Crónica | Marga Prohens no teme a la izquierda: «Defiendo con orgullo mis ideas»

La candidata del PP reivindica «personalmente» el acuerdo con Vox y asegura que representa el cambio que pidieron los ciudadanos el 28 de mayo

Primera sesión del debate para investir a Marga Prohens

Primera sesión del debate para investir a Marga Prohens / B. Ramon

Guillem Porcel

Guillem Porcel

Las diferencias entre Partido Popular y Vox nunca fueron un problema real para Marga Prohens. La candidata ‘popular’ dejó claro en su discurso de la sesión de investidura que defenderá «personalmente» el acuerdo alcanzado por ambas formaciones la semana pasada que le ha permitido gobernar en solitario, sin consellers de la ultraderecha: «Soy consciente de la mayor exigencia y complejidad que representa gobernar en minoría».

Prohens agradeció el «esfuerzo generoso» de sus socios por dejar las diferencias a un lado para «concentrarnos en todo aquello en lo que estamos de acuerdo» y envió un mensaje tranquilizador a la bancada de Vox, que hasta hace unos días no se fiaba de los ‘populares’: «Me implicaré en la aplicación de las medidas que incluye porque representan el cambio que necesita Baleares y el cambio que nos pidieron los ciudadanos el 28 de mayo». Todo ello, explica, garantizado su cumplimiento desde la comisión de seguimiento incluida en el pacto, una concreción que arrancó un sonoro aplauso de los diputados de Vox.

La candidata del PP aprovechó la conmoción de una izquierda aún aturdida por la irrupción de Vox para seguir el ejemplo de Isabel Díaz Ayuso —habló hasta 14 veces de «libertad»— al entrar de lleno en la batalla cultural: «Es hora de que no nos dejemos enmarcar en el marco que la izquierda quiere para sus intereses y defendamos con orgullo nuestras ideas, ya está bien de juzgarnos y de dejarnos juzgar». En un momento concreto incluso reprendió a los partidos de la oposición por sus declaraciones de las últimas semanas en las que cuestionaban la legitimidad del pacto con Vox: «Parece que no ha habido unas elecciones democráticas libres, que hemos robado el poder a alguien que lo tenía como si fuera parte de su patrimonio. Parece que la izquierda prefiere aferrarse a que la gente se ha equivocado al votarnos o que ha votado mal, como si hubiera sucedido un accidente o una anomalía democrática».

En este sentido, reivindica que defender la unidad de España «no excluye ser y sentir la identidad y la cultura de nuestras islas ni querer una inmigración regulada nos hace menos humanos», sin olvidarse de la lengua propia porque «no exigir el catalán a los médicos no nos hace enemigos de la lengua». Prohens reiteró que no quiere lecciones de «aquellos que han defendido la ley del solo sí es sí, que son los mismos que nos acusan ahora sin ningún fundamento de desproteger las mujeres».

La máxima dirigente del PP balear cargó con dureza contra la expresidenta del Govern, Francina Armengol, presente en la sala al decidir dar hoy la réplica antes de partir hacia el Congreso de los Diputados: «No voy a ser una presidenta que cuando la oposición levante la voz se ría, se burle o lo ignore. Ni una presidenta que insulte a los dirigentes y votantes de ningún partido de esta cámara a pesar de que no piensen como yo. Ni tampoco una presidenta que reprenda a los agentes sociales o a las entidades de la sociedad civil cuando hagan cualquier crítica». El tono incluso sorprendió a los diputados de la izquierda, que no vieron venir la última estocada: «No seré una presidenta que se encierra en el Consolat y desprecia los problemas del resto de las islas».

La líder del PP reivindicó el Estatut d’Autonomia y el legado de quienes «desde la concordia, el diálogo y el entendimiento» trabajaron para conseguirlo a pesar de que la posición antagónica de Vox, que se muestra totalmente en contra y reclama la recentralización de las competencias, y lanzó un dardo envenenado al afirmar que las leyes que salen del Parlament «deben dar respuesta a lo que sienten la mayoría de los ciudadanos y no solo al que dicen los círculos cerrados próximos de los partidos».

En uno de los apartados principales, Prohens reiteró que levantarán la actual moratoria turística y pararán el camino hacia el decrecimiento e incidió en que los ciudadanos de las islas se tienen que sentir «orgullosos» de ser una comunidad eminentemente turística ―anunció que habrá una Conselleria de Turismo, Cultura y Deportes― y considera que es «un orgullo» la evolución que han vivido las islas en los últimos sesenta años: «Hemos pasado de ser una tierra con una economía prácticamente de subsistencia, vinculada al campo, a ser una potencia turística, una tierra generadora de oportunidades, riqueza y bienestar para todos los ciudadanos». Un bienestar que, tal y como confesó, alberga contradicciones: «Pese al desarrollo y el dinamismo económico de estas décadas, hemos visto cómo durante los últimos 25 años hemos pasado de ser la segunda región de España en renta per cápita a perder posiciones progresivamente».

La solución, defiende, pasa por dos puntos concretos: «minimizar las externalidades negativas» y evitar «situaciones de congestión que sean incompatibles con la comodidad del ciudadano».

No obstante, hubo dos grandes olvidados: el cambio climático y el transporte público. No ocuparon ni una línea en el discurso, aunque sí habló de impulsar la transición energética para que Baleares sea «un polo de atracción de inversión verde para captar recursos privados de todo Europa» y se comprometió a reclamar al Gobierno la recuperación tanto de los convenios de carreteras para los consells insulares como del convenio ferroviario para financiar nuevas conexiones de tren.

Prohens también habló de la educación, un tema espinoso entre las filas 'populares' desde que José Ramón Bauzá se esforzara por encender a la comunidad educativa de las islas. Prohens enfatizó la importancia de la libre elección de centro, tal y como se establece en el acuerdo con Vox, con el foco puesto en la eliminación las actuales zonificaciones y pasando a una zona escolar única en Palma, además de garantizar la financiación tanto para la escuela pública como la concertada. Así, defendió que «nadie puede hurtar a los padres su derecho a elegir como quieren que sean educados sus hijos» y se afanó en aclarar que trabajará para «impermeabilizar las aulas de cualquier tentación de adoctrinamiento ideológico, sin imposiciones y haciendo efectivo el derecho recogido en la legislación y en la jurisprudencia vigente a la libre elección de lengua en la educación, siempre atendiendo que hay dos lenguas oficiales».

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