Estrella mundial y presidenta de la asociación de jugadoras de pádel

Limón & vinagre | Lucía Sainz: La presidenta que lucha por la igualdad en el pádel

Lucía Sainz, jugadora y presidenta de la asociación de jugadoras de pádel, en Barcelona.

Lucía Sainz, jugadora y presidenta de la asociación de jugadoras de pádel, en Barcelona. / ALEJANDRO CERESUELA

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

¿En serio este cuerpo petó, de repente, en octubre de 2012, cuando trataba de compaginar trabajo, estudios, entrenamiento y pádel al más alto nivel? ¿De verdad esta chica, de 38 años, que fue número uno del mundo en compañía de la no menos impresionante Gemma Triay, estuvo a punto de tirarlo todo por la borda y buscarse la vida a través de la magnífica licenciatura (ADE, Publicidad y Comunicación) lograda en la Universidad de Fresno (California, EE UU) cuando estuvo jugando al tenis, también, sí, al más alto nivel? ¿Es cierto que esta mujer, toda vitalidad, que lidera la revolución en el pádel femenino, de la mano de un montón de compañeras, petó, dijo basta, dijo hasta aquí he llegado, me voy?

No puede ser aunque lo cuente, lo confiese y lo supere con la sinceridad que lo explica todo. Uno no puede creerse que esta atleta, esta deportista de élite, esta luchadora, esta líder, tuviese un momento de duda, de regreso sin retorno, cuando iba camino de convertirse, si no en la mejor, en una de las mejores jugadoras de pádel de la historia. Fue petar e iniciar una carrera meteórica, que aún mantiene.

Me lo cuenta y lo reconoce delante de su amiga Laura Alsina, exjefa de Nike en España, que ahora pelea en compañía de un montón de deportistas individuales y equipos femeninos por la igualdad de la mujer a nivel competitivo, económico y, sobre todo, para conseguir el reconocimiento que merece el deporte femenino, que, de momento, sigue siendo más labia que otra cosa, según los datos (económicos) que ellas manejan y pese a la explosión de España en el Mundial femenino de fútbol, ya campeonas.

Tres veces menos. «No voy a ser tan boba y, sobre todo, tan injusta como para no reconocer que algo está cambiando, que hemos mejorado pero, de verdad, estamos aún a años luz de lo que debería ser el deporte femenino, sobre todo a nivel de patrocinio y presencia en los medios, ya no digamos en televisión, vital para todo», comenta Lucía Sainz (Barcelona, 5 de octubre de 1984), la hija pequeña (¿protegida?, no sé yo) por tres hermanos mayores, Vega, Borja y Nacho, que compartieron juegos y, sobre todo, mucho tenis de niños en el Real Club de Polo de Barcelona. «Es evidente que mujeres como Alexia Putellas, Paula Badosa, Garbiñe Muguruza o esta espectacular y brillante selección de fútbol han hecho mucho por todas nosotras, pero, insisto, los chicos en el pádel ganan el triple que nosotras, ¡el triple!».

Ganan el triple y ellas llenan los pabellones igual que ellos. Y despliegan un pádel posiblemente no tan agresivo y contundente como el de ellos, pero igual de atractivo. Es por ello que, tras su experiencia en el mundo del tenis en EE UU, cuando se fue becada a la universidad californiana de Fresno («allí sí tienen claro el binomio estudios-deporte: o apruebas o no sigues jugando») y su regreso a Barcelona para cambiar la raqueta por la pala, ha decidido unirse con Triay, Nuria Rodríguez, Marta Talaván, Delfi Brea, Patricia Llaguno y Alejandra Salazar, entre otras muchas, para impulsar y reivindicar su juego, posición y nivel a través de la IPPA, la asociación de jugadoras de pádel.

Ellas defienden que el pádel, que te engancha con el primer golpe, puede ser el primer deporte donde la igualdad sea un hecho. «Tenemos un gran nivel, parejas espectaculares, llenamos los pabellones ¡y eso que jugamos a las diez de la mañana!, entrenamos tanto como ellos y tenemos los mismos gastos, así que reivindicamos idénticos premios, cosa que ya empieza a suceder, pero la lucha debe seguir».

«Todo de muy buen rollo», añade Laura Alsina, que juguetea entre sus manos con la pala Kuikma, de la firma Decathlon, que patrocina a Lucía, que cuenta, también, con el apoyo de Ford Movilsa, GLS y Kolln. Citarlos es para estas deportistas un favor grande. ¿Grande? Grande lo que ellas intentan en un deporte que se ha convertido en uno de los espectáculos más vistos y seguidos por su vistosidad, rapidez de reflejos, habilidad, creatividad, y, a menudo, picardía y contundencia.

«Es fácil empezar a practicarlo, te diviertes enseguida, mejoras rapidísimamente, es para todas las edades, es familiar, es de colegas y, por supuesto, si quieres lo puedes jugar y entrenar a toda castaña pero, insisto, para divertirte no hace falta volverte loco», comenta Lucía sobre el auge del pádel. «Es fácil tocar la pelota, es fácil dar cuatro o cinco toques seguidos, no como el tenis, que si no sabes un poquito, los puntos duran dos o tres golpes. El pádel te atrapa enseguida y, además, yo creo que lo mejor del pádel es su tercer tiempo: los partidos de pádel siempre acaban con una cervecita».

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