Lletra menuda | La cuesta de los pasos pacíficos

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Manacor está experimentando una lenta pero profunda transformación urbana en los últimos tiempos. Bajo impulso municipal y más allá de la estética y el tópico exagerado de su mala fama urbana, se pretende ganar espacio para el transeúnte peatonal en detrimento del vehículo. Cada vez que presenta un avance en esta dirección, el alcalde Oliver habla de «consolidar zonas pacificadas». No es fácil porque la calle en paz debe superar los vicios de movilidad adquiridos y ascender la cuesta de la aceptación vecinal y comercial. Hay quien la sube de buen grado, otros no.

Tras un año patas arriba y desojando la margarita sobre su futuro, ahora se confirma que la plaza del Cós se reserva unos usos peatonales en consonancia con su denominación, lo cual implica rediseñar el tráfico de la zona. Se persigue un equilibrio laborioso de alcanzar y que aspira a contentar a comerciantes, vecinos y transeúntes. La gratuidad parcial de los aparcamientos subterráneos y la rotación en las zonas restringidas son algunas de las principales apuestas municipales para lograrlo.

El objetivo es ambicioso, no se conseguirá en dos días y tendrá sus costes porque no se percibe un estado de opinión con aceptación aplastante hacia las medidas que está adoptando el Ayuntamiento pero, detalles aparte, es evidente que Manacor ha enfilado la buena senda de la ciudad capaz de reconocerse y aceptarse a sí misma.

Otro de los obstáculos que deberá superarse es el de la gestión de un gobierno municipal en precario. Las cosas serían más fáciles en coalición, pero la política también tiene sus baches que acaban reflejándose en la calle. Mejor si la pacificación urbana transitara paralela a la política, pero esto, por lo visto, hoy es imposible en Manacor.

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