Entrevista

Darío Adanti: «Los límites de la libertad de expresión están caducos y con la sátira los estiramos»

«Es muy cómodo seguir siendo el meteorito, pero tenemos que decrecer y pararlo nosotros», dice el cofundador de la revista satírica 'Mongolia', que acaba de publicar un libro sobre el cambio climático

Darío Adanti: "Es muy cómodo seguir siendo el meteorito"

B. Ramon

Raquel Galán

Raquel Galán

El cofundador y cabeza visible de la revista satírica Mongolia, Darío Adanti, acaba de publicar el ensayo gráfico El meteorito somos nosotros y este viernes estuvo en la librería Drac Màgic, aunque no para hablar de su libro, sino del nuevo de Pato Conde. El viñetista de Diario de Mallorca y Mongolia presentó la publicación de Adanti en una amena charla a dúo.

¿Por qué aún no nos hemos enterado de que el meteorito somos nosotros?

Porque no queremos, ya que requiere unos sacrificios que no queremos hacer, y porque todo el sistema económico, industrial, los PIB de los países, dependen de que nosotros seamos el meteorito. Si cortásemos la adicción que tenemos a la energía de combustibles fósiles, se pararía la economía, habría paro y muchas cosas que nadie quiere pararse a pensar cómo rehacer. Lo que hay que pensar es cómo decrecemos. Es muy cómodo continuar siendo el meteorito y además creerse que, total, les va a quedar a otros en el futuro. No, somos nosotros y lo tenemos que detener.

El nuevo libro es uno de sus ensayos gráficos, más didácticos que humorísticos. ¿Es porque necesita salir de este género de vez en cuando?

El humor es efectivo si no estás todo el tiempo haciendo chistes, porque te vuelves pesado. Como la sal, hay que saber dosificarlo en su justa medida. El libro es sobre todo de divulgación científica, pero he puesto chistes porque, como doy información bastante apocalíptica, el humor permite admitir lo que de otra manera nos da miedo aceptar, permite ver las cosas sin angustia.

¿Todo en orden en Mongolia tras el toque de la asociación Abogados Cristianos?

Sí, todo en orden. Creamos la revista porque queríamos usar la sátira para estirar los límites de la libertad de expresión. Todos los derechos, como este, tienen sus límites, aunque pensamos que en España están caducos y necesitan un empuje, un estiramiento. Por tanto, asociaciones así tendrán que aprender a tolerar y convivir con ideas que no son las suyas, igual que nosotros toleramos sus ideas. Además, deben saber que nosotros podemos reírnos de sus ideas y ellos, si quieren, pueden reírse de las nuestras.

«He venido a Mallorca en barco, como Greta Thunberg». En la imagen, ayer en la librería Drac Màgic poco después de la travesía. | B. RAMON

«He venido a Mallorca en barco, como Greta Thunberg». En la imagen, ayer en la librería Drac Màgic poco después de la travesía. / B. Ramon

Van a llevar a Ortega Cano al Tribunal de las Naciones Unidas. ¿Alucinarán?

Espero que alucinen. La sátira tiene que ver con eso, con criticar a personajes públicos y famosos que han cometido algún delito. No es tanto para criticarlos a ellos en concreto como para que la gente aprenda que eso no se tiene que hacer, no se debería conducir en un estado de ebriedad. Por eso es alucinante que hayamos perdido un juicio y tengamos que pagar cerca de 100.000 euros en total, por haber criticado satíricamente a un personaje famoso debido a su delito. Vamos hasta el tribunal de Derechos Humanos de Naciones Unidas porque uno de ellos es la libertad de expresión y creación. 

A Urdangarin finalmente le sale a devolver.

No sé cómo lo hace la Corona, pero siempre les sale a devolver. Tendrá muchos gastos. Yo cobro mucho menos que la Casa Real, siempre me sale a pagar.

Dio juego el caso Nóos con la portada de Cristina imputada.

