de las motos a todas horas, ya indicaron que no realizaban una acción puntal, sino el inicio de una sucesión de protestas y reivindicaciones que no pensaban abandonar hasta que no lograran su propósito de tranquilidad doméstica y seguridad vial. Cumplen con la agenda.

Se está demostrando que actúan de forma gradual y organizada, al tiempo que queda acreditado por igual que las instituciones y las autoridades que las personifican no van más allá de unas buenas palabras que ya suenan huecas. Mientras, la reivindicación sube peldaños.

La falta de respuesta efectiva aumenta el grado de exposición pública. Ya se actúa por elevación, tanto geográfica como institucional.

Los Indignats llegan a Madrid, más en concreto al Congreso de los Diputados, de la mano del diputado de Sumar, Vicenç Vidal, hecho que debería hacer ruborizar a alguien del Consell, de la Delegación del Gobierno o de Tráfico y la Guardia Civil, pero no es el caso.

El diputado Vidal plantea por escrito una batería de preguntas al ministro del Interior, Grande-Marlaska, que básicamente pretenden aclarar qué se ha hecho respecto al festival de las carreras ilegales de motos en la Serra y qué se pretende hacer de ahora en adelante.

¿Será el revulsivo definitivo para la solución? En tres meses, plazo que tiene el ministro para contestar, podremos saberlo.

En este asunto permanecen puntos oscuros e incógnitas que no se logran despejar. Resulta incomprensible la falta de control y solución en una problemática que a simple vista no resulta difícil de solventar si se aplica la normativa en vigor.

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