Las cafeterías de Mallorca, frente al dilema del tiempo por consumición

«El negocio es el negocio, y si llevas una hora con un agua a las nueve de la noche es normal que le pidamos al cliente si puede ceder la mesa»

«Solo lo hacemos cuando hay mucha gente»

Un camarero atiene a dos clientes en la terraza del bar La Molienda, frente a las Ramblas en Palma.

Un camarero atiene a dos clientes en la terraza del bar La Molienda, frente a las Ramblas en Palma. / DM

Redacción

Los bares y cafeterías nacieron, en su versión más primitiva, como lugares de socialización y encuentro entre ciudadanos. Para la mayoría, un simple café es la base para verbalizar una noticia importante, o simplemente se convierte en el sustento de una buena conversación. Invertir el tiempo de ocio en ello se ha convertido en algo -todavía más- habitual. Así como los jubilados siguen acudiendo al bar prácticamente cada mañana, los universitarios aprovechan las tardes para tomar cañas y desconectar de las clases. Así, un café o una cerveza se convierten en eventos intergeneracionales.

Sin embargo, para los restauradores y baristas, la realidad resulta no ser tan ‘romántica’. Cabe recordar que, para pasar la mañana o la tarde en un bar, a la mayoría le basta un único café. O una única cerveza. Por ello, hace unos años que la corriente de pedir al cliente amablemente que ceda su asiento al siguiente tras no haber consumido nada más durante un largo período de tiempo cada vez está más presente entre los bares, no sólo de Mallorca, sino también de toda España.

«No es algo que pase habitualmente. Nosotros no lo hacemos salvo en alguna noche de verano. Al final el negocio es el negocio, y si llevas una hora con una botella de agua a las nueve y media de la noche es normal que le pidamos amablemente al cliente si puede cederle la mesa a alguien que quiera cenar», explica Pablo, encargado de la cafetería Suquía, ubicada en la calle Blanquerna. Asegura entender «que algunos bares lo hagan» y lo compara con la prohibición de fumar en instaurada en su terraza: «Al final si yo veo que alguien está fumando en una mesa en la esquina sin molestar a nadie, pues a lo mejor no le digo nada. Pero si veo que esta echando el humo hacia otros clientes se le pediría amablemente que parase. Es lo mismo con los que consumen poco. Cuando hay poca gente, no pasa nada si no consumen mucho, pero si hay más gente en días puntuales a lo mejor sí que les pedimos que se levanten».

En otra conocida cafetería del centro de Palma, La Molienda, Toni también asegura que se trata de una situación «puntual». Explica que cuando ocurre «suele ser por las mañanas», aunque entiende que por las noches muchos locales se vean obligados a solicitar al cliente que se levante de la mesa. «Por las mañanas se hace menos caja. La gente consume, sí, pero productos de un precio menor, por eso en muchos de los casos es necesario que las mesas vayan rotando. Por la noche, como se hace más caja, no suele ocurrir tan a menudo, aunque entiendo que ocurra. De todos modos, cuando se tiene que hacer tanto yo como mis compañeros del gremio siempre somos lo más amables y respetuosos que podemos», defiende.

Sin embargo, la opinión de muchos clientes asiduos en este tipo de bares y cafeterías no sigue la misma línea. Jesus Cortés gestiona la cuenta de Instagram @cafeymas, a través de la cual ofrece a sus seguidores opiniones detalladas sobre prácticamente todas las cafeterías de la isla. Como gran conocedor del sector y de sus entresijos -«es una gran parte de mi vida», afirma-, explica que en muchos casos los costes a los que estas cafeterías se exponen para ofrecer un producto de calidad suelen condicionar en algunos casos las rotaciones de las mesas: «Yo voy mucho a cafeterías de especialidad, donde el producto es de calidad, pero también más caro. He visto la evolución en los últimos años y cómo los propietarios están a veces presionados con estos costes, y se ven obligados a rotar las mesas más rápido de lo habitual».

Según su punto de vista, considera que este tipo de locales «querrían» implantar el sistema de turnos ya común en los restaurantes. «Todavía no se atreven», apunta. Por otro lado, Cortés apela también a la responsabilidad del cliente, a quien llama a «ser consciente de que está en un negocio». «El cliente debe ser consciente de que está en un negocio. Es un sitio en el que se va a consumir y ser razonable y para mí, desde mi visión de cliente, creo que deben mejorar la comunicación y poner la reglas que estén de acuerdo a sus necesidades comerciales. Por ejemplo, una cafetería que tenía juegos de mesa en Palma puso un mínimo de consumición para que así les saliese rentable y la gente no estuviese tres horas con un solo café y los juegos».

A Sylvia y Patricia, estudiantes universitarias a la vez que asiduas de bares y cafeterías, también aseguran que en alguna ocasión les han pedido si podían ceder la mesa: «A ver, en nuestro caso había dos personas esperando, pero eran extranjeras así que a lo mejor creían que gastarían más», confiesan.

Albert Comas, copropietario del Café Riutort, entiende las cafeterías como espacios de socialización y defiende que ese sea su uso, aunque siempre con «consciencia y responsabilidad: «A veces viene gente y se queda con el ordenador trabajando con un café y puede llegar a bloquear una mesa un tiempo. Aún así, nosotros hemos conseguido que la gente sepa a dónde viene, para qué es nuestra cafetería y con el tiempo hemos conseguido que la gente tenga esa consciencia de saber cuando irse o cuando pedir algo más».

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