La Familia Real nos da mucho juego. Hay veces que pienso que si la monarquía y los políticos fueran ideales y en España no existieran organizaciones como Hazte Oír o Abogados Cristianos, no podría publicar Mongolia. El mundo ideal es aburrido. Yo prefiero que todas estas personas y entidades continúen metiendo la pata para poder seguir haciendo sátira.

¿La realeza tiene la piel más dura que otros?

Creo que aprendió. Yo estaba en El Jueves cuando ocurrió lo de la portada [sobre la abdicación del Rey, que tuvieron que retirar]. Pese a que la denuncia no vino de la Casa Real, sino de un individuo que se ofendió, la Corona se dio cuenta de que ya no estamos en la transición, que la gente se está planteando hasta qué punto vale la pena el gasto que supone esta  figura estética o diplomática con nuestros impuestos y las crisis que arrastramos. Hay otros países que no la tienen y les va muy bien. Creo que aprendieron que es mejor no levantar la liebre persiguiendo a quienes les critican debido a que se notaría aún más la injusticia de la Constitución al decir que todos somos iguales ante la ley cuando hay una figura que es inviolable. 

¿La ley del ‘solo sí es sí’ es un chiste malo?

Creo que no. Hay que intentar cambiar las leyes para que sean más justas, no para que las penas de cárcel sean mayores. Cuando un delito sí la merece, adelante. No soy experto en leyes, aunque estaba claro que teníamos que ir mejorando. Sin embargo, tal vez han pecado de soberbios porque si las asociaciones feministas y de jueces progresistas te advierten de que hay fallos, deberías escuchar a esos especialistas y realizar un trabajo en grupo. Se ha dado un primer paso para cambiar lo que era necesario y ahora habría que continuar avanzando.

«El humor es ficción», dice usted, pero en teoría la ficción no tiene límites. ¿Qué falla?

Dos cosas. Lo primero es que venimos de una sociedad que era nacionalcatólica debido a tantos años de fascismo. Los sectores más reaccionarios de la Iglesia, que no todos, siempre han visto mal el humor, lo consideran una falta de respeto, y extendieron esta percepción en la sociedad. En el Antiguo Testamento, Dios se ríe únicamente cuando se venga y envía las maldiciones. Y la risa apenas aparece en el Nuevo. Era relacionada con el culto al dios pagano Dionisio, el del vino, con el que se desinhibían y contaban chistes. Cuando el cristianismo oscuro, no el de los inicios, acaba dominando la Edad Media, todos estos ritos paganos se reprimen y la risa es criminalizada. Por este motivo las culturas que provienen de ahí imponen tantos límites. También fallan las otras religiones, solo hay que ver a los musulmanes y judíos ortodoxos. En realidad es el fanatismo, que se lleva mal con la risa porque pone en duda toda idea, venga de donde venga.

¿Qué puede ser innovador en el género del humor?

Tendría que ser lo que se hacía antes del humor que conocemos, el que viene de los griegos, que se reían de temas que no tenían que ver con uno mismo. Ahora se ha puesto tan de moda el stand up  comedy, que es el individualismo norteamericano y capitalista del humor, que muchos empezamos a estar hartos del mí, mí, mí, el mundo como lo veo yo. Puede ser muy novedoso que estos cómicos empiecen a decir: «voy a salir de mí mismo y voy a satirizar sobre la sociedad», lo mismo que hay que hacer para no ser el meteorito del libro, dejar de mirarnos y pensar en toda la sociedad.

Imagine qué harían en Qatar con Mongolia y sus autores.

El primer número se hubiera publicado clandestinamente, pero seguro que nos hubiesen pillado y lapidado, ahorcado o de todo. En nuestra última contraportada sale una calavera donde la parte de la cabeza es un balón de fútbol y dice «Aqatar y ser felices». De eso van las dictaduras, en las que encima obligan a ser feliz. Como la sátira molesta y, por supuesto, no les gusta que molestes, seguramente hubiéramos acabado lapidados. Pero como en La vida de Brian, nosotros nos pondríamos barba postiza e iríamos a lapidarnos a nosotros mismos también.