El general, sus huestes y los tránsfugas vacilando a Le Senne

Fulgencio Coll, el hombre fuerte de Abascal en las islas, arropa a los diputados oficialistas en una jornada llena de tensión en que la tránsfuga María José Verdú se atrevió a vacilar al presidente

El Parlament vive sumido en una espiral caótica desde el mismo comienzo de una legislatura que ha estado marcada por la inestabilidad de un Govern que depende única y exclusivamente de Vox. El partido, dividido ya de forma clara en dos bandos - el menorquín Xisco Cardona ya funciona de forma completamente autónoma- se presentó ayer en la Cámara balear como si fueran dos ejércitos. 

La presidenta y diputada de Vox, Patricia de las Heras, llegó acompañada de toda la cúpula del partido en las islas en su primer día como expulsada del grupo parlamentario. A pesar de que en un momento ella fue la encargada de encabezar el pelotón, quien acabó liderando la avanzadilla fue el líder de Vox en Palma, Fulgencio Coll. Sentado en la primera fila de los asientos reservados para invitados, el general retirado bromeaba sobre «mis huestes», en referencia a toda la mesnada de Vox que seguía los pasos del ex jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra.

Por su parte, los independentistas de Vox, ahora oficialmente tránsfugas por orden de Santiago Abascal, llegaban formando un comando unitario que repelía los intentos de los periodistas por conseguir alguna declaración. En el recibidor del Parlament se produjo el primer encuentro entre facciones, que se saludaban tímidamente como si se tratara de exalumnos de colegio mayor y no de excompañeros de partido. Solo los rebeldes Sergio Rodríguez y Agustí Buades se detuvieron a charlar brevemente con Toni Gili y David Gil, los hombres fuertes del partido en el Consell de Mallorca. En aquel preciso momento la condotiera Idoia Ribas, ejecutora del golpe que acabó con la expulsión de Gabriel Le Senne y Patricia de las Heras, hizo su toque de corneta: «Sergio, Agustín. Vamos», en un homenaje claro al Evangelio según San Mateo.

Se enfrentan a Le Senne

Cuando el pleno transcurría relativamente plácido, sin ninguna excentricidad reseñable, la diputada tránsfuga María José Verdú, que hasta ahora mantenía un perfil sumamente bajo respecto a sus compañeros, decidió convertirse en protagonista. La concejal de Vox en el Ayuntamiento de Bunyola vaciló con la complicidad de sus adláteres al presidente del Parlament y en teoría compañero de bancada, Gabriel Le Senne, después de que este llamara al orden a los diputados del Partido Popular durante una pregunta parlamentaria del PSOE. La decisión de Le Senne despertó carcajadas y aplausos irónicos por parte de los rebeldes, pero Verdú fue un paso más allá e interpeló sarcásticamente a la segunda autoridad de Balears al grito de «muy bien, presidente, muy bien». El presidente apercibió a la diputada, que se envalentonó y contestó con tono altivo: «¿Quieres otro?». Sergio Rodríguez fue rápido y contuvo a su compañera, que se reprimió las ganas de seguir burlándose de Le Senne. El presidente, vista la situación, llamó al orden por segunda vez a la diputada en un hecho insólito en la Cámara.

Como buen español, al final de la jornada y a modo de último servicio a la patria, Le Senne registró una petición en la Mesa para imponer el castellano en todas las comunicaciones oficiales del Parlament, además de permitir que cualquier ciudadano tenga derecho a obtener respuesta en cualquiera de las dos lenguas oficiales.

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