Y ahora qué

Tú, político que pierde ganando, sabes que esta era la oportunidad que has dejado escapar

Ángela Labordeta

Ángela Labordeta

Aquel cadáver tenía en la muñeca un reloj que funcionaba todavía y eso es un poco lo que ha pasado con Pedro Sánchez, a quien las encuestas y sus oponentes daban por muerto, sin apreciar que su reloj político avanzaba e iba ganando adeptos conforme las voces de la derecha y de la extrema derecha más ruido hacían en sus declaraciones y en esa retahíla de insultos que se han definido muy bien a través de la siguiente frase: «Acabar con el sanchismo, porque el sanchismo es maldad, es mentira y es manipulación». O «que te vote Txapote».

En política hay una lección que nunca acaban de asumir los políticos y es la de haber ganado y, sin embargo, resultar estrepitosamente el mayor de los perdedores, porque tus escaños no sirven para nada y no podrás conformar gobierno y tú, político que pierde ganando, sabes que esta era la oportunidad que has dejado escapar por creer en exceso en las encuestas y sobre todo por buscar en la mentira la debilidad de tu oponente, al que incluso los números le han salido en el País Vasco y Cataluña. Le han salido y le han salvado.

Son muchas las cosas que en las elecciones del 23 de julio no han salido como algunos esperaban y sin embargo sí han salido como algunos deseaban y, a pesar de eso, todo está en el aire, porque los españoles votamos de una forma muy diferenciada a como se hacía hace una década. Ahora los pactos son el instrumento político por excelencia y la abstención tiene la validez de la décima parte de una porción de chocolate, porque buscar la abstención de aquellos a quienes has insultado y mal respetado es de naturaleza bastante pueril cuando esos son el Gobierno y saben perfectamente cómo tejer los hilos de la democracia y de qué forma sujetar los números de la sociedad del bienestar, con sus errores, que los han tenido, y algunos desaciertos, que se corrigieron con excesiva tardanza.

Pero Sánchez no solo ha tenido a sus adversarios políticos destacando lo pecaminoso del sanchismo, sino que figuras de su propio partido también descalificaban su gestión y su persona, considerando que el sanchismo es la peor parte del PSOE. Ni unos ni otros deben entender qué falló, porque, para ellos, algo falló, y lo que falló fue la percepción que ellos tenían de la realidad, que simplemente no es la realidad que millones de ciudadanos tienen sobre el presidente Sánchez, a quien de forma inesperada han respaldado, porque no quieren retrocesos ni túneles hacia el pasado ni nada que suene diferente a como hoy suenan nuestras calles.

Suscríbete para seguir leyendo