Lletra menuda

La resolución encallada

El barco se hundió a mediados de junio cerca del club náutico del Port de Pollença.

El barco se hundió a mediados de junio cerca del club náutico del Port de Pollença. / Més per Pollença

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Las embarcaciones navegan, se desgastan, pueden tener accidentes y están sujetas a los rudos avatares del mar. No es extraño, por tanto, que en un momento determinado digan basta o que las circunstancias adversas se vuelvan insalvables y queden encalladas o, peor aún, hundidas. Lo que ya resulta más incomprensible es que en un lugar tan dependiente del mar como es un archipiélago no exista uno de esos protocolos con los que se llenan tanto la boca las administraciones, para sacar a flote las embarcaciones siniestradas. Es el encallamiento de un apartado más de la gestión pública que ahora, se supone, deberá llevar a buen puerto la nueva conselleria del Mar.

Un barco pesquero de 18 metros de eslora permanece hundido desde hace más de un mes en Port de Pollença. En ningún supuesto será reflotado antes de que acabe el verano. Se sabe que su propietario ha fallecido y no se localiza a los herederos. Tampoco está claro a quién corresponde hacerlo. El Ayuntamiento se declara falto de medios para solventar el asunto y nadie asume responsabilidades. Salvamento Marítimo ha acotado el lugar en prevención de vertidos y queda por explotar el interior de la embarcación. Se necesitan grúas capaces de reflotar barcos de eslora respetable. Así estamos y así permaneceremos. Hay precedentes de inmovilidad semejante en bastantes puntos del litoral mallorquín.

Hace falta reaccionar. El mar reclama y merece más respeto incluso para que quienes abusan de sus aguas puedan disfrutarlo con mayores garantías y seguridad. La costa no es lugar idóneo para chatarras oxidadas y maderas descompuestas. El reciclaje, que no puede ser solo terrestre, no consiste en que las aguas consuman por imposición lo que la gente abandona en ellas.

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