Gabriel Barceló: "Las aulas franquistas en Mallorca eran contradictorias"

 El pedagogo y profesor de la UIB publica un ensayo sobre la cultura y las prácticas escolares en la Mallorca de postguerra

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

El pedagogo Gabriel Barceló Bauzà sostiene que en las aulas franquistas de Mallorca reinaba la contradicción. “Por una parte se exponían contenidos afines al ideario nacionalcatólico, pero los métodos de enseñanza bebían de la renovación pedagógica heredera del sistema educativo liberal de finales del siglo XIX”. Las tripas de las prácticas escolares en la Mallorca de postguerra, entre 1939 y 1949, son diseccionadas por el profesor de la UIB en un volumen que acaba de publicar con el sello Lleonard Muntaner, un ensayo premiado con el Font i Roig de Maria de la Salut.

Con el afán de ofrecer una visión menos homogénea y estereotipada de la escuela franquista, Barceló analiza los métodos pedagógicos de aquellos maestros que ejercieron en Mallorca durante los primeros diez años de dictadura. En lugar de aproximarse a la educación de entonces a través de las grandes figuras, el método que escoge es el de acercarse a la cotidianidad de las aulas “a través de las escrituras del yo”, es decir, consultando la propia documentación redactada por los profesores, en este caso. “Básicamente, he bebido de tres fuentes. De las memorias de prácticas de los alumnos de Magisterio, donde explicaban cómo era la jornada escolar. De las memorias de oposición de maestros que estaban en activo y de las fotografías”, detalla el pedagogo. “En los años 30 se empezaron a convocar oposiciones para que los mejores maestros dirigiesen las escuelas. Se les pedía que elaborasen una memoria pedagógica de todos los lugares por donde habían pasado y las prácticas educativas que habían desarrollado”, explica Barceló. En cuanto a las imágenes de colegios que se han conservado de la época, reconoce que no aportan demasiada información, “pero se utilizan para retratar las prácticas más representativas de su actividad profesional”, dice.

Gabriel Barceló Bauzà.

Gabriel Barceló Bauzà. / DM

"La historia siempre ha adulterado la imagen de los maestros"

El autor se pregunta en el libro si cambian al mismo ritmo las prácticas en el colegio que las leyes o cambios políticos que se aprueban y la teoría educativa. “La historia siempre ha adulterado la imagen de los maestros como un profesional que responde a una realidad política determinada. Pero no es así, porque en el caso de los maestros del franquismo ya existía una tradición práctica y empírica a raíz de su profesionalización”, expone. “En este sentido, el profesor siempre tiene cierto margen de maniobra en el desarrollo de su labor escolar”, sostiene. “Es decir, la escuela no cambia al mismo ritmo que los cambios políticos”, sentencia, “sino que los cambios son más lentos en la escuela porque hay una cultura anterior que todavía está ahí”.

Todos los maestros de Mallorca que de repente se encontraron con el cambio de régimen “fueron depurados”. “Tuvieron que demostrar que no habían tenido ningún tipo de contacto con movimientos de izquierdas”, explica el profesor de la UIB. Muchos fueron sancionados, otros expulsados del cuerpo, algunos trasladados de provincia e incluso se produjeron suspensiones temporales de empleo y sueldo. “Los maestros que yo he seguido para este estudio pasaron por este proceso de depuración, tuvieron que mostrar un talante favorable al nuevo régimen, pero cuando analizas cómo enseñaban, te das cuenta de que seguían los métodos del Movimiento de Renovación Pedagógica de finales del XIX y principios del XX”, comenta.

Los contenidos que se exponían en clase tenían una fuerte carga moral y religiosa. “La primera pauta que tienen en la dictadura para elaborar los currículos es una circular de 1938 donde se citan los cuatro pilares que deben sustentar la educación: el religioso, el patriótico, el cívico y el físico. No entra a valorar las metodologías de enseñanza. Y sí se dictaminan más los rituales, la ornamentación y la simbología en el interior de las aulas”, señala. “Los profesores que se encontraron con esta circular ya sabían enseñar según los postulados de la escuela nueva, como por ejemplo el método Montessori, donde se señala que el alumno debe entrar en el aprendizaje de manera intuitiva y en el entorno más cercano. Eran profesores formados en los planes de 1914 y 1931, dos itinerarios formativos que beben de la renovación pedagógica. Es decir, son maestros con una cultura escolar anterior al franquismo”, reseña Barceló. “Por lo que puede hablarse de cierta continuidad en la escuela franquista respecto al nivel metodológico, pero de ruptura total en cuanto a contenidos”, puntualiza.

Así las cosas, el pedagogo opina que los maestros encontraron vías para hacer un buen trabajo profesional durante el franquismo.Por otro lado, los profesionales de las aulas no tuvieron una guía educativa más clara hasta el año 1945, cuando se aprobó la ley de enseñanza primaria. “En ella se ve cómo el Estado delegó en la iglesia gran parte de la educación. Una maestra de Mallorca hablaba de escuelas del infierno, que eran las públicas, donde iban los hijos de los represaliados por el franquismo, y las escuelas de Dios, a las que acudían los hijos de los favorecidos por el régimen”, relata. No fue hasta 1953 que el Estado franquista publicó los currículos obligatorios, conocidos como Cuestionarios Nacionales para la Enseñanza Primaria.

Subsistema educativo en manos de la iglesia

Para Barceló, España continúa conservando a día de hoy un subsistema educativo en manos de la iglesia. “La educación se continúa delegando en muchos colegios concertados y privados que son religiosos”, comenta el autor del estudio. “Y en estas escuelas la ratio de alumnos es más baja y acoge a la mitad de alumnos de familias desfavorecidas que le tocaría acoger si su distribución estuviera equilibrada con la pública. Se está suprimiendo la gratuidad universal de los comedores escolares. Y aumentan las ayudas de transporte escolar para las concertadas…. Todo esto responde a una ideología que sirve de excusa para recortar derechos a los alumnos de la escuela pública”, opina el educador social, quien también sostiene que es una “rémora franquista” que algunos colegios de Palma continúen segregando por sexo, como el Aixa-Llaüt, vinculado al Opus Dei.

“Los nuevos tiempos políticos no auguran una mejora de la escuela pública como uno de los pilares del Estado de bienestar”, concluye Barceló, que ha buscado darle difusión con su libro a su tesis doctoral de 2017, dirigida por Bernat Sureda Garcia y Francisca Comas Rubí.

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