Salvar al crucero 'Britannia': así fue la operación desplegada en el puerto de Palma

Operarios de los Bomberos de Palma que estaban en su interior se quedaron atrapados a bordo tras la rotura de amarras

El crucero tuvo que fondear fuera del puerto para hacer reparaciones

El centro de control desdedonde se coordinaron las operaciones.

El centro de control desdedonde se coordinaron las operaciones. / Enrique Calvo

Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

«De repente se levantó un viento de 150 km/h y todo se torció». Josep Aubareda, jefe de la División de Seguridad y Protección de la Autoritat Portuària de Balears, se encontraba durante la mañana del 27 de agosto realizando unos ejercicios de prácticas sobre el crucero Britannia, que atracó en la segunda alineación del muelle de Poniente del puerto de Palma la noche anterior. En concreto, debían simular un incendio a bordo y la detección y detonación de un explosivo junto con los TEDAX, los Bomberos de Palma, la Dirección General de Emergencias y la Delegación de Gobierno.

El día anterior, ante la situación de emergencia meteorológica que se preveía sobre Mallorca, fueron informados tras una reunión con la Dirección General de Emergencias de que el foco de la tormenta se situaría en el norte de la isla, por lo que decidieron proceder con el simulacro.

«A mitad del ejercicio, todo se torció de manera inesperada. Todos los que estábamos sobre el muelle nos quedamos cegados enseguida por la lluvia», explica Aubareda, quien junto a todo el equipo vio cómo el horizonte desaparecía bajo una fortísima cortina de agua mezclada con vientos huracanados. «No se veía a más de un metro».

Al instante se dirigieron rápidamente hacia los coches, que se encontraban a unos 20 metros, alertados por el Jefe de Seguridad, quien se dio cuenta de que las amarras podían soltarse en cualquier momento. «Cuando se rompen tienen una fuerza increíble. En Ibiza vi una amarra que al romperse partió una furgoneta en dos», resalta. En el interior del crucero se quedaron cinco bomberos, un miembro de los TEDAX y un auxiliar de Aubareda, mientras que la jefa de seguridad del crucero tuvo la mala suerte de quedarse en tierra.

Cinco integrantes de los Bomberos de Palma quedaron en el interior del Britannia cuando rompió amarras, y fueron devueltos a tierra cuando el barco fondeó en alta mar.

Cinco integrantes de los Bomberos de Palma quedaron en el interior del Britannia cuando rompió amarras, y fueron devueltos a tierra cuando el barco fondeó en alta mar. / APB

«Al cabo de poco tiempo, cuando el temporal amainó un poco y recuperamos visibilidad, vimos que el Britannia se había ido y había roto las amarras», relata, mientras asegura que «esas amarras soportan hasta doscientas toneladas». En concreto, la embarcación estaba anclada al muelle por catorce de ellas.

En seguida Aubareda se puso en contacto con el director de la Autoridad Portuària y con el centro de control para alertar de lo ocurrido y poner en marcha el plan de emergencia del puerto. En aquel momento se alertó a los prácticos, encargados de seguir las órdenes del centro de control, y a los remolcadores para que iniciasen las operaciones.

Tal y como relataron varios pasajeros al rotativo inglés The Guardian, se vivieron escenas de pánico entre los 3.500 pasajeros que en aquel momento se encontraban en el interior de la embarcación. «Otros pasajeros y la tripulación del buque obligaban a entrar a todas las personas. Se podía ver claramente que algunos tenían heridas producidas por caídas y también por objetos que habían salido volando. La gente estaba angustiada», aseguraba Ricky Stubbs, pasajero del crucero. «Un par de minutos más tarde, el capitán pidió a todos los pasajeros por megafonía que regresaran a sus camarotes hasta recibir más instrucciones».

El Britannia fue más de 50 metros a la deriva y quedó en paralelo al petrolero, amarrado en el muelle de Poniente, tras impactar contra el buque y encajonarlo contra el muelle. Los remolcadores acudieron enseguida para iniciar el dispositivo de remolque hacia su posición inicial. «Desde el crucero se les lanzaron dos cabos y comenzaron a alejarlo de la otra embarcación».

Además, el crucero activó sus hélices laterales, utilizadas únicamente para maniobrar, y lanzó el ancla para tratar de reducir la velocidad y disminuir la fuerza del impacto. «Un barco de 330 metros de eslora y 144.000 toneladas de peso se vuelve ingobernable en ese momento. No lo puedes parar».

El crucero colisionó contra un petrolero amarrado, y logró reducir el impacto activando la máxima potencia en sus hélices laterales. Aún así, causó daños en la plataforma de repostaje.

El crucero colisionó contra un petrolero amarrado, y logró reducir el impacto activando la máxima potencia en sus hélices laterales. Aún así, causó daños en la plataforma de repostaje. / APB

El buque cisterna no pudo hacer nada para evitar el impacto, y la presión generada por el Britannia hundió un trozo de un muelle, además de desplazar uno de los bloques del mismo más de un metro hacia atrás. Aún así, el máximo responsable de seguridad de la APB afirma que «no se vertió in una gota de combustible» y revela la existencia de un mecanismo por el cual se deja de bombear combustible cuando la plataforma recibe cualquier tipo de impacto.

Tal y como explica Aubareda, el capitán del crucero se dio cuenta de que al haber roto amarras, necesitaba un tiempo para poder restituirlas y repararlas, por lo que no podía ser remolcado hasta su muelle.

En aquel momento, la gran embarcación decidió fondear fuera del puerto, ya que con las fuertes rachas de viento que había era peligroso reparar las amarras cerca del muelle. Sin embargo, más de 2.000 personas se encontraban visitando Palma esa mañana, por lo que todos aquellos que quisieran regresar a sus camarotes para refugiarse del temporal no podían hacerlo, ya que había fondeado en alta mar. Una embarcación acudió para devolver al personal que se había quedado en su interior durante la realización de las maniobras de prácticas una vez amainó el temporal.

Se montó un operativo con el que, utilizando autobuses, se desplazó a todos los pasajeros que estaban en tierra y que iban llegando al puesto a la Estación Marítima 6, ubicada en el Dique del Oeste para darles cobijo y esperar a que el Britannia regresase. «Así la gente tenía un lugar en el que esperar, donde al menos no llueve». En aproximadamente dos horas, pese a que el viento todavía era relativamente fuerte, el crucero regresó a puerto.

La suerte estuvo de parte de la pesada embarcación, que logró frenarse y que, además, impactó en paralelo contra el petrolero, por lo que se redujeron al mínimo los daños. Además, por suerte no hubo que lamentar ninguna pérdida humana, más allá de todo el daño material que dejo el temporal Betty tras su paso por la isla.

La rápida actuación de Aubareda, junto con la Autoritat Portuaria de Balears, avisando a los remolcadores y organizando las labores de alojamiento de los pasajeros en tierra, permitieron atajar rápidamente la situación ante unas condiciones muy complicadas que dificultaron mucho todas las tareas.

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