Premio Nacional de Artes Plásticas (2007) y Premio Velázquez (2015)

Isidoro Valcárcel, en el Cool Days Festival de Artà: «Lo mío no está catalogado como arte pero me lo paso muy bien»

Alejado de los ámbitos más comerciales del arte, sus intervenciones siempre se han caracterizado por el rigor, la coherencia y el compromiso

El viernes y el sábado será protagonista del Cool Days Festival de Artà

Isidoro Valcárcel, Premio Nacional de Artes Plásticas

Isidoro Valcárcel, Premio Nacional de Artes Plásticas / DM

Redacción

No es su primera visita a Mallorca. ¿Qué recuerdos guarda de su última estancia?

Los recuerdos son buenos. A mí me gusta mucho meter pinchazos, y pude dar uno más o menos leve [con motivo de una intervención en el Casal Solleric], así que me fui satisfecho.

¿A qué pinchazo se refiere?

A ironizar un poco con las condiciones que pide el artista. Sobre el montaje comenté: «Eh, así también se puede trabajar. No hace falta tener una iluminación divina ni nada de eso».  

Participará este viernes y sábado en el Festival Cool Days, pero seguro que buscará tiempo para descubrir algo de Mallorca, por ejemplo un museo. 

No soy amante de los museos, de la exposición museística donde está lo maravilloso, prefiero estar en la calle. Al museo vas a ver aquello que a algunos les ha parecido seleccionable, está todo preparado, te saludan, te cobran la entrada y además cuentan los visitantes que hay, algo que no se hace en la calle y que me horroriza. A los museos les urge quitarse la aureola y hacer públicos sus movimientos económicos. Yo prefiero esa simpleza de la convivencia con el arte.

No le hable de la calle a un mallorquín, arderá en cólera, con tanto turista no se puede andar por ellas.

Conozco la masificación turística y la he experimentado un poco desde que he llegado a Mallorca. Por la calle se nota si uno es turista o no, yo intentaré que se me vea como turista, para que hinquen el diente. Realmente la masificación es un problema en el sentido de que hay más gente de la que cabe, pero este es un problema casi político. El arte debe tener la astucia suficiente para decir: voy a explotar el exceso de turistas, voy a hacer arte en serio, es decir, no respaldado por la moda social. Así que afronten este problema creativamente. 

Si es un problema político no encontraremos la solución. ¿Usted confía en la clase política?

No, no. Encontrar la solución al número de visitantes será difícil. El otro día leí el número de hoteles que se han inaugurado en España en el último año: unos 200. La intención va por ahí, porque además nos han estado lavándonos el cerebro muchísimo tiempo con la acogida al turista, porque deja dinero y tal. Ahora parece que ya no es oportuno, o que no interesa o que no gusta. Nos sobran turistas y el ciudadano, que se supone que es creativo, tiene casi la obligación de decir: oiga, piense usted en esto, hago algo al respecto. Si Palma es una ciudad saturada de turistas, actuemos ‘turísticamente’, es decir, no para darles gusto a los turistas sino para cachondearnos de ellos.  

¿Qué ha preparado para Artà?

Una performance inédita. Estaré por la calle repartiendo pegatinas, invitando a la gente a que se las ponga. Les preguntaré si se consideran artistas y les diré que al día siguiente les daré la respuesta.

¿Cuándo descubrió usted que era artista?

Tuve la suerte, o la desgracia, de pertenecer a una familia de artistas ilustres. Desde niño se me trató como que tenía que ser pintor, así que no tuve ningún mérito en eso, fue algo que me vino caído del cielo. Lo que pasa es que inmediatamente que empecé a ser pintor me di cuenta de que no quería ser pintor, porque pintores hay muchos. Quería hacer algo en un territorio del arte que no fuera frecuente, algo que no está catalogado como arte pero con el que me lo paso muy bien.  

El artista, o mejor dicho, autor, Isidoro Valcárcel, ayer en Palma

El artista, o mejor dicho, autor, Isidoro Valcárcel, ayer en Palma / DM

¿Todos tenemos a un artista dentro?

Sí, claro, unos mejores y otros peores. Igual pasa con el arte, con la capacidad expresiva, por eso yo he renunciado, para mí, a usar la palabra artista y utilizar la de autor, que es más vulgar y simple. El que hace mesas no terminará siendo artista, nunca, aunque las mesas que haga sean maravillosas. Yo lucho contra eso de una manera ingenua e ineficaz. Estoy harto de instituciones culturales, museos, asociaciones, porque no hacen ni más ni menos que respaldar al creador profesional. 

¿Se siente incomprendido?

Sí, pero no me molesta en absoluto. Me sorprende cuando escucho de mí: oye, pero qué bien está esto.  

¿Siempre ha trabajado desde la libertad?

Sí, siempre he hecho lo que quería hacer. Cuando he hecho cosas que no quería ha sido conscientemente, por razones económicas, porque lo necesitaba. La mitad de las acciones en mi vida responden a lo que me daba la gana hacer en ese momento, como lo que haré en Artà, una tontería. Sé que muchos dirán: «mira lo que ha hecho, y está tan contento». Cuando uno hace lo que le viene en gana tiene que pagar un precio altísimo: en el plano del prestigio profesional, en el económico…

¿Qué papel le otorga al humor en su carrera?

No soy nada chistoso pero me gusta dar pie a que algunos perciban el humor. Mucho del arte clásico tiene una carga humorística.

Hace solo unos días estuvo en el Museo del Prado hablando de Velázquez, junto a Jaime Vallaure.

Sí, de Las meninas, la mejor obra de la historia, en la que todos estamos pintados. Velázquez siempre ha sido uno de mis referentes. n

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