EN CONTRA

Rosana Morillo: «¿Cómo lo habéis hecho?, dicen del éxito de Mallorca»

Rosana Morillo

Rosana Morillo / DM

Matías Vallés

Matías Vallés

Rosana Morillo (Madrid, 1972) es licenciada en Matemáticas por la Complutense, ejecutiva turística de Barceló y Arabella, directora general de Turismo del Govern en pandemia y secretaria de Estado de Turismo con tres ministros. Hasta ahora mismo.

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Cómo se logra salir de la política sin un rasguño?»

Con mucho respeto y con un carácter conciliador y dialogante, para el que me sirvió mi experiencia como responsable de Recursos Humanos. Me voy satisfecha.

Vivía usted muy cómoda en Arabella.

Me encontraba a gusto en una empresa con apuesta de alto nivel y un valor añadido para clientes y empleados. Se trabaja mejor y con sueldos más altos en hoteles de calidad, concepto que no siempre coincide con las estrellas.

Y ni siquiera era socialista.

No, ni siquiera. El voto es secreto, pero para ocupar un cargo es necesario que te identifiques con los valores y las ideas del proyecto.

¿Quién le propone la dirección general de Turismo del Govern?

Me llama Iago Negueruela, que había sido el inspector de Trabajo en mis hoteles. Las razones habría que preguntárselas a él, pero me sorprendió porque mi perfil no encajaba. Me lo pensé, la pérdida económica era importante.

Seguir el ritmo del duro Negueruela tiene mérito.

Muchísimo, pero no lo considero particularmente duro sino exigente, con una enorme capacidad de trabajo. Tiró del carro en una legislatura con ley de excesos, moratoria turística, quiebra de Thomas Cook y pandemia.

Y después secretaria de Estado, ¿cuándo habrá un ministerio de Turismo?

No creo que sea necesario. ¿Qué se haría que no se hace?, les pregunto a quienes lo plantean. No hay flecos sueltos y la Administración debe ser eficiente.

Nadie deja un cargo político por motivos personales.

Pues debo ser la primera. Hay que saber cerrar etapas, irse de los sitios. Reyes Maroto me llama por sorpresa para la secretaría de Estado de Turismo, y he estado con tres ministros. Es un honor, pero el desgaste es importante.

Debe tener una agenda de contactos envidiable.

Sí, y agradezco las muestras de cariño que he recibido de países para los cuales España es un referente. Todos conocen Mallorca y te hacen la misma pregunta sobre el éxito del destino, «¿cómo lo habéis hecho?»

Así que le espera una hermosa puerta giratoria.

No la hay, porque provengo del sector privado. Mi etapa política ha terminado y regreso adonde estaba.

La fichará Escarrer, que la llamó «competente, con visión de Estado y dialogante».

No sé qué va a pasar con mi futuro, más allá de que quiero volver al sector privado. Pero ahora es momento de frenar, después de años con casa en Mallorca para el fin de semana y trabajo en Madrid.

Su LinkedIn debe echar humo.

Está bastante ocupado, recibo ofertas de distintos países.

Su currículum desmiente el techo de cristal.

He tenido la suerte de trabajar en empresas donde el género no es un factor decisivo para promover a un directivo o empleado. Y estoy desde luego a favor.

Balears no debería recibir ni diez millones de turistas.

Balears tiene que analizar cuál es su carga óptima para los recursos que tiene. Para eso hicimos la moratoria, la convivencia equilibrada entre turistas y residentes es el gran reto del destino.

No se moja, ¿Mallorca podría ser un destino solo de cuatro o cinco estrellas?

Dudo de que fuera beneficioso, no es conveniente apostarlo todo a un segmento. Hay tres estrellas dignos, lo importante es el civismo y el respeto al entorno.

¿Qué pensó al saber que se jubilaba Carmen Riu?

Me lo había adelantado y me dio mucha pena. Siento un gran afecto por ella, porque ha sido una voz sensata y con madurez en las conversaciones con el sector.

¿Cómo es despedir a alguien?

Depende. Siempre es difícil, pero si es un caso disciplinario claro que supone un mal ejemplo, te sientes cargada de razones.

¿Cuál es su hotel secreto?

Soy poco de hoteles, mi refugio está en mi casa de Puigpunyent.

¿Es un poco más de izquierdas que al entrar en política?

No.

¿Ha conocido al gran Pedro Sánchez?

Sí, es incluso más carismático en las distancias cortas que por televisión. Algún día, su carrera y sus giros de guion, su capacidad de arriesgar y de que le salga bien, se estudiarán como ejemplo en Ciencias Políticas. Y no está solo.

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