Calvià
La explotación del litoral en la Calita de Portals y en Santa Ponça provoca las primeras quejas vecinales
En Santa Ponça, hay protestas por las dificultades de paso por un tramo costero, mientras que en la Calita de Portals los residentes temen que la nueva distribución de hamacas quite sitio a los bañistas
Redacción
La Calita de Portals Nous, en Calvià, ha estado sometida en la última década a un intenso escrutinio vecinal para evitar los efectos de la masificación y de un desarrollo turístico excesivo en un tranquilo entorno residencial, con poca oferta complementaria. Si hace una década los vecinos formaban una cadena humana a pie de playa para alertar de los efectos de un proyecto de reforma hotelera, en los últimos días ese espíritu reivindicativo ha vuelto a aparecer.
En este caso, la alarma vecinal se ha activado al presenciar los primeros trabajos de instalación de los servicios de temporada en este pequeño arenal, frecuentado sobre todo por población residente. Como ha sido habitual en los últimos veranos, se han empezado a colocar hamacas, sombrillas y el chiringuito. Sin embargo, como se ha renovado la concesión, al igual que la del resto de playas de Calvià, ahora se han introducido algunas novedades.
Para empezar, la distribución de las hamacas será diferente. Por lo que se puede observar ya, ocuparán la parte central. Eso ha llevado a algunos vecinos a temer que el arenal, de pequeñas dimensiones, se quede con menos espacio para los bañistas. Fuentes municipales aclararon que este año habrá el mismo número de hamacas, pero reconocen que Costas —actualmente una dirección general del Govern— ha cambiado la distribución.
El chiringuito
Según estas fuentes, se han colocado de manera que facilite el servicio del chiringuito, dejando más espacio en la parte del hotel para la gente que no quiera hamaca. De esta forma, aseguran, el espacio libre de instalaciones para los bañistas que vienen con su toalla seguirá siendo el mismo.
Otro elemento de la nueva temporada que ha puesto en guardia a algunos residentes es el chiringuito, que aprecian de mayores dimensiones que el que se ha venido instalando en las últimas temporadas. Esta instalación tenía la forma de un quiosco, con taburetes y un par de mesitas. La gente solía sentarse en un murete cercano para beber o comer.
Hay vecinos que afirman estar a la espera de cómo evolucionan esas novedades en un entorno que, en los últimos años, ha sido noticia con frecuencia por reivindicaciones acerca de la necesidad de preservar el lugar, como la lucha que mantuvieron los residentes para que la iglesia del Oratori, muy cercana a la Calita, no impulsase un restaurante con vistas panorámicas al borde de un acantilado.
El caso de Santa Ponça
Mientras, en Santa Ponça, en este inicio de temporada también se han producido quejas vecinales a raíz de la zona de hamacas que habitualmente colocan los apartamentos turísticos Verdemar en la explanada de cemento que da a la costa.
Algunos residentes se han puesto en contacto con este diario para advertir de que, como viene sucediendo desde hace años, no se deja el espacio adecuado para las personas que pasean por este tramo costero. «Si alguien tiene que pasar con un carrito de bebé, lo tiene imposible entre tanta hamaca», señala una persona que reside en la zona.
Estos testimonios indican que se trata de un lugar muy transitado, sobre todo después de que se instalase un paseo litoral en esta parte de la bahía. Las quejas se dirigen también al estado del pavimento de un camino, a la altura de una pequeña calita de piedras que hay más adelante. Denuncian que presenta grandes grietas.
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