Ryanair ha vuelto a hacerlo: más mallorquines denuncian que no pueden volar con ensaimadas

Un pasajero asegura que la aerolínea quiso cobrarle 45 euros al entender que el dulce es equipaje extra

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

Casi dos meses después de que estallara la polémica contra Ryanair al querer cobrar a los pasajeros las ensaimadas como equipaje extra, parecía que ya estaba solucionado: la aerolínea aseguró que se podrán subir una o dos piezas sin coste adicional aunque se tenga contratada la tarifa más económica. Sin embargo, esta misma semana Ryanair ha repetido la jugada.

Ocurrió el pasado lunes por la noche en Son Sant Joan, en un vuelo con destino hacia Barcelona. El estudiante mallorquín Lluc Campins, que había seguido la polémica a través de las noticias, llegó a la puerta de embarque con una ensaimada: «Estaba tranquilo porque había leído que está permitido», explica. Su sorpresa fue mayúscula cuando el personal de la puerta le aseguró que debía pagar 45,99 euros al ser equipaje extra, puesto que había comprado el vuelo con la tarifa básica. Si la ensaimada no le cabía en la mochila, tenía que pagar o dejarla en tierra. De lo contrario, no podría subir al avión.

Para colmo, según el relato del joven, las trabajadoras de la aerolínea le dijeron lo mismo a una pareja que llevaba dos ensaimadas. El personal apartó a los tres pasajeros hasta el final del embarque y les conminó a pagar si querían volar, pese a que los afectados alegaron que Ryanair permite llevar hasta dos de estos dulces por persona. En concreto, la que pretendía embarcar Campins era una ensaimada de medio kilo que había comprado en la pastelería Pomar, en Campos, por 15 euros: «Es absurdo pagar el triple del precio del producto, cuando este tema ya estaba zanjado», lamenta.

La solución que hallaron estos tres pasajeros, explica el estudiante, fue meter sus ensaimadas en una misma mochila, de forma que solo tuvieron que pagar una vez el recargo de 45 euros. Pudieron subir al avión, no sin antes interponer una reclamación por el «abuso» y la «injusticia» que ven no solo hacia los pasajeros por la falta de información clara, sino también hacia el producto local de Mallorca. Campins y su familia también pretenden ponerse en contacto con el nuevo conseller de Turismo y con el gremio de reposteros para ponerles al tanto de lo ocurrido.

De hecho, la Asociación de Panaderos y Pasteleros de Balears ya tomó cartas en el asunto pocos días después de saltar la polémica en mayo. En su momento, exigieron «igualdad de oportunidades en la comercialización» de un producto que es «una embajadora de Mallorca en el mundo», en vistas de que si el dulce se compra en el propio aeropuerto, las compañías no ponen problema.

De hecho, el asunto llegó a tener tal calado que el Govern se reunió con la asociación y con los representantes de Ryanair para tratar el asunto. Un curioso detalle: durante este encuentro, que se celebró en mayo, los panaderos pusieron sobre la mesa una ensaimada de la pastelería Pomar, igual que la que Campins trató de embarcar. La compañía irlandesa zanjó la polémica en su día aclarando que permitiría transportar dos dulces por pasajero en cabina sin coste extra, una condición que pareció no cumplir por lo menos el lunes por la noche.