Más que un bar normal (IX)

Domingo Riera, el alma del bar Lina en Palma: “Acierto qué quieren los clientes en el 99% de los casos, me lo sé todo de memoria”

El local del barrio de Foners tiene 47 años, con la familia Riera al frente acaba de cumplir 35: el vínculo con el cliente y la comida mallorquina de su menú sincero son las bazas de un establecimiento clásico y acogedor

Aún es posible que el tiempo pase con lentitud en este café, donde charlar pausadamente con los parroquianos sin mirar la pantalla del móvil es verosímil

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

El Café Lina es uno de esos bares donde los mesoneros nunca incomodarían con miradas asesinas a un indígena balear por ocupar una mesa durante una hora para tomar un café. Socializar, acoger y servir bien a los clientes está por encima de facturar a toda costa. Una pareja de jubilados mira la televisión frente a dos descafeinados. Charlan e interactúan con otros vecinos que están en la barra. No miran la pantalla del móvil. Aún es posible que el tiempo transcurra con lentitud: el Lina regala estos momentos. Ayuda el ambiente hospitalario del local, propiciado por la inigualable simpatía de Domingo Riera, responsable del negocio desde hace 35 años, y su hermana Margalida, estricta, pizpireta, pero siempre con una sonrisa en la cara. Saber qué quiere cada cliente que entra por la puerta también suma al deseo de regresar. “Acierto en el 99% de los casos. Me lo sé todo de memoria”, presume el hostelero desde detrás de la barra. 

BAR LINA - Bares normales de Palma - Bar

BAR LINA - Bares normales de Palma - Bar / Bernardo Arzayus / Ar

La máquina de 'mistos'

El establecimiento luce con garbo 47 primaveras, las mismas que la finca de pisos que tiene encima, situada en el número 21 de la calle Pérez Galdós, en el barrio de Foners, en el distrito de Llevant, donde los extranjeros se rifan los pisos que se levantan en los solares del polígono, a escasos minutos del Lina. Clásico, de madera y con auténticos detalles de época, como una máquina de mistos que aún funciona y que se activa con una moneda de cinco pesetas. “Me gustaría ponerla en funcionamiento y cada vez que un cliente me pidiera fuego le daría el duro para que sacara las cerillas, pero todavía tengo que conseguirlo”, expresa Domingo. 

En esta zona de raigambre proletaria todo eran solares vacíos, algunas casas de dos alturas, calles sin asfaltar y también talleres y fábricas. “El solar donde está ahora el Lina era una cochera de autocares, no sé si de Barceló padre”, cuenta un cliente asiduo y vecino histórico, Jordi Caldentey. El Parc de ses Veles, justo enfrente, era la maderería Cimsa, se conserva la puerta. “Los mayores salían con la silla a la calle, a tomar la fresca. También había caballos, mi abuelo tenía, y los niños jugábamos en la tierra a las canicas o a la pelota”, cuenta frente a una caña bien fría. “Ahí había una fábrica de gomas, también estaba la Coca-Cola, la Binifaldó e incluso una fábrica de perlas”, evoca. La Mallorca industrial que aún no había sido arrasada por el turismo gozaba de cierta buena salud en Foners. “El polígono de Llevant eran fincas sin ninguna construcción; donde está el edificio de Barceló, había un campo de fútbol. Recuerdo también las viviendas sociales que hizo Franco o el convento de monjas, donde se levanta ahora el Palau de Congressos”, rememora.

BAR LINA - Bares normales de Palma - Bar

BAR LINA - Bares normales de Palma - Bar / Bernardo Arzayus

Echar una quiniela

Los clientes del Lina eran trabajadores humildes de extrarradio, como en la Soledat. Allí mismo podían echar también una quiniela. En el mismo bar, la familia propietaria del local abrió un kiosco de lotería que todavía continúa vivo y que ha repartido diversos premios importantes. Levantaron la persiana del café en 1976 Joan Caimari y su mujer Lina, que bautizó el establecimiento. “Él era el constructor de la finca. Se lo quedaron doce años. Me enteré de que lo alquilaban cuando yo tenía una pierna enyesada. Recuerdo que me quedaban dos o tres días para quitarme el yeso. Me enseñó el bar y me gustó. Por entonces tenía 21 años y no sabía nada de hostelería, no tenía ni idea de hacer un café. Me dijo que podía tener un tiempo de prueba y acepté”, confiesa Domingo, que lo primero que hizo fue quitarse la escayola de la pierna y pasar el fin de semana previo a la apertura del Lina haciendo cafés. “De la primera inauguración aún queda el rótulo exterior, el de quinielas y la máquina de mistos”, señala.

