Entrevista |

Miquel Francesc Oliver: "Esta ley educativa se ha hecho de espaldas al profesorado"

Lamenta que hay un «abismo» entre la norma y las cuestiones planteadas en Illes per un Pacte - «Tendría que haber sido más valiente con el catalán y potenciar su uso como lengua social»

Miquel Oliver: "La ley podría haber sido más valiente al potenciar el catalán como lengua social"

M. Mielniezuk

Guillem Porcel

Guillem Porcel

La nueva ley educativa, aprobada este pasado martes por el Parlament, ha suscitado algunas consideraciones interesantes. Miquel Oliver, decando de la Facultad de Educación de la UIB, defiende que esta norma no apuntala las bases de la educación del futuro y se ha hecho de espaldas al profesorado. 

PREGUNTA: ¿Está contento con la nueva ley educativa de Balears?

RESPUESTA: La valoración global sería de oportunidad perdida. Se debería haber hecho una ley pensando más en el futuro. Ahora necesitamos una transformación en la educación y, para ello, no es necesaria una ley sino poner las bases para que este cambio sea posible. Esta ley estaría muy bien como complementaria a la LOGSE si estuviéramos en la década de 1990. Pero hemos tenido 32 años para pensar cómo poner en solfa lo que se planteaba en aquella ley. Con el decreto de mínimos pasa lo mismo: nos bastaba hace 25 años, pero la situación sociolingüística de ahora es distinta.

P: Afirma que esta norma no supone una potenciación necesaria de la educación.

R: Hay tres elementos fundamentales en esta cuestión. El movimiento Illes per un Pacte fue muy importante y pionero en el Estado que durante casi diez años estuvo analizando qué pasaba en la comunidad educativa. Hicieron un muy buen estado de la cuestión. Los autores referentes constatan que los sistemas educativos exitosos se basan en un profesorado muy competente, equipos docentes cohesionados e ir hacia una intervención educativa de comunidad. La influencia que tenemos dentro de los colegios es, actualmente, muy pequeña.

P: Algunos críticos con la ley apuntan que está muy lejos de los postulados de Illes per un Pacte.

R: Hay un abismo entre esta norma y el documento de Illes per un Pacte. No tiene nada que ver. Han pasado ocho años años de govern progresista y no se ha hecho nada para transformar la educación. Trabajar la ley no puede ser una excusa. Los expertos vislumbran un cambio en la educación y vemos cómo el sector privado se está posicionando.

P: ¿Hay carencias entre los docentes?

R: Debemos trabajar para que los profesores tengan una formación excelente, inicial pero también permanente. Que esté motivado, incentivado, implicado y que tenga capacidad para innovar. Pero los docentes no pueden ser innovadores individualmente, tiene que ser de forma colectiva. No sirve de nada tener el mejor profesor del mundo si los equipos docentes no están coordinados.

P: ¿Se debería haber tenido más en cuenta a la comunidad de profesores?

R: Sí, porque esta ley se ha hecho de espaldas al profesorado. Es una ley política, no educativa. La creación del Colegio Oficial de Docentes, aprobado hace tres años, no ha salido adelante para no tener que pactar esta ley con los docentes. Si queremos empoderarlos, deben participar en la ley. Son el pilar de la transformación.

P: El catalán ha centrado gran parte del debate sobre esta ley, principalmente en el tramo final de las negociaciones. ¿Está satisfecho con lo acordado?

R: La ley debería ir más allá en temas lingüísticos porque no bastan. Hace 25 años iban bien, pero ahora solo tenemos el decreto de mínimos y es poco efectivo. La situación sociolingüística ha cambiado. En estos años no hemos acabado de cumplir con el decreto de mínimos y no se ha vigilado su cumplimiento. La norma debería haber sido más valiente para poner las bases de un desarrollo para poder potenciar el catalán como lengua social en Balears.

P: ¿La inmersión lingüística ha sido un modelo de éxito?

R: Se hizo un buen trabajo y las implicaciones fueron muy positivas, pero las encuestas sobre usos lingüísticos demuestran que la situación de la lengua catalana es alarmante. Su uso social va disminuyendo y está muy poco presente en la sociedad. Antes, con la enseñanza más tradicional, las relaciones que se establecían en catalán eran más consistentes. Ahora, con el trabajo cooperativo y por proyectos, la presión del entorno es más fuerte.

P: ¿Hay diferencias sustanciales entre la escuela pública y la concertada?

R: Los centros concertados tienen más capacidad para hacer equipos docentes y la escuela pública tiene más dificultades ya que cada año cambian mucho los docentes. Hay centros muy innovadores que con los cambios de plantilla ven lastrado este progreso.

P: ¿Qué consecuencias puede tener que los sectores privados inviertan en educación?

R: O reinventamos la educación o los colegios dejarán de tener sentido. ¿Cómo podremos mantener a los estudiantes del futuro motivados en unas aulas inhóspitas y poco atractivas? Si no acometemos esta innovación, el sector privado se posiciona para aprovecharse de la situación en caso de que la educación pública fracase. La gente con poder adquisitivo lleva a sus hijos a los colegios donde pueda empoderarlos. Si no conseguimos hacer la escuela atractiva y útil, el sector privado será quien decida quién accede a los puestos importantes y la desigualdad será aún mayor.

P: Como decano de la Facultad de Educación, ¿cómo percibe a los futuros profesores?

Se hace todo lo que se puede con la formación inicial, y hay que tener en cuenta que ha mejorado mucho. Hemos hecho una transformación importante en las prácticas. Los alumnos están en contacto con los centros desde el primer curso. También formamos a los tutores de prácticos tanto de los centros como de la universidad.

P: ¿El sistema actual quema muy rápido a los nuevos profesores?

R: Sí, porque les enviamos a los centros más dificultosos. Y allí están en las aulas más problemáticas. Todo el mundo se desentiende y nadie se ocupa de ellos. No podemos permitirnos quemar tan rápido a los profesores del futuro. En esta nueva ley echo en falta que se mime al docente novel.

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