Así estudiaban los niños y niñas en las escuelas franquistas de Mallorca

El pedagogo Gabriel Barceló, autor de 'Cultura i pràctiques escolars a la Mallorca de postguerra (1934-1949)', explica cómo era el día a día en los colegios durante la dictadura: consignas, símbolos y castigos físicos

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

"Cuando los niños y niñas entraban en el colegio por la mañana, lo primero que hacían era el saludo fascista frente a la bandera", cuenta el pedagogo Gabriel Barceló respecto al día a día en las escuelas franquistas en Mallorca durante la primera década de la dictadura. "Después, en fila, en una suerte de disciplina paramilitar, entraban en las aulas", continúa. La siguiente actividad en el horario escolar era rezar. "Los maestros escribían en la pizarra consignas de carácter nacionalcatólico para exaltar figuras o héroes que habían caído en el bando nacional o resaltar alguna festividad importante", indica.

Barceló pone algunos ejemplos reales que se escribieron en las pizarras de escuelas mallorquinas: "El amor de la patria es el primero después del amor de Dios". "María es la reina de los hombres". "Dios lo sabe todo, incluso nuestros pensamientos". "Quien sirve a Dios y a la patria no muere nunca. Está siempre vivo y presente donde le llama su deber".

Las materias

Durante las primeras horas del día, "se enseñaban las materias con mayor carga cognitiva": aritmética, geometría, historia sagrada y de España, historia universal, lengua castellana y ciencias físicas y naturales.

En el recreo, en muchas escuelas se aprovechaba para realizar ejercicios de gimnasia e incluso paramilitares.

Las tardes, en cambio, se reservaban para materias como gramática, caligrafía, geografía, urbanidad y civismo, doctrina cristiana, fisiología e higiene, cantos, lecturas comentadas, ejercicios de vocabulario, dictados, dibujo o trabajos manuales. Las niñas solían llevar a cabo labores como coser o bordar, mientras que los niños realizaban ejercicios de aritmética relacionados con oficios como el de herrero, agricultor, ganadero y carpintero, entre otros.

Barceló señala que se conoce a la perfección la existencia de castigos tanto físicos como psicológicos. "Lo sabemos por las fuentes orales, porque en las memorias de los maestros no hay rastro de ellos, señal de que sabían perfectamente de que iban en contra de la buena práctica pedagógica. Tampoco hay fotografías".

"Algunos de los castigos más habituales eran pegar sobre la mano, con libros o copiar máximas morales en la pizarra, entre otros", desvela.

En los primeros años de la escuela franquista se practicaban saludos y cantos fascistas "porque en los años 40 había una pugna por el control de la educación entre Falange y la iglesia católica. La balanza se decantó después por la iglesia como se ve claramente en la ley educativa de 1945", concluye.