VÍDEO | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma

Bernardo Arzayus / M. Elena Vallés

El alma del Lina recuerda que antes de ser el Parc de ses Veles, “era un solar donde acudían las prostitutas de las Avenidas con sus clientes, aparcaban ahí”. “Éstas no eran clientas, pero sí tuve un grupo de mujeres que venían a hacer el café y desayunar que trabajan en la casa de citas que estaba aquí al lado, Top Model. Puedo contar una anécdota con ellas. Yo no sabían de qué trabajaban y un día un grupo de amigos mío insistió en que entráramos en ese local para tomar algo, yo me negaba en rotundo, pero al final me convencieron para ir a hacer una copa. Entonces, al entrar, todas me vinieron a saludar y a hacerme caso. Mis amigos me dijeron: ‘Hombre, si las conoces a todas’. Las recuerdo con mucho cariño y confieso que ese día pasé mucha vergüenza”, reconoce.

BAR LINA - Bares normales de Palma - Bar

BAR LINA - Bares normales de Palma - Bar / Bernardo Arzayus

Desayunos

En el Lina se comían tapas sueltas. “Los trabajos eran antes más intensos físicamente”, asume Mingo, así le llaman. Pese a ello, a día de hoy es posible pedir un buen variat en el bar de Foners, “o un plato de callos, pero es poco habitual”. “Por las mañanas tienen más salida las tostadas o los bocadillos. Los hacemos de barra porque hay clientes que te piden sólo una puntita, así que los preparamos al gusto”. 

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma / Bernardo Arzayus

A mediodía, el rey es el menú, ya sea en versión extendida (13 euros) o un plato (9). Todo casero. Raciones generosas. La cocina mallorquina predomina en la pizarra que se renueva cada día: arroz de pescado, pollo al horno, greixera d’ous, llom amb col, sopes mallorquinestumbet y paella siempre los viernes. La tortilla de patatas es un espectáculo, “de hecho compramos una patata un poco más especial para elaborarla”, y Mingo tiene la plancha más limpia de toda Mallorca. “Margalida siempre lo revisa todo y si ve algo que no le cuadra nos riñe”, asume entre risas.

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma / Bernardo Arzayus

En los últimos seis años guisa Sandra, la misma mano en la cocina que Lini, la otra hermana de los mesoneros que se ha prejubilado. El trabajo ha aumentado en los últimos tiempos. Pegadas a la barra, han tenido que instalar mesitas para dos personas. “Sólo el martes dimos de comer a 64 comensales, es una burrada”.

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma / Bernardo Arzayus

Mingo echa de menos cuando los clientes no tenían pereza de perder media hora haciendo el café. “Se conversaba más, por las tardes venían a hacer cervezas. Ahora la gente va escopeteada. Ya no les conoces fuera del bar, la gente se involucra menos”, lamenta. “Mis amigos siempre han sido clientes, de hecho, mi boda la celebré con ellos”, cuenta. El vínculo con los parroquianos es la base fuerte del Lina, su baza. Los mejores que tienen dejan un imán de sus viajes a los hermanos. “Los colocamos en la campana, queremos tener un recuerdo de cada uno de ellos”, manifiestan. “El 75% de las personas que vienen son trabajadores: de Cort, Emaya, Tráfico, IB3 Ràdio, Barceló… Y el 25, vecinos”, calculan. Su madre, Júlia, de 89 años, es la cliente más fiel, va cada día a comer con sus hijos. 

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma

FOTOS | Más que un bar normal: El Café Lina en Palma / Bernardo Arzayus

Los extranjeros ya han descubierto las bonanzas de esta tasca que da tantas alegrías a trabajadores y vecinos con su gastronomía sincera. Muy cerca, “hay un edificio de alquiler vacacional y siempre ha habido pisos turístico de Airbnb por la zona”, apunta el mesonero. “Tenemos guiris todo el año”, dice Domingo. “Y ya saben qué platos han de pedir”.

*Pincha aquí y lee los otros bares que han salido publicados en la sección 'Bares Normales' de Diario de Mallorca.

Aquí abajo la anterior entrega por si te la perdiste: