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La artista María La Ribot en Mallorca: «Ahora hay censura en obras que no la sufrían hace tres décadas»

«Trabajar con bailarines discapacitados es para mí una cuestión política, como hice en ‘Happy Island’, que se representó en Palma»

La coreógrafa y bailarina dirige este miércoles en Can Balaguer su 'Pièce distinguée nº45' como preámbulo a la Nit de l'Art

María Ribot: “El trabajo de la pintura y el de la escena se funden en uno mismo”

B. Ramon

Raquel Galán

Raquel Galán

La reputada coreógrafa y bailarina madrileña María La Ribot, Premio Nacional de Danza y León de Oro en la Bienal de Venecia, se dio a conocer en los años 80 con un trabajo que cambió profundamente la danza contemporánea en España, desafiando los marcos y formatos propios de la escena y el espacio, apropiándose libremente de lenguajes de diferentes disciplinas. La artista dirige este miércoles en Can Balaguer su Pièce distinguée nº45 como preámbulo a la Nit de l'Art.

Hace 30 años creó su primera Pieza Distinguida, Muriéndose la sirena. ¿Tiene otra lectura con el cambio climático?

Sí la tendría, es verdad, no lo había pensado nunca.

Lleva 60 piezas y su objetivo es hacer 100. ¿Se han convertido en un relato histórico?

Más que histórico, siento que se han ido transformando en el relato de una forma de mirar el mundo, el de aquellas preguntas que me he ido haciendo durante la vida, las cuestiones referentes a la danza, el arte, el feminismo, la belleza, el otro, este último en el sentido político. La base de mi trabajo es respecto a todo eso.

María Ribot en Can Balaguer, donde este miércoles dirige una 'performance'

María Ribot en Can Balaguer, donde este miércoles dirige una 'performance' / B. Ramon

¿Todas sus obras tienen una interpretación política?

Algunas más que otras, pero sí creo que hay enjundia política en aspectos o reivindicaciones que apenas son perceptibles. Uno de los ejemplos es Happy Island, que se representó aquí hace cuatro años [en el Teatre Principal]. El hecho de trabajar con bailarines discapacitados es para mí una cuestión muy política, pese a que la obra es puramente simbólica, poética y maravillosa en escena. Sin embargo, haberles metido en mi circuito con la intención de que giren por el mundo es un acto político muy importante.

¿Qué quiere provocar en los espectadores?

Desconozco totalmente qué producen mis piezas en cada uno de ellos, aunque me encantaría conseguir que se planteen cosas que no habían pensado antes, que se marchen a casa y sigan dando vueltas a lo que han visto, incluso sin poder dormir, y que al día siguiente todavía se acuerden de mí. Eso es fantástico.

«Ahora hay censura en obras que no la sufrían hace tres décadas»

Imagen de archivo de una representación de 'Pièce distinguée nº45' / D. Palmieri

¿Qué papel juega el humor en sus representaciones?

El humor está en mi vida, mis amigos, el modo en que me visto a veces, cómo miro las cosas y cómo me relaciono. Es parte de mí y por eso también aparece en las representaciones. Todas mis piezas pueden observarse bajo el prisma de lo trágico y lo cómico porque me gusta que haya este toque eléctrico que no casa del todo con lo que está ocurriendo.

Fue pionera en subir a escena el desnudo. ¿Le sorprendió que el top less de Amaral provocase un gran revuelo?

El desnudo en las artes existe desde Mesopotamia. Es absurdo que todavía sea algo censurable, me parece completamente fuera de lugar, pero es que además se están censurando obras que no se censuraban hace tres décadas y hace tres décadas lo sufrían otras que no se censuraban hace 60 años. Es decir, vamos a peor.

Busca los límites en el arte para empujarlos. ¿Dónde están los siguientes?

No sé si empujar los límites es una tarea que me he propuesto a conciencia, aunque sí creo que también está relacionada con la censura y la autocensura. Hay que pensar siempre que las artes no tienen límites, no deberían. Todo artista interesante quiere experimentar constantemente, está pensando en ello sin cesar, ya que de lo contrario haces lo que antes han hecho otros.

¿La experimentación está más interiorizada en las nuevas generaciones?

Creo que sí. La generación de artistas de la que formo parte ha impartido numerosas clases a los jóvenes y ha trasmitido un gran interés por la experimentación, por lo que supongo que la tienen más interiorizada.

El bailarín Juan Loriente, con quien ha actuado a menudo, se preguntaba: ¿por qué hace eso? y ¿por qué no hacerlo? ¿Usted también se lo pregunta?

Yo no me pregunto por qué, sino que me cuestiono qué tengo que hacer, por dónde continuar, qué es lo que me interesa, soy más mental en este sentido.

¿Qué respondería a quien en los años 90 le dijo: «Te queremos mucho pero no haces danza»?

Que él no comprendía qué es la danza. Creo que he demostrado con creces durante este tiempo que es lo que hago. Justamente la performance que traemos a Palma es la que menos danza tiene, pero los intérpretes son bailarines.

¿Qué quiere reflejar con Pièce distingué nº45?

Es el origen de toda una serie de piezas donde el trabajo de la pintura y la escena se funden en uno. Aquí presento la primera, con la pintura roja, que puede simbolizar el amor y la violencia.

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